MUSEOS: EL PATRIMONIO OCULTO VUELVE A VER LA LUZ

Desempolvadas.
Mientras se encarece traer muestras del exterior, las colecciones permanentes se mueven más que nunca y van al encuentro de nuevos públicos

   Foto:Juan Colombato

María Paula Zacharías

La Noche de los Museos volvió a provocar ayer una peregrinación masiva en Buenos Aires. Pero el movimiento no es sólo del público: crecimiento, conectividad, dinamismo y flexibilidad también son signos de estos tiempos para las colecciones de arte en todo el país. Ya no son patrimonios estancados en trastiendas y muestras permanentes, que suelen ser apenas un botón en comparación con lo que queda guardado en depósitos. Por eso se mueven, se prestan, itineran, se restauran y se catalogan para ponerse en relación con el público, que es su razón de ser. ¿Cómo se gestiona hoy una colección de arte? De eso hablan los responsables de los principales museos locales, así como de los más nuevos, privados y públicos.
Las mayores colecciones de arte argentino se encuentran en plena recatalogación y digitalización, de la mano de la investigación y la tecnología. Y gracias a la profesionalización, los estándares de conservación suben su vara. El recambio de muestras con variedad de guiones curatoriales es la manera de mostrar el patrimonio en su propia casa, como se puede ver ahora en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (Macba), el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba), la Fototeca Latinoamericana (FOLA), el Museo Castagnino de Rosario y la Colección Fortabat, entre otras instituciones destacadas. Y en varios casos, se están ampliando los espacios de exhibiciones permanentes, como las 18 salas de arte argentino e internacional inauguradas en agosto en el MNBA y los proyectos de ampliación del Mamba y del Malba.
Tener una colección es oneroso. "En los últimos dos años el Moderno ha invertido en su patrimonio unos 5,88 millones de pesos, que incluyen gastos por otros 2,28 millones en conservación, investigación, catalogación, registro fotográfico y equipamiento de las reservas; y otros 3,6 millones en seis exposiciones del patrimonio, entre traslado, conservación, diseño museográfico y publicaciones", dice su directora, Victoria Noorthoorn. La dinámica involucra tanto a curadores como al equipo de acervo propiamente dicho, liderado por el especialista en conservación Pino Monkes. "En estos años se ha recatalogado según estándares actuales y en un futuro cercano estará online. Estamos diseñando un complejo software que permitirá la democratización de nuestra base de datos", detalla. En 2016, el Mamba festejará sus 60 años con la apertura de salas sobre la esquina de San Juan y Defensa, que sumarán unos 1500 m2, donde se incluirán exhibiciones ampliadas del patrimonio.
Quizá por todo lo que implica, hay espacios, como la Fundación Proa, que optan por no coleccionar e invierten su presupuesto en traer muestras del exterior y pensar actividades. Nacida como centro cultural, sólo guarda algunas piezas de proyectos que financia, que se prestan o se donan, como la reconstrucción de Verificación esquemática, de Antonio Trotta, cedida al Mamba. El de Proa es un caso de excepción: "Las muestras internacionales cada vez resultan más costosas, tanto en transporte como en seguros. Por otro lado, en la Argentina los costos dependieron del incremento por inflación en pesos pero no en dólares. Se necesitan más dólares y, además, autorizaciones oficiales para poder pagar en el extranjero", explica Adriana Rosenberg, directora de Proa.


Il sifone (1915), de Emilio Pettoruti, es una de las obras destacadas de las salas que reabrió el MNBA (izq.). Esta obra de Raúl Lozza está incluida en la muestra La paradoja en el centro, con obras del acervo del Mamba (der.).

Décadas a la sombra


Frente a este panorama, muchos espacios aprovechan para sacar a relucir su propio patrimonio, que a veces es anterior a la existencia de los edificios que lo contienen. La Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat, por ejemplo, fue formada al gusto de su dueña y cuenta con edificio de lujo desde 2008. Ante la cancelación de una muestra foránea, presenta ahora en los pisos destinados a muestras temporarias una exhibición de 150 de sus 300 obras, que dormían en el depósito.
Más obras fueron desempolvadas en el Centro Cultural Kirchner (CCK), que inauguró dos muestras con obras prestadas. Escultura, música y danza reúne esculturas de Pablo Curatella Manes (1891-1962) y Hermi Baglietto de Alio (1908-1954) pertenecientes al MNBA. Gil de Castro: Pintor de Libertadores se integra con 28 retratos de héroes de la independencia prestados por el Museo Histórico Nacional (MHN) y restaurados por el taller Tarea de la Universidad Nacional de San Martín. Las esculturas de Baglietto de Alio llevaban décadas a la sombra. "Luego de la retrospectiva de su obra en el MNBA, en 1962, ha permanecido prácticamente invisible al público, a pesar de que los museos argentinos conservan sus obras", dicen los curadores, Roberto Amigo y Laura Malosetti Costa
El director electo del MNBA, Andrés Duprat, piensa seguir en esa línea: "Esta nueva gestión -cuenta-hará hincapié en el rol nacional del MNBA a través del diseño de programas, asistencias, exposiciones, intercambios y demás acciones que fortalezcan su presencia en todo el territorio argentino. Se realizarán en el corto plazo programas que tiendan a paliar la limitación edilicia a través de muestras temporarias, exposiciones itinerantes, publicaciones, seminarios, cursos y ediciones en soporte electrónico. La idea es que sirva de plataforma para intercambios, asistencias técnicas y profesionales, colaboraciones con los museos, conferencias, encuentros y mesas redondas".
De las 13.000 obras que el MNBA atesora, sólo un 10 por ciento se exhibe en sus salas. En cambio, sobra lugar en los 100.000 m2 del antiguo Palacio de Correos. "Mi idea es ampliar los espacios de exhibición de la colección para darle mayor visibilidad. Y el CCK posee espléndidos espacios", dice Duprat. También piensa en sumar adquisiciones y audiencias como las que atrajeron los discontinuados Bellos Jueves. "Contemplamos programas específicos para la incorporación de diversos públicos -sostiene-, entre ellos el público joven y el arte contemporáneo en diálogo con la colección y la arquitectura del museo."
Cantidad no es calidad. Hace dos semanas, en una mesa redonda en Corrientes, Jorge Tirner, director del Museo Provincial de Bellas Artes René Brusau de Resistencia, Chaco, se quejaba de que la colección creció sin filtros, aceptando donaciones incluso de los alumnos de los talleres de libre expresión que alberga. Durante la última Bienal de Chaco, organizada en septiembre por Milo Lockett sin premios ni jurado, los 20 artistas participantes donaron sus obras. "Éste es un museo joven, que creció sin una lógica en su patrimonio. Hay mucha obra guardada ocupando espacio innecesario, en un depósito que no está acondicionado", dijo.
Las 578 obras del Malba pueden parecer pocas, pero al contrario de la colección chaqueña, tienen otro peso específico. "La colección es hoy invaluable, con numerosas obras que desde hace muchos años están fuera del mercado. Por ejemplo, Abaporú, de Tarsila do Amaral, es símbolo cultural-artístico de Brasil y no hay otra obra de igual importancia", explica Victoria Giraudo, coordinadora ejecutiva de curaduría. En 2012 se creó el Comité de Adquisiciones, que junto con la jefatura de Marcelo Pacheco (hasta 2013, porque ahora trabaja en investigación en la colección del Mamba), incorporó el mural americanista de Berni y obras de Oscar Muñoz, Ana Mendieta, Ernesto Neto, Teresa Burga y Mathias Goeritz.
Para seguir ampliando el acervo, este año el Malba formó un Comité Científico integrado por Andrea Giunta, Julieta González, Adriano Pedroza, Inés Katzenstein y Octavio Zaya. "Cada obra que se suma a la colección supone costos y cuidados, y por eso el comité debe pensar seriamente en la calidad a la hora de incorporar nuevas piezas. Además del costo operativo, está el tema del espacio físico, y en este sentido está pensada la ampliación futura del museo", aclara Giraudo.
Por ahora, se realiza la catalogación de todas las obras existentes. "Tenemos limpiezas semanales de la colección -agrega-. En la base de datos queda consignado el estado y los demás datos de la adquisición, del seguro y traslados por préstamos." El intercambio de piezas es constante, como con el Museo de Bellas Artes de Houston y su exitosa muestra sobre Antonio Berni. "Siempre estamos en contacto con otras instituciones solicitando obras en préstamo (para Polesello joven pedimos al Mamba, al MNBA, al Museo del Banco de la República de Colombia y al Museo de Arte de Bogotá) y también prestando obras, como las de Grete Stern y Horacio Coppola al MoMA de Nueva York."
Además, en su programa federal, Malba mostró su patrimonio en la exposición Relatos latinoamericanos por espacios de Neuquén, San Juan, Mendoza, Salta, Córdoba y Rosario. A tono con las nuevas tendencias museológicas, este año comenzó un proyecto de investigación con el Centro Argentino de Investigadores de Arte, que será subido a la Web, y la sala de colección permanente tiene su dinámica: "La nueva dirección está planeando curadurías que duren dos años aproximadamente", adelanta Giraudo.




