VALIOSOS CÓDICES MEDIEVALES
SE PONEN AL ALCANCE DE LA MANO EN ZARAGOZA

Un conjunto de valiosos códices medievales salpicados de exquisitas miniaturas pintadas con delicadeza y paciencia se pondrán al alcance de la mano en una exposición que se inaugura mañana, martes, en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. EFE

Un conjunto de valiosos códices medievales salpicados de exquisitas miniaturas pintadas con delicadeza y paciencia se pondrán al alcance de la mano en una exposición que se inaugura mañana, martes, en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. EFE

Un conjunto de valiosos códices medievales salpicados de exquisitas miniaturas pintadas con delicadeza y paciencia se pondrán al alcance de la mano en una exposición que se inaugura mañana, martes, en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. EFE

Un conjunto de valiosos códices medievales salpicados de exquisitas miniaturas pintadas con delicadeza y paciencia se pondrán al alcance de la mano en una exposición que se inaugura mañana, martes, en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. EFEUn conjunto de valiosos códices medievales salpicados de exquisitas miniaturas pintadas con delicadeza y paciencia se pondrán al alcance de la mano en una exposición que se inaugura mañana, martes, en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. EFE

Un conjunto de valiosos códices medievales salpicados de exquisitas miniaturas pintadas con delicadeza y paciencia se pondrán al alcance de la mano en una exposición que se inaugura mañana, martes, en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. EFE

Zaragoza - Un conjunto de valiosos códices medievales salpicados de exquisitas miniaturas pintadas con delicadeza y paciencia se pondrán al alcance de la mano en una exposición que se inaugura mañana, martes, en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza.
Se trata de una treintena de "clones" creados con paciente laboriosidad por el editor gallego Manuel Moleiro, quien gusta llamar a sus creaciones "casi original" debido a la perfección con la que se reproducen no sólo el texto, las imágenes y la textura del papel sino cada una de las imperfecciones que muestran sus hojas.
Obras de lujo ricamente iluminadas, realizadas por los pintores más prestigiosos de la época para emperadores y reyes y custodiadas actualmente en instituciones como el Museo Metropolitano de Nueva York, el Museo Británico, las bibliotecas nacionales de Francia y Rusia o el Museo Arqueológico Nacional.
Entre las obras expuestas se encuentra el Breviario de Isabel la Católica, iluminado por los mejores pintores de Flandes y depositado en la British Library de Londres, cuyos responsables siempre han rechazado prestar su más valiosa pieza.
Este asombroso manuscrito, concebido como el más lujoso de los breviarios flamencos, se realizó para conmemorar los tres éxitos principales del reinado de Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, es decir, el acuerdo de matrimonio de sus hijos Juan y Juana con los hijos de Maximiliano I de Austria, la Conquista de Granada y el Descubrimiento de América.
La exposición, titulada "El gabinete de las maravillas: códices iluminados de las mejores bibliotecas del mundo", muestra también el Atlas Vallard, una obra realizada por el cartógrafo portugués del mismo nombre que revolucionó la historia al incorporar por primera vez una imagen cartografiada de la costa de Australia, y salpicada con multitud de dibujos alusivos a la población y costumbres de cada uno de los continentes.
Un conjunto de valiosos códices medievales salpicados de exquisitas miniaturas pintadas con delicadeza y paciencia se pondrán al alcance de la mano en una exposición que se inaugura mañana, martes, en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. EFEUn conjunto de valiosos códices medievales salpicados de exquisitas miniaturas pintadas con delicadeza y paciencia se pondrán al alcance de la mano en una exposición que se inaugura mañana, martes, en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. EFE
Otro de los "clones" expuestos.

También se exhibe el Salterio Triple Glosado, una joya bibliográfica de la Corona de Aragón que se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia.
Esta obra cuenta con más de 140 miniaturas pintadas en dos espacios y en dos momentos diferentes: Canterbury (año 1200) y Corona de Aragón (1340).
La parte aragonesa, de estilo gótico italianizante, fue pintada por el artista Ferrer Bassa por encargo del monarca Pedro IV el Ceremonioso.
Los visitantes también podrán hojear curiosas piezas como el Tacuinum sanitatis, un tratado de medicina escrito en Bagdad en 1036 y manuscrito en el siglo XV; el Libro de la Felicidad, un encargo del sultán Murad en 1582 que incluye tablas para la interpretación de los sueños, o el tratado de alquimia Splendor Solis.
Para obtener cada uno de estos clones, Manuel Moleiro y su equipo se han desplazado a los lugares donde se custodian los originales para estudiarlos y tomar fotografías con una resolución de 150 megapíxeles.
Posteriormente, y en un proceso que puede prolongarse por espacio de varios años, el equipo realiza pruebas sucesivas hasta conseguir una que a simple vista no puede distinguirse de la original, ni siquiera al tacto.
La exposición permanecerá en Zaragoza hasta el próximo 28 de septiembre.

Fuente: EFE

ARTE: EL PATRIMONIO DEL DESARROLLO NACIONAL

Tiempo de construir

Desde mediados del siglo XIX, dentro de un contexto internacional de acelerada expansión mercantil y de exportaciones industriales, aparecen los primeros testimonios de ingeniería civil, actividad con crecimiento exponencial en la primeras décadas del siglo XX, cuando los mejores profesionales eran convocados a la remota Argentina