Fotografía de Oscar Pintor, una de las 250 que integran la colección de la Fototeca Latinoamericana creada por Gastón Deleau (izq.). La gran tentación (1962), de Antonio Berni, ilustró la tapa del catálogo de la muestra sobre el artista argentino que se exhibió en Buenos Aires y en el Museo de Bella.


Vientos de cambio

En la Casa Nacional del Bicentenario, Imaginarios presentes. Imaginarios futuros se suma a estos vientos de cambio en materia de préstamos, y reúne 90 obras de colecciones de cinco importantes instituciones nacionales: el Palais de Glace, el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson de San Juan, el Fondo Nacional de las Artes, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, y el Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. "Han tenido una absoluta disposición para sumar sus obras al diálogo que propusieron las curadoras invitadas", dice Liliana Piñeiro, directora del espacio y a cargo del área de exposiciones de artes visuales en el CCK. "El perfil definido para las dos instituciones no es el de un museo con colección propia -agrega-, y no tienen previsto en sus misiones, por el momento, conformar una colección."
En las provincias hay colecciones importantes, como las 4200 obras acumuladas a lo largo de 97 años del Castagnino de Rosario; su crecimiento fue motivo, en marzo, de la muestra Capital. El Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson de San Juan, que estrenó edificio en 2011, alberga una colección histórica de 1300 piezas que por años pasaron penurias agolpadas en depósitos. Parte se ve ahora en la Casa del Bicentenario y pronto recibirá una muestra paralela con obras de las mismas cinco colecciones de Imaginarios. "Gestionar una colección es una enorme responsabilidad, porque supone conservar, restaurar, investigar y difundir -cuenta la directora, Virginia Agote-. Estamos trabajando con Tarea para restauraciones y Roberto Amigo viaja una semana al mes para hacer la catalogación, con fichas técnicas que van a reemplazar el viejo inventario. A fin de año publicaremos un catálogo razonado y todo estará online. Además de trabajar con los mejores expertos, se está capacitando a personal del museo".
Hay colecciones privadas que nacen de la pasión de un coleccionista, que además cuenta con los recursos para levantarles casa propia. Así lo hizo en 2012 Aldo Rubino con sus tesoros de la abstracción geométrica resguardados en el Macba, un edificio ad hoc al lado del Moderno. El espacio no reserva una sala para mostrar sus 260 piezas, sino que les destina tres meses en su calendario -generalmente los de verano- y las presenta con un guión particular. Es el caso de Obsesión geométrica. American School 1965-2015, la muestra actual, donde presenta treinta piezas de artistas estadounidenses. En 2015 el espacio estuvo dedicado a muestras internacionales, y para eso llevó adelante una intensa campaña de fondos. "Es muy costoso y un gran esfuerzo de gestión y logística, y trabajamos siempre en relación con instituciones. Hay que abrir el juego para ganar fuerza porque el campo cultural es muy competitivo -detalla Teresa Riccardi, su directora-. El programa curatorial es anual y abarca reescrituras y convivencias. El próximo año va a ser mayormente para artistas argentinas."
Los auspiciantes también fueron la clave para el nacimiento de FOLA, espacio impulsado por Gastón Deleau, que tras años en la gestión cultural logró forjar su propia colección de 250 fotografías. Gracias a un convenio con IRSA y al apoyo de privados, dio nacimiento a esta Fototeca Latinoamericana, un impresionante hangar cultural de 1200 m2, inaugurado hace menos de un mes. "Estoy pensando en los fotógrafos. Todo esto fue hecho de su mano -dice Deleau-. De cada obra tengo una historia. Es pasión pura. Que estén disponibles al público le hace bien a la sociedad."
El Castagnino de Rosario inauguró el viernes París en el horizonte, muestra de la colección donada por Enrique Astengo (1913-1930), y el Mamba dedica una sala a la donación de Ignacio Pirovano. Los artistas acrecentaron por décadas con su generosidad el patrimonio de este museo; es el caso de Alberto Heredia, León Ferrari y la más reciente, la reconstrucción de La Menesunda de Marta Minujín. Ricardo Garabito, en cambio, prefirió donar su legado al Malba.
Las donaciones dejan huella, entiende María Isabel Baldasarre, autora de Los dueños del arte. Coleccionismo y consumo cultural en Buenos Aires (Edhasa, 2006): "Las colecciones privadas han sido fundamentales para la constitución de los patrimonios de los primeros museos de arte de la Argentina. Las donaciones han modelado las presencias y ausencias. Es decir, las preferencias por una determinada tendencia, escuela nacional o período histórico han marcado a fuego la historia institucional y el relato que el museo se propone contar". La historia del arte se escribe cada día, y ninguna decisión en la gestión del patrimonio es inocente.


Fuente: lanacion.com

FOTOGRAFÍAS CENTENARIAS RECUPERAN RITOS TRIBALES

Retocadas y copiadas con calidad, las imágenes del misionero Martín Gusinde se exhiben en Ushuaia


Elek, Angela Loij e Imshuta durante el rito selknam Kewánix



   Elek, Angela Loij e Imshuta durante el rito selknam Kewánix.Foto:Martin Gusinde / Anthropos Institut

María Paula Zacharías
USHUAIA.- El pasado de los pueblos originarios fueguinos ha sido retratado por más de 40 fotógrafos desde mediados de 1800. Uno de los más prolíficos fue el misionero alemán Martín Gusinde, un antropólogo que pasó cuatro temporadas conviviendo con tribus yámanas, selknam y kawésqar para hacer un registro oral, escrito y visual de sus tradiciones entre 1918 y 1924. Sus 1200 fotos se conservan en Alemania, en el Instituto Anthropos, pero aquí, en la ciudad más austral del planeta, son íconos en las tiendas para turistas y se estudian en publicaciones académicas.



Casi 100 años después de que las imágenes fueron tomadas con cámaras rudimentarias, abrió el viernes pasado una exposición que permite disfrutarlas como arte en copias de calidad: El Espíritu de los Hombres de Tierra del Fuego, junto con un coloquio para analizarlas desde la arqueología, la antropología y la estética.
Xavier Barral es un editor francés que alguna vez fue navegante y llegó a estas tierras. En el Museo Gusinde, en Puerto Williams, quedó fascinado con su trabajo, porque además de documental y humanista es estético. Treinta años más tarde, reunió los fondos y un equipo de expertos para restaurar, digitalizar y retocar cada negativo de placa de vidrio. Escanearon unas 600, de las que, con la curadora Christine Barthe, seleccionó 250 para editar un libro de lujo y 147 para una muestra itinerante, que llegará a Buenos Aires, al Centro Cultural Kirchner, y seguirá a Arlés, Francia, y Kyoto, Japón.



Las fotos vuelven a su tierra como nunca fueron vistas: con nitidez y alteradas digitalmente para parecer sacadas con tecnología de hoy (Barral guardó los escaneos originales también). Organizada por la Municipalidad de Ushuaia, junto con la embajada de Francia, y con el apoyo de la de Alemania, en la Casa de la Cultura, durante un mes, estará abierta al público, con encuentros con miembros de los pueblos originarios y visitas de escuelas. El libro de Barral está en librerías y vale $ 1200. En el vernissage entregaron ejemplares a Víctor Gabriel Vargas Filgueira, de la comunidad yagan, y a Rubén Maldonado, selknam de Tolhuin. "Es emocionante", dijo Maldonado, con su álbum familiar de recortes y fotos amarillentas.
En el coloquio participaron los expertos argentinos y chilenos María Estela Mansur, Marisol Palma, Dánae Fiore y Margarita Alvarado Pérez. Hoy disertarán Ernesto Piana y Luis Orqueda. "Reflexionamos sobre el valor patrimonial de las fotografías y los textos antiguos, y su peso identitario. Son fundamentales para fomentar arraigo", dijo Mansur, coordinadora del encuentro.



Ulen, el bufón masculino
   Ulen, el bufón masculino.Foto:Martin Gusinde / Anthropos Institut

Las fotos de Gusinde muestran a las comunidades en sus vidas cotidianas, en sus ritos y tradiciones. Es notable su serie de retratos, en los que se conjugan intimidad y dignidad. Los selknam, envueltos en pieles de guanacos frente a sus chozas o desnudos y con el cuerpo pintado en la nieve, durante la ceremonia del Hain. Pero a un cazador se le escapa debajo del atuendo típico la cintura del pantalón occidental que lleva debajo.Cuando llegó Gusinde, esas sociedades estaban fragilizadas. Alvarado Pérez explicó que las imágenes pretenden ser registro de un estado primigenio no contaminado, pero son posadas. "Implican una negociación entre el fotógrafo y el fotografiado, ambos con intereses, objetivos, conocimientos, valores y actitudes", señaló Fiore. "Incluyen categorías visuales ideologizantes, a través de la vestidura o el despojo. Arropan al fotografiado con elementos culturales para connotarlos en un montaje de identidades visuales y étnicas. El resultado es sublime o disminuyente: los caoneros condenados al silencio, y los selknam exhibiendo su cultura con ideales de belleza y nobleza", explicó Alvarado.Los investigadores llevan décadas trabajando sobre copias de copias de contactos. "En un futuro estarán las imágenes en Internet", prometió Piana ante un auditorio interesado. "Para los pueblos originarios, son imágenes de sus familias. Me acerqué a la comunidad yagan y señalaban «ésta es mi mamá, éste es mi bisabuelo», y se me caían las lágrimas. «Lo conozco a tu bisabuelo, hace casi 20 años que trabajo sobre estas fotos», le dije, y nos miramos con gran respeto", comentó Fiore. Mansur puso el Centro de Patrimonio Documental Antropológico Anne Chapman de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, que dirige, a disposición para recibir el legado. Acá sabrán valorarlo.


Fuente: lanacion.com

ARNAUD DESPLECHIN: "ADORO EL CORAJE DE LOS TÍMIDOS"

Cine.  Entrevista a Arnaud Desplechin.