La valoración y preservación del patrimonio en la Argentina ha consagrado ya varios "sistemas patrimoniales" en la apreciación del público así como también -aunque de manera menos extensiva- en la protección legal y en la gestión. Entre los "patrimonios" tutelados podemos incluir el acervo precolombino y colonial, una parte de la arquitectura del eclecticismo de fines del siglo XIX y principios del XX, como así también de la arquitectura moderna. Y por supuesto distintas "series" tipológicas como los edificios para teatros o estaciones del ferrocarril, o las estilísticas como el Art Nouveau o el Art Déco. Sin embargo, todo un gran "sistema patrimonal" de la Argentina sigue aún siendo poco conocido y apreciado, y mucho menos consagrado o preservado. Se trata, a grandes rasgos, de las construcciones del campo de la ingeniería erigidas a lo largo y a lo ancho del país, que abarcan áreas tan diversas como la infraestructura, el transporte, la energía y las comunicaciones. Y que han forjado, tanto o más que la arquitectura, el paisaje urbano y rural de todas las provincias.
La diferenciación del "patrimonio de la ingeniería" del resto del patrimonio construido durante una época histórica se corresponde con el nacimiento y desarrollo de la disciplina como tal. Esto es, los siglos XIX y XX, cuando la ingeniería se separa de la arquitectura con el afianzamiento de la ciencia y el advenimiento de la tecnología y se convierte en disciplina autónoma. Anteriormente todo estaba englobado dentro de un saber teórico y práctico integrado, donde los diseñadores y los calculistas eran uno solo, la construcción abarcaba tanto obras simbólicas como funcionales y así el patrimonio edificado se englobaba dentro de una misma categoría: romano, gótico o barroco.
Buscar las primeras trazas del patrimonio de la ingeniería en la Argentina puede llevar a examinar los más notables trabajos de infraestructura del período precolombino y colonial. Éstos se encuentran en las obras ocultas de irrigación, saneamiento y comunicaciones que hicieron los pueblos originarios y después los jesuitas o los ingenieros militares de la Corona española. La historia continúa con algunos pocos testimonios del período posterior a la Independencia, que quedaron casi todos en proyecto por la escasez de recursos.
 
Dique en Cruz del Eje, provincia de Córdoba. 
Pero sería desde mediados del siglo XIX, dentro de un contexto internacional de acelerada expansión mercantil y de exportaciones industriales, cuando aparecen los primeros testimonios de la ingeniería civil, actividad de crecimiento exponencial en los años sucesivos. Y que por varias décadas, hasta la Primera Guerra Mundial, estaría mayormente en manos de profesionales extranjeros ligados a inversiones europeas. Con los británicos a la cabeza se desplegaron las redes de ferrocarriles, las obras sanitarias y las instalaciones portuarias por distintas partes del país, impulsadas por la energía a vapor con el carbón como combustible, el uso de componentes prefabricados de hierro y la tradición funcional inglesa de estructuras de ladrillo. Varios países (Francia, Alemania, Bélgica) participaron de la construcción de esa infraestructura y no pocas veces, como sucede siempre en la Argentina de la época, intervinieron ingenieros de diversas procedencias y también argentinos. El desarrollo del país hizo necesarios establecimientos industriales de diversa escala, donde también los ingenieros estuvieron a cargo del proyecto de los edificios y del equipamiento. Surgieron así obras monumentales, por no decir ciclópeas, muchas de las cuales siguen en uso y que hoy jalonan el territorio nacional en distinto estado de conservación: estaciones de ferrocarril, puentes, viaductos, túneles, tanques de agua, casas de bombas, docks, depósitos, fábricas, talleres. También por esa época, en 1865, se crea la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, donde enseñan inicialmente profesores de origen italiano y egresan los primeros ingenieros argentinos como Luis A. Huergo. Al mismo tiempo actúa un destacado grupo de ingenieros alemanes que funda, con otros colegas argentinos y extranjeros, la Sociedad Central de Arquitectos. Hacia 1900, acaballado sobre el positivismo, el higienismo, el taylorismo y el cientificismo, el campo de la ingeniería se hizo más ecléctico y cosmopolita, como tantas otras disciplinas en el país. Ya entonces la ingeniería argentina había echado raíces. Poco antes habían sido fundados tanto el Centro Argentino de Ingenieros como la Escuela Industrial Otto Krause, y varias empresas constructoras extranjeras y nacionales muy activas habían asentado sus sedes en Buenos Aires, Rosario o Córdoba. El emergente hormigón armado comenzó a desplazar el acero para las construcciones, la energía eléctrica reemplazó la de vapor, se expandieron las telecomunicaciones y los avances en invenciones y descubrimientos abrieron pista a los automóviles y a los aviones que necesitaron de redes e instalaciones específicas. Surgen entonces nuevos tipos de construcciones: usinas eléctricas, silos y elevadores de granos, rutas y caminos, diques y embalses, centrales telefónicas y estaciones de radio, establecimientos mineros y siderúrgicos.

 
Tanque de agua, Villa Mercedes, provincia de San Luis. 
A partir de la Primera Guerra Mundial se abrió una nueva época con sustitución de importaciones, creación de empresas y organismos públicos con equipos técnicos propios (Ferrocarriles del Estado, Obras Sanitarias de la Nación, YPF, Dirección Nacional de Vialidad, Agua y Energía). Se desarrolló entonces un nuevo ciclo en la construcción de infraestructura, ya del siglo XX, fundamental para el desarrollo del país, con obras de gran jerarquía y originalidad que pasaron a formar parte del paisaje local y regional. Muchas de estas construcciones tienen excepcionales valores históricos, culturales, tecnológicos, paisajísticos, así como también estéticos, que es necesario redescubrir y difundir. Esta tarea es de las autoridades, de los medios pero fundamentalmente de los profesionales de la construcción, ingenieros y también arquitectos, que deberían aunar esfuerzos para reintegrar el patrimonio cultural inmueble de la nación.
 

Valoración y preservación

 

 
Silo, provincia de La Pampa. 
La preservación del patrimonio de la ingeniería a nivel internacional se inicia en la década de 1960 en Inglaterra, justamente el país donde se inició la Revolución Industrial en la segunda mitad del siglo XVIII, que se expandió luego por todo el mundo. Después de varias décadas de prédica, sigue siendo un patrimonio con sus problemas de valoración y preservación específicos. Que comienza con cierto desprecio por las connotaciones contaminantes y depredatorias que tiene hoy el desarrollo en la Modernidad y sus manifestaciones industriales. Aunque contrariamente a la arquitectura que hasta principios del siglo XX pretendió ser casi eterna, las obras de ingeniería fueron diseñadas para cumplir un ciclo; es decir, casi efímeras. Y más allá de su valor histórico, económico y social, las construcciones del campo de la ingeniería basan su inesperada o sorprendente estética en la expresión de una descarnada funcionalidad a la que no es sensible el público en general. Por el contrario, tienen gran capacidad de ser adaptadas y recicladas, aunque en el intento muchas veces pierden parte de su carácter y potencia. Sobre las obras de ingeniería, tanto las que preservan su uso original como las que han sido renovadas, rara vez se hace conservación y casi siempre mantenimiento. Y muchas veces su obsolescencia y decadencia parecen disminuir su "agresividad" y aumentar su valor estético. De cualquier manera, deberían interponerse acciones de registro, difusión y preservación de este patrimonio nacional tan importante como los demás.

Fuente: ADN Cultura La Nación

"ARMO PEQUEÑAS PUESTAS EN ESCENA CON OBJETOS QUE VOY ENCONTRANDO"


Trabajando. Esta es una de las muchas y sugerentes escenas que Liliana Porter compuso para “El hombre con el hacha y otras situaciones breves”, su nueva muestra./FOTOS GERMÁN GARCÍA ADRASTI

Por Mercedes Pérez Bergliaffa

Minúsculo, el reino de lo diminuto se devela en la obra de Liliana Porter, especialmente en El hombre con el hacha y otras situaciones breves, la exposición que se acaba de inaugurar en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). Formada por una instalación central que lleva ese título, más algunas pequeñas escenas que la acompañan y un conjunto de dibujos, la muestra se expone en la sala 3 del museo.
Como es típico en la artista desde hace años, utiliza en la obra central pequeños muñequitos vintage, porcelanas rotas, sillas descasquetadas, piedras, maderas antiguas, brillantina y pigmentos de colores, sobre una inmensa tarima: allí Porter propone una catarata de situaciones múltiples, a primera vista disparatadas pero siempre poéticas. No, la artista no las piensa previamente: las va armando sobre la marcha.
Su razonamiento se desarrolla a través de los objetos, con los que mantiene una relación casi amorosa. “En la instalación aparecen un montón de temas y objetos que usé en trabajos anteriores, por ejemplo, en fotos y grabados”, explica la artista. “En este sentido, es un vocabulario personal que puede ser reconocido.” Al mismo tiempo, los símbolos que aparecen son muy distintos: la familia Kennedy, el martillo y la hoz (un martillo de juguete), un Mickey Mouse de vidrio, un santo venezolano decapitado, el Che… La cabecita de un viejo Charlie Brown de madera: “Lo encontré en la playa, en los Estados Unidos”, explica, ciervitos de porcelana, un pollito desplumado y el ratón Mickey de murano –hecho pedazos–, conviven con soldados nazis apuntando con escopetas (de unos 3 centímetros), la mujer dorada regando platos estallados y el auto de los Kennedy en versión “micro”, con todos adentro.
La escala da ternura: todo lo que es mínimo, frágil, tiende a despertar instinto de protección. Pero si miramos con atención, no sabremos bien si las situaciones son ingenuas o plantean –por detrás– problemas más bien dramáticos, sombríos. “Creo que la cosa va más por acá”, comenta Porter, “aunque todo depende de cómo lee la obra el que la ve”. Y muchas veces esos problemas planteados rozan, casi de manera casual, puntos históricos. En este sentido, Porter es una provocadora sutil, que construye sugerencias a través de muñequitos y piedras, por ejemplo.

En su salsa. Porter, sonriente con su instalación terminada en el Malba.

Pero en medio de toda esta narrativa –para nada lineal–, hay un personaje central: ese hombrecito que, con su hacha, fue destruyéndolo todo: personajes, platos, animales, casitas, ¡hasta un piano! La artista explica que el hombre simboliza el tiempo, que todo lo destruye, que nada perdona. Pero claro, la lectura no es tan fácil: la instalación es compleja y tiene varios niveles de significación. Las diferentes escalas de los objetos crean una cadena de intrigas. A través de cualquiera de ellas es posible entrar en la obra: son sus puertas. Si pensamos que el alfabeto Porter está compuesto por objetos chiquitos, entonces su lengua es el espacio, sobre todo el espacio blanco. Y esta es otra de sus característica: dejar mucho “aire”, mucho plano blanco. Ella lo llama “silencios”: “Armo pequeñas puestas en escena con objetos que voy encontrando”, dice. “No elijo cualquier cosa en los mercados de pulgas y en las casas de antigüedades donde busco, me fijo cuidadosamente.
Pueden verse muchos objetos pertenecientes a la memoria colectiva. De eso estamos hechos: de memorias y vivencias”. Y reflexiona: “Creo que todas las imágenes que aparecen son, de algún modo, parte de mi experiencia. Tienen que ver con la construcción de mi propio mundo”. Y su mundo es detallado, sutil, ingenioso: el mundo de una enamorada de lo mínimo.

Fuente: clarin.com

CÓMO NACE UNA OBRA DE ARTE

En busca de las musas
¿Dónde se encuentra la inspiración? ¿Y qué se hace con ella cuando aparece? Ocho artistas argentinos de distintas disciplinas explican sus procesos creativos desde el momento en que conciben una idea hasta que el trabajo queda terminado



Por Celina Chatruc / LA NACIÓN

Como no le gusta leer y no toma alcohol ni pastillas para dormir, cuando viaja en avión Marcos López pinta con acuarelas. De esos pequeños dibujos han surgido grandes ideas para sus obras. Graciela Taquini encuentra inspiración en la cama, minutos antes de dormirse. Nushi Muntaabski, sentada en un banquito, en medio del bosque, mientras escribe en su iPad. Carlos Herrera sale a caminar por la ciudad, observa a la gente y compra objetos de todo tipo; luego se recluye en su taller del campo, donde los une y les da sentido.
Cada artista recorre su propio camino para llegar a una obra. Aunque todos se encuentran en algún punto, según quienes han estudiado cómo funciona el proceso creativo (ver columna). Estar tranquilos y atentos a la intuición, suspender por un rato el censor y liberar al niño interno, coinciden, son algunas de las condiciones principales para escuchar a las musas, que sólo parecen hablar en susurros.
En esta nota, ocho artistas cuentan cuáles son sus estrategias para "atrapar los peces más grandes", como diría el cineasta David Lynch. Porque, en palabras de Picasso, "la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando". En sus concurridos talleres de guión, el dramaturgo Mauricio Kartun cuenta que él siempre tiene una libreta a mano y lleva un grabador cuando sale a correr, porque las ideas que se van no suelen volver.
Estos métodos no sólo son útiles para los artistas, sino también para mejorar la creatividad en la vida cotidiana. Por eso hoy muchas empresas ofrecen a sus empleados espacios de juego y meditación. El propio Steve Jobs, un hombre que cambió la historia con sus inventos tecnológicos, reconoció que gran parte de sus creaciones se basaron en una lección que aprendió de su padre mientras pintaban juntos un cerco de madera: "Le encantaba hacer bien las cosas -dice Jobs en la biografía escrita por Walter Isaacson-. Se preocupaba incluso por las partes que no se podían ver".
"La creatividad puede resolver casi cualquier problema", asegura el famoso publicista George Lois, que habría inspirado al personaje de Don Draper en la serie Mad Men, en su libro Damn Good Advice for People with Talent ("Buenos malditos consejos para gente con talento"). Dos de estos consejos son: leer los principales diarios todos los días y visitar los museos todos los fines de semana. "Continuamente tenés que alimentar la bestia interior, que echa chispas e inspira -opina Lois-. El ADN del talento está guardado en los grandes museos del mundo, que custodian las epifanías. Estas epifanías entran en el sistema nervioso y en los profundos recovecos de la mente.".