El director francés habla de su filme “Tres recuerdos de mi juventud”, con el que abrió el festival.
Postal marplatense. En su paso por la ciudad balnearia, Desplechin (aquí junto al presidente del Festival, José Martínez Suárez) reveló aspectos de su cine. (Foto: Fabián Gastiarena)
Postal marplatense. En su paso por la ciudad balnearia, Desplechin (aquí junto al presidente del Festival, José Martínez Suárez) reveló aspectos de su cine. (Foto: Fabián Gastiarena)

Con los lobos marinos a su espalda y un viento gélido que despeina a cualquiera, el francés Arnaud Desplechin entra a la sala de conferencias valija en mano. Una demora en el vuelo acorta todavía más su primera visita relámpago a la Argentina, donde tiene a cargo la proyección del filme que abre el Festival, Tres recuerdos de mi juventud.
Suerte de precuela de una de sus películas iniciáticas (en Argentina se vieron Un cuento de Navidad, Reyes y reina), apela a su álter ego Paul Dedalus, interpretado por Mathieu Amalric, su actor fetiche, y por un Quentin Dolmaire que hace de Paul en un extenso flashback de juventud. Cruza esas miradas, la del joven y el adulto Paul, con personajes solitarios y un sexo trágico. Ambientada en los ‘80, con el trasfondo de la URSS y de la caída del muro luego, la película se nutre del contexto y de las vivencias de los protagonistas. Jóvenes ellos, por decisión de un director que se dijo: “Si lo que escribo no puede tocar a los jóvenes, para qué hago cine”. Igualmente, avisa que su próxima película será con actores maduros.
Podríamos decir que la película es una búsqueda de identidad, ¿qué características universales ve en este joven europeo de los ‘80?
En la escena del pasaporte, donde aparece la situación del doble, surge una pregunta universal: ‘¿quién soy yo, cómo me encuentro a mí mismo, dónde me encuentro?’.
Es una búsqueda que él no puede guiar, no tiene un plan, como ocurre en su cine...
Es cierto, prefiero que estas intrigas, esa posibilidad de espiarlas, las descubra el personaje. No me siento cómodo pensando ni haciendo un cine filosófico adrede. No filmo por temas, considero que la aventura del personaje sea la que proyecte y sugiera esas preguntas.
Y la estructura del filme, con tres historias, una dentro de la otra...
Sí, me fascinó el concepto de la muñeca rusa, y me divertí pensando historias que se van metiendo dentro de otras. En un momento Esther (la joven que enamora a Paul) ocupa la totalidad del filme, y lo hace de manera poco amable. Paul también va generando historias dentro de otras, contando su vida, le dirá en un momento de su vida sexual que ella es su patria; es interesante ver cómo se llegó a este punto.
En sus películas casi siempre hay muertes o suicidios de arranque que condicionan a los personajes; ¿es un recurso para dotarlos rápidamente de una complejidad dramática?
Sí; como actor, me ha servido para sentirme más yo mismo. Justamente cuando se llega a estas tensiones violentas, pasarlas para entenderlas mejor. Este hecho define a los personajes. En el caso de Mathieu, Paul Dedalus, ha sobrevivido al suicidio de su madre, que justamente como dice Joyce, no es importante esa situación. 
En apariencia, sus personajes son tímidos, introvertidos, pero frente a determinadas situaciones explotan de manera sorprendente. 
Adoro el coraje de los tímidos. Es tremendamente heroico.
Ha dicho usted que recuerda mejor libros y películas que algunas de sus experiencias personales, ¿ha llegado a confundirlas alguna vez?
No justamente, pero puedo decir que tengo y he cultivado el coraje de los tímidos.
La estructura meticulosa, los disparadores narrativos, dan cierta libertad al filme para tener una vida propia al margen de usted...
No soy el profesor de mis películas, soy su alumno. Me sorprende la espiral de emociones que va creciendo en este filme, y con la emoción que Mathieu le dio a su personaje logró dimensión no prevista, y que para mí la convierte en una película sobre el exilio.
¿Se sentía lejos del espectador joven?
Los jóvenes aportan vigor, energía a este film, que si bien es melancólico tiene alegría y fuerza, y eso me ha dejado estupefacto. Cuando los personajes llegan a la adultez recién se dan cuenta; mientras eran jóvenes eran principes y reinas, ahora son pobres. Es la paradoja de estos dos momentos, como la canción de Bowie: Podemos ser héroes, solo por un día..
¿Veremos otra historia con Paul Dedalus?
Tal vez cuando tenga más de 80, ya viejo.


Fuente: clarin.com

ASOMBROSO:
DESCUBREN LA TUMBA DE UN GUERRERO DE LA ANTIGUA GRECIA REPLETA DE TESOROS

Es el mayor descubrimiento en una excavación griega en las últimas décadas.
    EUREKA. Un equipo encontró la tumba de un guerrero griego repleta de tesoros.

Un grupo de arqueólogos de la Universidad de Cincinnati descubrió la tumba de un importante guerrero de la Antigua Grecia mientras excavaba en una estructura de piedra ubicada en el Peloponeso.
"Tenemos tres sellos ubicados a la izquierda del brazo, algo que es inusual porque habitualmente se encuentran a la derecha", explica Sharon Stocker, una de las arqueólogas involucradas en el proyecto.
Según los investigadores, los hallazgos en la tumba pueden contener algunas claves de los orígenes de la civilización griega que hunde sus raíces 3.500 años atrás.
Además de los restos óseos de un hombre de entre 30 y 35 años, los excavadores encontraron tazas de plata, un collar de oro de 75 centímetros de largo y un sable con una empuñadura de marfil que confirmarían que se trataba de un guerrero importante.
La tumba está ubicada en uno de los lugares mencionados por Homero en su obra Odisea. Quizás lo más sorprendente, del descubrimiento de fueron los 50 sellos de piedra con motivos de diosas, leones, toros tallados; seis peines de marfil y un espejo de bronce.












Fuente: tn.com.ar

RITUALES DE HOY QUE TIENEN ALGO DE MITO

Con Tierra de Encuentros, Cielos y Colores, la antigua abadía de San Benito abre al público como espacio cultural; de las máscaras y plumas a los horizontes en blanco y negro, el arte originario se revela en un impactante montaje

Trajes y joyas típicas de las pillan kushe patagónicas
Trajes y joyas típicas de las pillan kushe patagónicas.Foto:Patricio Pidal / AFV
María Elena Polack

"Hay un interés por recuperar los orígenes; se ve tanto en la Patagonia como en el Gran Chaco. A nosotros nos llega la recuperación política, pero hay una recuperación mayor, religiosa y cultural, que se mantiene en reserva frente a la población no originaria", comenta la artista Teresa Pereda mientras recorre con LA NACIÓN el montaje de Tierra de Encuentros, Cielos y Colores. Arte de Sudamérica Hoy y Ayer, la muestra que ella cura y que inaugura la antigua abadía de San Benito, hoy Centro de Arte y Estudios Latinoamericanos, como espacio de exposición.