Mondongo

Perder prejuicios

El grupo integrado por Juliana Laffitte y Manuel Mendanha defiende el trabajo en equipo
 
"Las ideas no tienen dueño", opina Manuel Mendanha. Y señala un esternón que realizó con monedas junto a su mujer, Juliana Laffitte, inspirado en un libro que les regaló el escritor Rodolfo Fogwill. Casados desde hace 14 años, ambos fundaron en 1999 el grupo Mondongo con la artista Agustina Picasso. Aunque ella vive hoy en Los Ángeles, aseguran que sigue integrando la "familia".
"Crear algo es algo amistoso -sostiene Mendanha-. No solamente con los amigos vivos y con la gente que uno decide trabajar, sino también con el pasado. Formamos parte de una especie y los logros previos también nos pueden servir. Es un diálogo constante. El hecho de ser muchos nos permitió perder los prejuicios de la propiedad intelectual y de la autoría única de la obra. Del ego."
Si bien se consideran pintores, los integrantes de Mondongo se hicieron conocidos a nivel internacional por expandir los límites de la pintura al explorar con materiales poco habituales: desde pan y cigarrillos hasta chicles y carne disecada. Incluso se atrevieron a retratar a la realeza española con espejitos de colores.
El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires expone hasta el domingo su producción reciente. Allí están el esternón, los retratos con hilo al estilo impresionista, las cajas de luz con superficies tridimensionales y la obra que se llevó todos los aplausos: una enorme instalación realizada en plastilina, que recrea con relieve un paisaje de Entre Ríos y demandó cuatro años de trabajo.
Son 15 paneles que crecieron sin fecha límite ni destino cierto, en paralelo a doce calaveras también creadas en plastilina. Este material probó ser muy flexible: puede funcionar como pintura -derretido y trabajado con espátula-, moldearse para dar vida a las pequeñas piezas de una obra más grande o ganar tres dimensiones hasta convertirse en escultura, sobre distintos soportes.
Ellos mismos encargan siete colores básicos, que Alba fabrica con pigmentos de óleo y les envía por toneladas. Luego los mezclan a mano e improvisan formas en torno de un tema. Junto con tres asistentes, sobre bocetos desarrollados en la computadora, a pocos pasos del Jardín Botánico trabajan ocho horas por día con música de fondo, casi sin hablar. Las series llegan a su fin cuando se aburren, cuando ya no sienten que algo es "auténtico".
 

lecturas recomendadas

  • El camino del artista. Julia Cameron (Troquel)
  • Free Play. Stephen Nachmanovitch (Paidós)
  • Atrapa el pez dorado. David Lynch (Mondadori)
  • Ágilmente. Estanislao Bachrach (Sudamericana)
  • El cuaderno de Bento. John Berger (Alfaguara)
  • Sobre el dibujo. John Berger (Gustavo Gili)
  • Damn Good Advice. George Lois (Phaidon)
  • Steve Jobs. Walter Isaacson (Debolsillo)
  • Zen en el arte del tiro con arco. E. Herrigel (Kier)
  • Cartas a Theo. Vincent Van Gogh (Adriana Hidalgo)

Marcos López 

Liberar al niño interior 

 

Más conocido por su carrera como fotógrafo, este artista logró ampliar sus propios límites mediante la transgresión y la improvisación constantes; considera fundamental jugar y vencer el miedo.


"Sacar fotos me sale bien, me resulta fácil. Por eso me aburro. Me tomo un taxi ahora, me voy a la fiesta del precarnaval de Gualeguaychú y hago diez fotos buenas. Porque sé cómo se hace: toco el timbre y le digo al bailarín: '¿Te puedo fotografiar con tu mamá?' 'No, porque está con mi abuela en el hospital.' Entonces vamos y le saco al bailarín con la abuela."
Tanto se aburrió Marcos López de este mecanismo de trabajo que se dejó guiar por su intuición y tomó el camino de la desmesura. Su última muestra, que ocupó en marzo la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, mostró la otra cara del fotógrafo: instalaciones, pinturas y las acuarelas que realiza en aviones y hoteles durante sus viajes.
Sentado en la casita de madera que luego ofrecería al mejor postor en Internet y más tarde exhibiría en arteBA, López confesó su "necesidad compulsiva" de improvisar en forma constante y su dificultad para ponerle a la obra un punto final. Eso hizo que demorara cuatro años en terminar la película sobre Ramón Ayala que presentó este año en el Bafici, y que sembrara el pánico en el Recoleta cuando se llevó a su taller de Constitución una obra sin avisar, una vez que ya había montado la muestra.
Lo mismo le pasa en Facebook, herramienta que usa para compartir -"sin corregir, sin red"- sus ideas casi siempre polémicas. "Hay un punto clave en el proceso creativo -opina- que es tratar de transgredir: a los maestros, a las instituciones, al establishment. Es fundamental en este ejercicio vencer el temor y liberar a ese niño interior para el juego."
Claro que el censor no tarda en llegar, y a veces se levanta de la cama a las cuatro de la mañana para borrar lo que publicó en Facebook. "En un momento hay que correrse -explica- en un movimiento disléxico, bipolar, y ser un adulto responsable, consecuente y lúcido, consciente de una realidad sociopolítica, socioeconómica. Y entonces, señores, no somos tan niños traviesos."
A López le cuesta "estar sin hacer nada" y sus fuentes de inspiración son múltiples: admira tanto a Pina Bausch, Antonio Berni y Wim Wenders como a las tejedoras de ñandutí o a los cantantes de vallenato colombiano. "Ojalá pueda aprender a meditar, porque creo que es muy importante intentar conectar con otras zonas", dice este artista que considera "muy curativo" guiarse por las ganas y que define el proceso creativo como algo "chamánico" que "te conecta con tus muertos".
"Cuando hicimos el montaje de esta muestra -observa-, en un momento de esa sincronía de trabajo hubo estados de lucidez colectiva. Y creo que cada uno de los veinte que estábamos involucrados nos llevamos algo a nuestras vidas.".




Graciela Taquini

 

Vincularse


Esta pionera del videoarte trabaja junto con las nuevas generaciones y encara su propia vida como una obra



"Mi lugar de trabajo es la cama", confiesa Graciela Taquini. Esta "vieja artista emergente", como se presenta a los 71 años, explica que las mejores ideas se le ocurren cuando está más relajada: minutos antes de dormirse, en la ducha, mientras lee o habla con su analista. Sus obras, que unen la historia del arte con el cine, el video y la imagen en movimiento, nacen a partir de una intuición, crecen con un brainstorming de palabras en la computadora y se materializan gracias al trabajo en equipo.
Mientras supervisa en la galería Pasaje 17 el montaje de una de las tantas muestras que ha curado -a las que considera obras en sí mismas, cuando no son por encargo y con temas impuestos-, Taquini aclara que no necesita un taller. "No soy pintora ni escultora, sino artista conceptual -observa-. Trabajo con equipos que varían en función de proyectos específicos y estímulos externos. Mi creatividad no es efervescente ni fluida, sino bastante esporádica. Pero una vez que surge, es como un volcán." Como demostró en Grata con otros, la exposición antológica que ocupó en 2011 la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, esa energía se expande gracias a la sinergia que logra con las nuevas generaciones. "Toda mi vida es una obra -dice- que tiene que ver con los links, con los vínculos."
Esta pionera del videoarte, docente desde hace casi tres décadas y reconocida en 2012 con el Konex de Platino, que acaba de ser incorporada a la Academia Nacional de Bellas Artes, admite tener "buen ojo" para descubrir nuevos talentos. Aunque también confiesa que tardó en verse a sí misma como artista. Tras recibirse de licenciada en Historia del Arte, en 1971, partió hacia Barcelona para estudiar arte medieval. Recién en 1988 empezó a producir obras en video, y a partir del año 2000 amplió su potencial con el acceso a los nuevos medios. Ya estaba por cumplir sesenta años. "Vista en perspectiva, veo que mi obra tiene ejes recurrentes, como la ironía y el humor, que van apareciendo como agentes de disolución de cierta solemnidad, como experiencia de escucha. Son años de psicoanálisis.".


Eduardo Stupía

 

Concentrarse


El pintor necesita el silencio para abordar su proceso creativo como si se tratara de sesiones de free jazz

De Orson Welles a Pablo Picasso, pasando por Roland Barthes y la Nueva Enciclopedia de Labores Femeninas, la biblioteca de Eduardo Stupía, en esta enorme casa de Almagro que perteneció a la familia de Leopoldo Torres Agüero, parece no tener límites. Los libros de un artista que por azar no logró anotarse en la carrera de Letras se cuelan incluso en sus obras, trabajadas en técnica mixta y sin imágenes definidas.
Ese aparente caos se sostiene sobre un delicado equilibrio. Un punto medio que demanda concentración total, a tal punto que Stupía no puede escuchar música mientras trabaja. "Necesito el silencio, escuchar solamente", explica.
Tal vez por haber sido músico, este hombre que cada año es éxito de ventas en arteBA y que meses atrás expuso en Londres y en Art Basel Hong Kong encara su proceso creativo como si se tratara de sesiones de free jazz. Sin preparativos, rutinas ni horarios fijos, llega al taller y abre las ventanas que dan a la avenida Medrano, para dejar entrar "esas energías que solés intentar dejar afuera".
A los diez minutos comienza a dibujar, con el primer material que encuentra. Entonces siente que algo empieza a moverse. Y lo deja fluir hasta ubicarse "en el medio de la corriente", cada vez más profundo, sin destino cierto. "Ahí entran a tallar cosas como la conciencia, el oficio, la atención, la racionalidad y las emociones -observa-. Empiezo por cualquier lado, sigo por donde sopla el viento y termino donde sea."
En medio de esa "lógica desquiciada", Stupía procura construir las ganas y tomar distancia tanto de sus emociones como de las obras, algo que logra al abordar varias a la vez. Lo hace mientras lee cinco o seis libros en forma simultánea, escribe algún prólogo o reseña, da clases o hace curadurías, como las de La Línea Piensa junto con Luis Felipe Noé. Totalmente adaptado a la diversificación de roles del mundo contemporáneo, admira sin embargo a los pintores de otras épocas, como Matisse y Rodin. Artistas que, según él, vivían "más concentrados"..



Nushi Muntaabski

Desconectar


Artista versátil, encuentra inspiración en la lectura, la escritura y el contacto con la naturaleza