Gran conocedora de los rituales de los pueblos originarios, la artista se entusiasma mientras oficia de guía por las salas de nivel museístico que presentarán al público textiles, fotografías, trajes, joyería y máscaras, a partir de mañana, a las 19, en Gorostiaga 1908.
"Lo que estamos mostrando está en uso, no tiene un enfoque museístico", advierte, y se detiene ante el mapa rector de la exhibición, que ayuda a entender las tres grandes regiones abordadas: pampa y patagonia chilena, Gran Chaco (parte de la Argentina, Bolivia y Paraguay) y andina peruana.

La exhibición comienza con textiles tejidos en la zona de Santiago del Estero y una galería de 26 horizontes del río Paraná, en blanco y negro, del fotógrafo Facundo de Zuviría, que actúa como hilo conector con los siguientes tres espacios que mantienen su antiguas fachadas de claustros monacales, pero fueron reacondicionadas para exhibición.
El azul profundo de la primera sala es una clara alusión al vínculo entre los pueblos patagónicos y la luna. Allí, dos litografías de Carlos Enrique Pellegrini, de 1840, ocupan sendas paredes y destacan los detalles más delicados de las pillan kushe (ancianas espirituales). Los mismos estilos de collares de metal y cuentas de vidrio, y sus trajes negros de telas rústicas, visten la sala. "La indumentaria y las joyas que vemos se usan actualmente", cuenta Pereda, al señalar festividades típicas como el Nguillatún, que se cumple una vez al año casi a fines de febrero y reúne al menos a cinco o seis caciques patagónicos. "Son bailes que duran hasta tres días, pero que se desarrollan en la intimidad de las comunidades. El turismo no tiene acceso a ellas", aclara.

También se utilizan los bodoques (antigua versión de los actuales aros expansores de orejas), los tocados masculinos con cuentas de valvas de río o con plumas de colores y los cascos con los que se juega al polke, que se exhiben en la sala de color café, que identifica la cultura del Gran Chaco.
Una colección de 30 máscaras pertenecientes al Museo Riva Agüero da cuenta del cruce étnico en la zona incaica. "Hay prehispánicas, hechas en caparazón de mulita; actuales, de papel maché; de tejido metálico, de madera, de cuero, de latón y hasta de yeso", enumera Pereda, y recuerda que "son usadas en las fiestas religiosas y en las procesiones que se realizan en Perú".


Máscaras del Museo Riva Agüero, de Perú
Máscaras del Museo Riva Agüero, de Perú.Foto:Patricio Pidal / AFV

Ese museo peruano seleccionó para esta ocasión 30 de sus más de 2000 máscaras, que incluyen impactantes representaciones de diablos que suelen participar de "la danza de la Diablada", un baile en el cual se representan y se enfrentan el bien y el mal.

En apenas tres meses, el responsable del centro y ex director del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) Guillermo Alonso coordinó las acciones entre el Riva Agüero de la Pontificia Universidad Católica de Lima, Perú; el Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti, de la Universidad de Buenos Aires; la Colección Hijos del Viento; la Asociación Adobe (Santiago del Estero, Buenos Aires, Milán), y colecciones privadas.Valeria Keller y Mariana Rodríguez diseñaron y montaron la muestra en salas de colores impactantes que remiten rápidamente a las exhibiciones que desarrollaron en el MNBA, tanto en las áreas de exhibición permanente como en algunas temporarias, como Caravaggio o Tekoporã.

La primera propuesta de La Abadía, que se extenderá hasta fines de enero, contempla una agenda de talleres, charlas y hasta encuentros de cine debate que reserva algunas citas imperdibles. Estas actividades están a cargo de Ximena Eliçabe, coordinadora del Centro de Arte y Estudios Latinoamericanos. Para marcar en el calendario, se destacan el recorrido que la propia Pereda guiará para el público este sábado, en la antesala de La Noche de los Museos: una ocasión inmejorable para conocer este nuevo lugar.


Fuente: lanacion.com

EL BARCO QUE VOLÓ SOBRE BUENOS AIRES

Secreta Buenos Aires

El dirigible alemán Graf Zeppelin surcó el cielo porteño el 30 de junio de 1934. Medía 240 metros de largo y 30 de diámetro.


Sorpresa. Para muchos, que no lo sabían, fue inesperado ver a la maquina sobre lugares icónicos de la Ciudad, como el Barolo o el Congreso de la Nación.
Sorpresa. Para muchos, que no lo sabían, fue inesperado ver a la maquina sobre lugares icónicos de la Ciudad, como el Barolo o el Congreso de la Nación.