En una caja abandonada en un sótano, Nushi Muntaabski descubrió algo que le cambió la vida. Las venecitas verdes, blancas y celestes que encontró en esa casa donde vivió en San Pablo, en 1995, marcaron un antes y un después en su carrera. "Fue amor a primera vista", recuerda hoy, sentada en la galería de su quinta de Ingeniero Maschwitz.
Hija de intelectuales con gran apertura mental, había llegado a Brasil después de trabajar durante casi dos décadas como maquilladora publicitaria. De regreso en Buenos Aires, su atención se concentró en los pequeños mosaicos de vidrios de colores. Con ese material creó junto con Cristina Schiavi la plaza seca que rinde homenaje a Burle-Marx en la explanada de Malba y la serie Taxidermia, con la que ganó el premio Fundación Klemm 2010. Esta última obra, que aborda el tema de los cazadores y los animales en extinción, nació de una novela escrita por ella misma.
La lectura, la escritura y la naturaleza son piezas fundamentales en los múltiples proyectos de Muntaabski, que abarcan desde revestimientos de baños, piletas y cocinas hasta edición -dirigió la revista de arte Canecalón- y dirección de obras site-specific en espacios públicos, como una rotonda en Miami inspirada en Pettoruti.
Por las noches, la autora de La novia de Duchamp (Emecé, 2012) desconecta el celular, se rocía con repelente de mosquitos y se interna con un banquito de madera en el bosque que rodea su inmenso jardín. Apenas iluminada con la luz del iPad, escribe ficciones y prepara sus columnas de arte para Tarde Negra, el programa de Elizabeth Vernaci en la Rock & Pop. Mientras escucha música, se deja llevar.
"Creo que un artista tiene que buscar a alguien con quien poder construir una obra nueva, y hoy mi principal interlocutor es la naturaleza. Es sabia; me da confianza el consejo que me da", confiesa esta mujer que no mira televisión y dice haber aprendido a calmar su ego y a observar a la gente. Su próxima novela tratará sobre la sordera: "Cada uno escucha lo que quiere escuchar -dice-. Y eso también tiene que ver con el proceso creativo.".


Carlos Herrera

 

Transformar


Talentoso rosarino, aprovecha sus viajes a Buenos Aires para comprar objetos que convierte en instalaciones



Primero sintieron el olor nauseabundo. Después vieron las moscas que entraban y salían por la cerradura. Llamaron a la casa de Carlos Herrera, que no usaba teléfono celular, pero nadie contestaba. Pensaron lo peor. Los vecinos del artista rosarino tiraron la puerta abajo y encontraron... una bolsa de calamares podridos.
Era el año 2006 y Herrera había estado trabajando en uno de sus videos con material efímero, como el de las salchichas bailarinas con el que ganaría al año siguiente el Primer Premio Cultural Chandon. Aunque la muerte ya estaba presente en esa obra -las salchichas "morían" acuchilladas-, cobró mayor protagonismo después de 2009, luego de que falleciera su madre.
La crisis llegó cuando él se encontraba en uno de los mejores momentos de su carrera. A los 32 años, venía de dirigir el Museo Castagnino+macro, estaba por inaugurar una muestra en la galería porteña Zavaleta Lab y había sido seleccionado para la Beca Kuitca en la Universidad Torcuato Di Tella. En ese espacio elaboró su duelo. Uno de los proyectos que nacieron entonces, Autorretrato sobre mi muerte, ganó el premio arteBA-Petrobras de Artes Visuales 2011: consistía en una bolsa de nailon que contenía sus objetos preferidos y dos calamares en descomposición. Otros se convirtieron en las instalaciones que presentó este año en Ruth Benzacar.
"Generalmente muestro una obra después de casi dos años de haberla hecho", dice mientras sirve té verde en su PH de Villa Urquiza, igual de despojado pero más chico que su taller-casa en las afueras de Rosario. Allí procesa lo que suele recolectar en la ciudad.
En Buenos Aires sale a caminar, observa a las personas que duermen en la calle, entra en bazares y compra cosas. Muchas. Banquitos de madera, escaleras, pelucas o narices de payaso que va guardando, como en un archivo. Ya en el taller, mientras escucha música, se produce la alquimia: "Ahí ocurre algo con el color, la forma y la composición: como si algo empezara a unir los materiales".


Nicola Costantino

 

¿Por qué no?


Nada parece imposible para la mujer que este año representa al país en la Bienal de Venecia



Veinte años exactos antes de presentar sus instalaciones sobre Evita en la 55ª Bienal de Venecia, Nicola Costantino inauguraba su primera muestra. El 29 de mayo de 1993, esa joven de ojos grandes impactaba en Rosario con lo que sería su marca registrada: una performance con animales asados, rodeados por otros que colgaban del techo, momificados.
Hasta entonces había dedicado una década a estudiar. Las materias que cursaba en la Escuela de Artes Plásticas le interesaban menos que lo que hacía en su casa, con su madre. Como si fuera el álter ego de Louise Bourgeois, pasó su adolescencia haciendo moldes, diseñando y bordando. "Aprendí a dominar la tridimensión haciendo cortes en el maniquí", asegura hoy, en su taller de Villa Crespo, donde continúa experimentando con resina, silicona y matricería, técnicas que heredó de su hermano y de su cuñado ingenieros. "Creo -agrega- que todos mis trabajos se originan en esos diez años."
A tal punto desarrolló el oficio que puede imaginar las obras ya terminadas. Las ideas más interesantes aparecen por la noche, frente a la computadora. Después, sólo resta explicarles a sus asistentes cómo desarrollarlas, supervisarlas y dejar que den vida a las siguientes.
"Cada proyecto dura dos años, en promedio, y siempre salgo de un trabajo pensando en cómo continuarlo", aclara. A la primera muestra, Cochon sur canapé, siguieron la peletería con pezones y orificios anales, los "chanchos bola", los animales nonatos, las máquinas, el polémico jabón realizado con su propia grasa, las fotografías, su monstruoso doble y los videos.
Cuando llegó a los soportes digitales se vio obligada a compartir el proceso creativo con expertos en el tema, como el fotógrafo Gabriel Valansi. Y si le explicaban que no era posible concretar alguna idea, ella forzaba los límites con una simple pregunta: "¿Por qué no?"
Como si esto fuera poco, Costantino también realizó performances que sumaron su habilidad en la cocina. E incluso integró en la obra "lo más inspirador y enriquecedor": su hijo, Aquiles..