Eduardo Parise

"Chicos, vengan a la terraza; vengan a ver que hay un barco en el cielo". El llamado del hombre, en Flores Sur, era para sus ocho hijos quienes, como era sábado, todavía remoloneaban en la cama. Ocurrió el 30 de junio de 1934, en una mañana muy fría. Ese día, en un cielo sin nubes, una gran nave plateada se desplazaba sobre la Ciudad y, para algunos inadvertidos, aquello era una verdadera y asombrosa sorpresa. Otros, en cambio, ya sabían de qué se trataba: después de un largo viaje transatlántico y procedente de Brasil, ese "barco" que ahora sobrevolaba Buenos Aires se llamaba Graf Zeppelin, un dirigible de origen alemán que iba a aterrizar en El Palomar, cerca de Campo de Mayo.
El Graf Zeppelin (técnicamente conocido como LZ 127) era una gran aeronave rígida que medía casi 240 metros de largo y más de 30 de diámetro. Tenía cinco motores externos, con una potencia de 550 caballos cada uno. La capacidad del armazón, realizado en duraluminio, era de 105.000 metros cúbicos, lo direccionaban con cuatro timones (dos horizontales y dos verticales), su velocidad máxima llegaba a los 128 kilómetros por hora y su autonomía de vuelo era de 10.000 kilómetros. En la barquilla estaba el puesto de mando y también una estación radiotelegráfica. Pero había mucho más: comedor para pasajeros; diez camarotes, cada uno para dos personas; un salón de estar; cocina eléctrica; servicios sanitarios; alojamiento para los 40 tripulantes; pasillos con grandes ventanas laterales y hasta un salón aislado para fumadores.
Con su nombre, aquel gigante homenajeaba al teniente general Ferdinand von Zeppelin, un pionero de la aeronavegación. Cuando la máquina llegó a Buenos Aires ya tenía hecha una gran campaña. Había volado por primera vez el 18 de septiembre de 1928, el mismo año en el que realizó el primer vuelo intercontinental de pasajeros; en 1929 había dado una vuelta al mundo en 21 días y, en 1931, había volado sobre el Artico. En todos esos viajes el protagonista había sido su comandante, el doctor Hugo Eckener (1868/1954). Para esa época, en Alemania, Eckener era un héroe nacional. Años más tarde, por sus críticas al nazismo (había llegado al poder en enero de 1933), sería declarado persona no grata. Pero en su paso sobre la Ciudad, el Graf Zeppelin lucía la cruz esvástica que luego quedaría en la historia como símbolo de horror y muerte.
Aquel sábado el Graf (conde) Zeppelin llegó a Buenos Aires apenas empezaba a clarear y se deslizó por el cielo de distintos barrios. Lo escoltaban siete aviones. Al pasar frente al Congreso Nacional, la aeronave hizo una suerte de reverencia como saludo. Después marchó hacia el Oeste y luego, siguiendo las vías del actual Ferrocarril Urquiza, llegó al lugar de aterrizaje a las 8.47. Como no había mástil de amarre, cientos de soldados conscriptos del Cuerpo de Aviación del Ejército sujetaron cuerdas que colgaban del dirigible. Otros ayudaron sosteniendo la barquilla. Eckener bajó y saludó a la gente que se había concentrado. Tras cargar 4.000 litros de agua (se llevaron con una autobomba), bolsas de correspondencia y algunos pasajeros, la aeronave volvió al cielo. Había pasado sólo una hora. Cerca de las 10.30 y después de otra pasada sobre la Ciudad, el Graf Zeppelin encaró hacia el río con rumbo a Montevideo.
Aquel hecho quedó en la memoria de la gente por años. Sobre todo en muchos vecinos de Coghlan por algo muy puntual. Cuando pasaba por allí, el Graf Zeppelin sobrevoló una gran fábrica que ocupaba la manzana de las calles Congreso, Forest, Quesada y Estomba, cuyo personal técnico y jerárquico era de origen alemán. La empresa se llamaba Sedalana y era pionera en la fabricación de tejidos de punto con seda artificial, lana y algodón. La había fundado Fiedrich W. Schlottmann, un empresario textil alemán, en 1924. Lo saludaron haciendo sonar la sirena de la fábrica. Algunos dicen que entre los obreros que aplaudían estaba un muchacho de 18 años que trabajaba en Cofia SA, una tintorería subsidiaria de Sedalana. Se llamaba José López Rega y tendría un rol siniestro en el futuro del país. Pero esa es otra historia.


Fuente: clarin.com

UN PASEO VRTUAL POR LA BIENAL DE VENECIA

Es posible gracias a una alianza de "la madre de las bienales" con el Google Cultural Institute











Celina Chatruc

¿Viajar gratis a la Bienal de Venecia? Sí, es posible. A través de visitas virtuales en las que se pueden ampliar y girar las imágenes 360 grados, incluso desde teléfonos celulares, se pueden ver obras y pabellones de todo el mundo gracias a un proyecto de colaboración entre el Google Cultural Institute y la organización de "la madre de todas las bienales", nacida en 1895.
Ya están disponibles online las exposiciones de ochenta países en setenta pabellones nacionales y se pueden admirar más de 4000 obras e imágenes documentales. Entre otras, las de Juan Carlos Distéfano que representan a la Argentina.

Aunque la 56a edición de la bienal cerrará sus puertas el próximo 22 de noviembre, la plataforma virtual se mantendrá abierta hasta una fecha aún sin definir.

   El equipo de Google Cultural Institute registra las obras de la
Bienal de Venecia.Foto:Gentileza Google


El director de la bienal, Paolo Baratta, explicó ayer a la agencia EFE que esta colaboración no sólo promociona a los artistas expuestos en sus países de origen y en todo el mundo, sino que también permite crear un archivo. "Lo más importante es que la muestra quedará perenne en el futuro, por lo que la Bienal se convierte en multi-anual", afirmó.
Sin embargo, aclaró que esta colaboración con el Google Cultural Institute es aún "experimental", por lo que más adelante "se verá de qué manera graduar el acceso a través de Internet" de las próximas ediciones.
Por su parte, el director del Google Cultural Institute, Amit Sood, señaló que la iniciativa surge de la idea de que "debía haber una manera mejor para acceder al arte y a la cultura". "No ha sido una perspectiva académica, intelectual, filosófica, sino una perspectiva simple, fácil. Si consigo despertar el interés de mi madre en el arte y la cultura es un éxito para mí", declaró.

La Bienal de Venecia, que nació en 1895 con la Exposición Internacional de Arte -luego se unieron la música (1930), el cine (1932), el teatro (1934) y la danza (1999)-, se destaca por la búsqueda y promoción de las nuevas tendencias artísticas contemporáneas. Por su parte, el Google Cultural Institute busca desarrollar y preservar la cultura en Internet, en la colaboración con instituciones de todo el mundo.

El equipo de Google Cultural Institute registra las obras de la Bienal de Venecia
    El equipo de Google Cultural Institute registra las obras de la Bienal de Venecia.Foto:Gentileza Google








Fuente: lanacion.com             

ABRE UN CENTRO CULTURAL EN LA ANTIGUA ABADÍA DE SAN BENITO

Será un sitio destinado al arte latinoamericano.
La primera muestra mira a los pueblos originarios desde el presente.
    Aires de monasterio. El edificio conserva un espíritu de retiro y meditación.  GERMÁN GARCíA ADRASTI