Opinión

 

Tranquilidad e incertidumbre



Por Estanislao Bachrach / Para LA NACIÓN

El cerebro humano es un sistema que puede procesar información de manera extraordinaria. Realiza trillones de cálculos por segundo. Sin embargo, la mayoría de los problemas que enfrentamos son mucho más complicados que una simple multiplicación. No son lineales y no tienen una respuesta fácil o lógica. Nuestros recursos conscientes para resolverlos no nos sirven.
Luego de trabajar durante años sobre temas de creatividad e innovación en organizaciones, cuando le pregunto a la gente cómo resuelven problemas complejos la respuesta es similar: nadie lo hace de manera totalmente consciente sino cuando están en el auto, en el subte, antes de dormirse, en la ducha, durante un viaje, cuando realizan una actividad física o algo que disfrutan, como cocinar, pintar, trabajar en el jardín, etcétera.
Hay mucho conocimiento científico sobre cómo incrementar esas revelaciones. Y si bien parece que es poco probable controlar cuándo queremos que ocurran, sí podemos estimular la probabilidad de que aparezcan en forma más frecuente, poniendo el cerebro en un estado que incremente esas chances. Esto es lo que hacen todos los días las personas muy creativas.
Una revelación es un recuerdo lejano o una combinación de recuerdos que involucran unas pocas neuronas. Y así como es difícil escuchar el sonido de tu celular en medio de una fiesta, también lo es notar señales con menor energía cerebral. Las revelaciones necesitan una mente tranquila porque ellas son tranquilas.
Nuestra atención cambia todo el tiempo entre focalizar en algo externo -por ejemplo, esta nota- o en algo interno, como una imagen que aparece en tu mente. Las revelaciones aparecen cuando no focalizamos externamente en el problema. Es decir, cuando "apagamos el mundo exterior" y nos sentimos lo suficientemente seguros para reflexionar en los pensamientos más profundos, sin preocuparnos por lo que nos rodea en ese momento.
También estar contentos, curiosos e interesados en algo estimula más la aparición de revelaciones que cuando predomina el estado de ansiedad que produce una "visión de túnel", en el que dejamos de notar mucha de la información que nos rodea.
Por último, para tener más revelaciones hay que dejar de tratar de resolver el problema. Muchas veces, las soluciones aparecen cuando estamos en un impasse. Cuanto más insistimos en la misma mala solución, menos nuevas ideas aparecen. Esto requiere algo contraintuitivo: olvidar el problema para dejar que aparezca la solución. La incertidumbre es parte del proceso..

Fuente. ADN Cultura La Nación

LAS FOTOS MÍTICAS AHORA BRILLAN EN COLOR

Son íconos históricos, captados en blanco y negro. Con programas de diseño, se lograron las nuevas versiones.


Nueva York, 1945. El beso de un marinero a una mujer vestida de blanco en Times Square, en la celebración del día de la victoria sobre Japón.


Muchas son imágenes emblemáticas testimonios de época y de sucesos históricos. Otras son retratos de personajes famosos o de seres anónimos, que de un modo u otro también construyeron parte de la historia de la humanidad. Captadas en blanco y negro, muchas de las instantáneas más icónicas de la fotografía acaban de aparecer con nuevo aspecto: gracias a las nuevas técnicas y tratamientos de digitalización, se las puede ver en color.
El sitio de tecnología Gizmodo recopiló y difundió varias de estas fotos intervenidas o reimaginadas por diferentes diseñadores y fotógrafos. Así, por ejemplo, una explosión atómica en el atolón de Bikini resulta aún más impactante con el hongo blanco elevándose sobre las aguas turquesa y conmueven los detalles de una tienda en Carolina del Norte, tomada por Dorothea Lange en 1939.
Algunos hitos de la fotografía ahora coloreados son la foto de Eddie Adams de la ejecución del un miembro del Frente Nacional de Liberación de Vietnam (1968), el beso de un marinero a una mujer vestida de blanco en Times Square en la celebración del día de la victoria sobre Japón (1945). Y entre los retratos, se destacan los de Ernest Hemingway (1957), Audrey Hepburn (1953), Winston Churchill (1941) y la última imagen tomada a Abraham Lincoln (1865).




Vietnam, 1968. La impactante fotografía de Eddie Adams de la ejecución del un miembro del Frente Nacional de Liberación de Vietnam.

Posibilidades de la época, que pueden despertar debates. Intervenir o modificar el estado original de una expresión artística, ¿implica una profanación o un cambio de su esencia natural? Preguntas que se discuten sin punto de acuerdo en foros e industrias. Mientras tanto, las innovaciones avanzan sin pedir permiso, los resultados aparecen de un día para otro y lucen sorprendentes.


Fuente: clari.com

ENCUENTRAN UN ANTIGUO POZO DE ALJIBE,
EL MÁS GRANDE DE LA CIUDAD

Está en San Telmo, en la casa que habitó la familia Estrada. Creían que era un sótano, pero oculta bajo un piso de baldosas, descubrieron la enorme cisterna.

Bajo tierra. Especialistas trabajan en el la cisterna. La idea es integrarla a un recorrido histórico./
FOTOS DIEGO DIAZ
Por Romina Smith

Está completo, es abovedado, tiene capacidad para unos 90 mil litros y estaba oculto bajo un piso de baldosas. Según aseguran los expertos, servía para juntar agua de lluvia y abastecer a una familia de principios de 1800. Es más, creían que era un sótano pero la revelación causó sorpresa: debajo de la casa donde hasta 2010 funcionó la Editorial Estrada, y que fue adquirida por el Gobierno de la Ciudad para cederla a la Dirección de Patrimonio y el Instituto Histórico de Buenos Aires, el equipo de arqueólogos de ese organismo encontró el pozo de aljibe más grande de la Ciudad. Está en Bolívar al 400, en San Telmo, ya hicieron trabajos en el lugar y rescataron varios objetos antiguos: botellas enteras y restos de mampostería. Ahora buscan armarlo e integrarlo a un recorrido para que a partir de diciembre se pueda bajar y contar el patrimonio de esa época a través del uso del agua.
“Este hallazgo tiene que ver con el plan de excavación que ya hicimos en lo que se conoce como ‘la Casa del Virrey Liniers’, una de las viviendas aún en pie más antiguas de la Ciudad y que fue recuperada como centro cultural en 2011. Esa propiedad está pegada al fondo de este terreno. Y esta vivienda sería el lado de adelante, es la casa que habitaron los Estrada, y acá es dónde apareció esta sorpresa”, detalla Liliana Barela, directora del área dependiente del Ministerio de Cultura.
¿Por qué un hallazgo así, justo en un lugar público? Lo explica Barela: “Esta casa, toda, es una gran incógnita: la estadía de Liniers sacralizó la parte de atrás como Monumento Histórico Nacional. Y estamos tratando, y no es fácil, de indagar este espacio hacia atrás en el tiempo. No es fácil porque es grande, hay que saber leer los planos, hay unas obras sobre otras. Así que decidimos ir a lo concreto y empezamos a desarmar todo. Primero encontramos los techos de 1820, más antiguos de lo que suponíamos, y el descubrimiento del aljibe se dio dónde pensábamos que había un sótano. La idea es ir a ver. Levantar y mirar, y así hicimos”.
Los arqueólogos Daniel Schavelzon, asesor de Barela, y Ricardo Orsini, director del registro arqueológico, fueron los que encabezaron esta misión en primera persona, pero también con todo el equipo de la Dirección. “Primero vimos un plano de 1900 que nos sirvió de guía: ahí se veía un sótano, pero sin escaleras, y eso nos llamó la atención. En los planos más actuales ese sótano ya no se veía, por eso recurrimos a otros de 1860 y 1870, y ahí descubrimos cómo era la casa en esa época. Tenía un patio donde hoy es la recepción, y en ese patio estaba el aljibe”, relata Orsini. Y sigue: “Ahí empezamos a seguir los pozos de agua, cómo era la distribución de caños, y decidimos cavar: apenas levantamos las baldosas nos encontramos con esta bóveda, la cisterna más grande y antigua de este tipo que sigue intacta en la Ciudad”.
Escalera. Al pozo se baja por un pequeño agujero