Bárbara Álvarez Plá

En el lugar donde a principios del siglo XX se reunían los monjes a la hora de comer hay ahora un auditorio con capacidad para 120 personas, que conserva los motivos religiosos en sus paredes y el púlpito desde el que uno de los monjes leía a los demás comensales. En lo que un solía ser un lugar de retiro y meditación, el claustro, será pronto un patio con cafetería y restaurante que rodea una frondosa zona verde que pretende albergar espectáculos musicales y teatrales. Se trata de La Abadía, un monasterio benedictino situado junto a la Parroquia de San Benito, en el barrio de Palermo, y que a partir del 28 abrirá sus puertas como el nuevo Centro de Arte y Estudios Latinoaméricanos. Lo hará con el primero de sus proyectos: la muestra Tierra de encuentros, cielos y colores. Arte de Sudamérica hoy y ayer, curada por la artista Teresa Pereda.
El Centro funcionará en lo que era la Abadía de San Benito. Es una iniciativa de la Familia Sodálite - una agrupación católica- y contó, además, con el apoyo de la Ley de Mecenazgo porteña y de la Fundación Bunge y Born, así como del Banco Galicia, que se encargó de la refuncionalización de las salas del primer piso, las únicas accesibles por el momento y en las que están las salas de exposiciones, la biblioteca, el auditorio. La Abadía contó además con el asesoramiento de la arquitecta Silvia Fajre, de Darío Lopérfido -actual director del Teatro Colón- y del productor Juan Aramburu.
Ayer, durante un recorrido por el imponente espacio de 5.000 metros cuadrados (de los que ya se han refuncionalizado 1.000), en compañía de Guillermo Alonso -ex director del Museo Nacional de Bellas Artes y director de relaciones públicas de este nuevo centro de arte-; de Teresa Pereda -curadora de la muestra que servirá como apertura del lugar- y de Ximena Eliçabe- directora del Centro de Estudios- sonaban las campanas de la iglesia aledaña, como abriendo las compuertas de otros tiempos. En las celdas de los monjes están ahora las salas de exposiciones.
“Nuestra apuesta es darle al arte popular latinoamericano el lugar que debería tener” -explicó Eliçabe. “El foco será el arte producido en América”- completó Alonso- “desde los pueblos originarios hasta la actualidad. Porque esto no es el ayer, esto es el hoy y es nuestro”. Así, La Abadía comienza su camino sobre tres ejes: un programa de exposi- ciones artísticas, una escuela de música que llevará a la formación de una orquesta infantil y el Centro de Estudios Latinoamericanos, “cuya función será la investigación y la generación y el intercambio de publicaciones con otros centros similares en otros países”. De esas relaciones -dice Eliçabe- irán surgiendo los contenidos que iremos mostrando”. En torno a las muestras habrá charlas, talleres, cursos, cine, foros y teatro.
La biblioteca alberga casi 7.000 volúmenes, que pertenecieron a la biblioteca personal de Monseñor Eugenio Guasta, un monje que formó parte de la Revista Sur, de Victoria Ocampo. “Próximamente” -explicó Alonso- “se comenzará el proceso de clasificación y catalogación”. La biblioteca estará a disposición de los investigadores, así como del público en general.
Ya está casi todo listo para que la Abadía, cuya historia comenzó en 1914, dé sus primeros pasos en su empresa de convertirse en un ámbito dedicado a la reflexión y la puesta en escena de la rica tradición cultural latinoamericana. “Por ahora” -explicó Eliçabe- “todas las actividades estarán relacionadas con la temática de la muestra que inaugura el miércoles, pero la idea es de continuidad y el año que viene, habrá cosas más permanentes y cursos y actividades de mayor extensión”.


Fuente: clarin.com

ABRIÓ CASA FOA EN UNA ANTIGUA CASONA DE RETIRO

Patrimonio porteño.

Es de 1906. Está en Basavilbaso 1233, intervenida por arquitectos, decoradores y artistas.
Fachada. La casona de Basavilbaso fue construida en 1906. /Archivo
Fachada. La casona de Basavilbaso fue construida en 1906. /Archivo
En una antigua casona de Retiro, espejo de la vida aristocrática de principios de siglo XX, abrió Casa Foa, la muestra anual que cumple 30 años.
Ese edificio, que mandó a construir un terrateniente de Venado Tuerto en 1906 y pasó años cerrado, ahora renace con la exhibición, que incluye 41 espacios intervenidos por arquitectos, decoradores y artistas.
En el suplemento Arq de Clarín, recomiendan diez imperdibles.
El lugar tiene una entrada majestuosa, salones donde lo antiguo convive con novedades y una fuente declarada Bien Cultural, entre otras características. Son 2.200 metros cuadrados interiores, con techos de doble altura, donde se conservan pisos de roble de Eslavonia y mármoles.
La muestra se podrá visitar en Basavilbaso 1233 todos los días de 13 a 21. Pero jueves y viernes, la recorrida se extiende hasta las 24, con música, comida y encuentros con creadores. Entrada general: $ 130.



Para Casa Foa abren una residencia de 1906, cerrada por veinte años

La muestra anual, que cumple 30 años.

Está Basavilbaso al 1200, en Retiro. La mandó a construir un terrateniente en 1906 y tiene 26 herederos. Arquitectos y artistas le dan nueva vida.

Casona. Con influencia francesa, refleja costumbres aristocráticas de principios del siglo XX./ Néstor García
          Casona. Con influencia francesa, refleja costumbres aristocráticas de principios del siglo XX./
          Néstor García