Schavelzon pidió autorización y avanzó: “Hicimos un pequeño agujero en el piso para no dañar esta propiedad y encontramos esta bóveda que es muy grande para la época: en esos años, los aljibes eran un pozo de un metro que bajaba hasta la napa, y de ahí se sacaba el agua, pero esto es una construcción rectangular y abovedada que juntaba la de lluvia de las terrazas y creemos que es la más grande de aquella Buenos Aires. Todavía se pueden ver los agujeritos cuadrados por dónde se llena el pozo, porque en esa época se usaba ese sistema para los aljibes”.
Para el arqueólogo, el año en que empiezan a verse este tipo de cisternas está en discusión: “Para algunos son del siglo XVIII, para mí, del XVII. Era una vieja tradición de España. Esta calculamos que es de entre 1830 y 1850”. La expedición dejó un pequeño agujero por donde apenas cabe una persona. Y desde ahí se baja en una escalera de sogas y escalones de madera, que parece antigua, pero no lo es, y es la única manera de descender. Abajo, el olor a humedad delata el paso del agua durante décadas. Y los escombros, el abandono. Pero con una pequeña lamparita los especialistas ya rescataron distintos objetos que delatan que durante los últimos años de la editorial Estrada el enorme pozo se usaba para arrojar residuos. En una repisa se ven esos tesoros: botellas de tinta intactas y aún con algo de líquido de color adentro, restos de mampostería, frasquitos de vidrio, cerámicas de época.
“En esta casa vivía una familia aristocrática, no cualquiera tenía un aljibe como este. El agua se usaba para lavar la ropa, los platos, los patios, pero no se podía tomar: el agua que tomaban se la compraban al aguatero, que la traía del río. Por eso creemos que es una buena manera de contar esa época”, dice Schavelzon. “Hay una maravillosa anécdota de principios del siglo XIX de Mariquita Sánchez de Thompson. Desde Brasil, donde viaja exiliada durante la época de Rosas, manda una carta contando que estaba en un hotel y que lo más extraordinario que había visto era que en el baño había dos canillas: una de agua caliente y otra fría. Para acá eso era imposible. Y eso que ella era de una familia adinerada”.
Todo lo recuperado será colocado antes de fin de año en vitrinas que se armarán dentro del pozo, para lo que se construirá una escalera más firme. La idea, dicen, es que las visitas guiadas que se hacen en la casa de Liniers y en la de Estrada puedan contar la historia de otra manera: recrear esa época a través del agua. Incluso, la anécdota de Mariquita: nada más que una divertida manera de mostrar cómo se vivía en la ciudad a mediados de 1800.

Fuente: clarin.com

EL GALEÓN ESPERA POR SU RESTAURACIÓN, OTRA VEZ BAJO TIERRA

Sin presupuesto ni lugar para hacer el trabajo, los restos se preservan tal como habían sido descubiertos en 2008.
Reconstrucción. La nave fue descubierta cuando hacían el pozo de una obra.

El aljibe de la antigua editorial Estrada no fue el único secret
o vinculado al agua que supo guardarse la Ciudad. En diciembre de 2008, un barco español del siglo XVIII que nadie esperaba apareció cuando excavaban los cimientos para construir una torre en el Dique 1 de Puerto Madero. Alguien lo llamó galeón, y así le quedó. Pero en realidad era una embarcación mercante que estuvo más de 200 años bajo el lecho del Río de la Plata. Hoy, el “galeón” está bajo tierra pero en otro lugar: protegido, espera su suerte en la Barraca Peña, frente al Riachuelo, en La Boca, una vieja construcción que está en pie desde 1860 y espera una intervención que la convierta en un espacio cultural.
La misma intervención que espera el barco desde que fue mudado ahí, en 2010. La idea de volver a enterrarlo fue de los que estuvieron a cargo de su conservación y, según explicaron, es lo que se usa en estos casos para que sus maderas y restos puedan seguir conservados en las mismas condiciones en las que lo encontraron.
“El barco se resguardo a la espera de que haya un presupuesto para su restauración y recuperación. Es un trabajo caro, se necesita un galpón del tamaño de la nave y un equipo de especialistas en esto”, explicó Schavelzon. Según dijo, no es una tarea simple: requiere de mucha experiencia para no dañar los restos. Cuando fue hallado, los expertos trataron de rearmar la historia del “galeón”. Según difundieron, el barco venía de la península ibérica hacia Buenos Aires, al parecer con mercaderías de contrabando, y quedó encallado tras una fuerte tormenta. En las tareas de recuperación se encontraron objetos de la época como monedas, cerámicas, vasijas, pipas, clavos, sogas, un espejo, llaves y cuatro cañones. Hoy, todo eso está exhibido en una habitación de la dirección de Patrimonio en la Casa de Liniers. Ahí se guarda y se preserva. Según adelantó el área, ahora se está por editar un libro con lo que se trabajó en esa misión arqueológica.

Fuente: clarin.com