Silvia Gómez

El hall de esta antigua casona de la calle Basavilbaso, en Retiro, guarda un secreto que quedó a resguardo con el empapelado y los géneros de Sofia Willemoës. Una pequeña puerta, escondida en la boiserie, sugiere la existencia de un pasadizo, una puerta de escape, un túnel secreto. El hall –que representa un hotel imaginario ubicado en New York– forma parte de uno de los 41 espacios que fueron intervenidos por arquitectos, paisajistas, interioristas y artistas para Casa FOA, la muestra que cumple 30 años.
A diferencia de las últimas ediciones –donde se intervinieron grandes espacios, como el año pasado en la Abadía de San Benito, en Belgrano–, con la residencia de la calle Basavilbaso se retornó casi al origen de la muestra, cuando se realizaban en sitios “pequeños”, con pocos metros cuadrados.
“No es casual que esta casa sea muy parecida a la primera que intervino Casa FOA. La diferencia está en los criterios, en el cambio de la industria, en la incorporación del arte como parte del interiorismo. En las primeras ediciones el concepto giraba en torno a la decoración; hoy la gente viene a ver también la evolución de los materiales”, explicó la arquitecta Ana Astudillo, responsable de la curaduría de los espacios. En 2014, en la Abadía, muchos espacios debieron adaptarse para llevar a cabo la muestra. Pero ahora, la muestra se adaptó a la casa, ya que los ambientes no se modificaron. “También fue una búsqueda mostrar la casa tal como funcionaba”, remarca Astudillo.
Forma parte de un barrio con una fuerte impronta de la arquitectura francesa que desembarcó entre fines del 1800 y principios del 1900. Esta residencia, que había estado cerrada por unos veinte años, se construyó en 1906. Fue encargada por Alejandro Estrugamou, un terrateniente en Venado Tuerto, hijo de inmigrantes vascos-franceses. Si bien muchos de sus herederos también conservan el apellido, hoy las ramificaciones familiares llegan hasta otros, diversos. Según pudo saber Clarín la casa tiene 26 herederos. Y luego de la muestra volvería a cerrar, quizá como un emprendimiento privado o nuevamente para aguardar que los herederos se pongan de acuerdo sobre su futuro.
Hoy, quienes ingresen, podrán asistir a una sucesión de espacios intervenidos con improntas muy diferentes. En la planta baja se podrá pasar del elegante escritorio diseñado por Javier Iturrioz, al moderno comedor de Carlos Galli; y disfrutar del sorprendente foyer de Julio Oropel y José Luis Zacarías Otiñano. En la planta alta el dormitorio principal –“Ensueño”– fue intervenido por James Boyd Niven con obras de arte, un tapiz del siglo XVIII y alfombras chinas, y el bar, de Gustavo Yankelevich y Máximo Ferraro, impacta desde su revestimiento: la obra del artista Matías Kritz fue impresa digitalmente sobre un porcelanato.
El recorrido por la casa puede ser también una excusa para recorrer un rincón porteño con muchas otras joyas de la arquitectura: a metros se encuentra el Palacio Anchorena, en donde funciona la sede ceremonial de la Cancillería. Y otros tres palacios: el Paz, en Santa Fe 750, que en su momento fue la residencia más grande de la Ciudad; el Haedo, en Marcelo T. de Alvear 665, que hoy es la sede de la Administración de Parques Nacionales; y el Estrugamou, en Juncal 747. Y a metros de éste último arranca otra sucesión de construcciones que vale la pena conocer: los dos Bencich sobre calle Arroyo y cruzando la 9 de Julio los palacios Ortiz Basualdo (Embajada de Francia) y Pereda (Embajada de Brasil).
La muestra podrá visitarse hasta el 30 de noviembre, en Basavilbaso 1233, Retiro. Todos los días de 13 a 21; jueves y viernes, con recorrido nocturno hasta las 24, con música en vivo, gastronomía y encuentro con los autores. Valor de la entrada: $130 pero hay descuentos con algunas tarjetas, también para jubilados y estudiantes y 2x1. Más info en: www.casafoa.com

Un espacio que evoca un pasadizo secreto

En Casa Foa.
Espacio 9. Con la intervención de Sofia Willemoës, donde está la puerta del misterio. / Gentileza Casa Foa

Como una consigna que forma parte de la identidad de Casa FOA, la "carcaza" del edificio fue respetada por los profesionales. El espacio de Sofia Willemoës invita a fantasear con la existencia de un "túnel secreto": "La intervención se despliega en el territorio de la majestuosa escalera de acceso principal con los escalones de mármol, el hall de ingreso, y se complementa con un túnel secreto, existente en la residencia y utilizado para situaciones de emergencia", describe la directora artística.
Pero, ¿existían en la Ciudad estos túneles de escape?
El arqueólogo urbano Daniel Schavelzon –director del centro de Arqueología Urbana de la UBA– se mostró sorprendido: "No eran usuales en este tipo de casonas. Al menos, no hemos tenido certeza sobre ellos", explicó a Clarín.
Aunque sí existían túneles, pero con otra finalidad: "Esconder a la servidumbre. En los grandes palacios, el personal doméstico se movía por ingresos paralelos a los principales; sin embargo en estas residencias más pequeñas compartían la misma puerta de entrada, pero si observamos con detenimiento vamos a encontrar puertitas más pequeñas, como escondidas en la pared, disimuladas. Evitaban que pasaran por el salón principal. A través de túneles y pasadizos, llevaban al personal directamente hacia la parte trasera de la casa", contó Schavelzon.



Fuente: clarin.com

HALLAN EN LO ALTO DE UNA MONTAÑA
UN SANTUARIO SECRETO DE LOS INCAS

Perú


Un grupo de exploradores españoles descubrió un santuario inca en las montañas de Vilcabamba, en Perú, a unos 150 kilómetros de la ciudad de Cusco. Lo consiguieron gracias a las imágenes conseguidas luego de un rastreo realizado por satélite.
El equipo de científicos e investigadores dirigidos por el escritor y explorador Miguel Gutiérrez Garitano llegó a Madrid sorprendido por la importancia del hallazgo, que contempla al menos 55 recintos. Según Gutiérrez Garitano le contó al diario El País, los mismos estaban “emplazados en la montaña más elevada de la zona, en un lugar que sólo podía descubrirse mediante imágenes por satélite”.
En ese lugar se presume que se realizaban sacrificios humanos. “Las ruinas estarían relacionadas con el Reino incaico de Vilcabamba. Puede que las evidencias que encontramos demuestren la existencia del rito de la Capacocha, lo que según los expertos sería un hallazgo revolucionario”, agregó el líder de la expedición.
En su regreso a España, los científicos se contactaron con Carmen Rubio, experta en Historia de América, quien piensa que “el hallazgo corresponde a uno de los montes sagrados, llamado Apus entre los incas, y que en él se rendía culto al dios del agua, quien en perfecta conjunción con el dios Sol, el Inti, fertilizaba a la diosa Tierra, la Pachamama, madre de las mujeres y hombres andinos”.
El comienzo de todo ocurrió con una imagen satelital en la que divisaron recintos rectangulares que podrían corresponderse con edificios. Luego, en septiembre, fueron directamente al lugar. “Ascendimos a la montaña, hasta la cima, y recorrimos los puntos más importantes que habíamos fijado mediante técnicas de detección de distancia. Los resultados dejaron cortas nuestras estimaciones. Pudimos fotografiar numerosos recintos rectangulares, además de carreteras incas, escaleras y gradas, cuevas acondicionadas y numerosas tumbas”, contó Gutiérrez Garitano al diario español.
El arqueólogo Iñigo Orue consideró que: “toda la montaña se organiza como un enorme yacimiento cuyo alcance no podemos conocer hasta un trabajo arqueológico de mayores proporciones”.
Entre los ritos que se podían haber dado allí estaban el sacrificio de doncellas vírgenes que se llevaba a cabo para prevenir hambrunas, o desastres naturales, según comentaba Miguel Gutiérrez.
Uno de los pasos que seguirán es comprometer a las autoridades peruanas, a la Universidad del País Vasco y a empresas para que ayuden a seguir con sus estudios y también a preservar lo que han descubierto.
Y ya planifican regresar a la zona en junio o julio de 2016.


Fuente: clain.com