LO NUEVO DE VINCENT VAN GOGH




Un cuadro de uno de los principales exponentes del postimpresionismo descubierto tras un año de investigaciones se expone desde hoy en Holanda. Su autoría fue develada gracias a una innovadora técnica de rayos X.


Lo nuevo de Vincent van Gogh

La nueva obra del pintor, de dimensiones poco habituales para su estilo y cuya autenticidad se confirmó tras un año de investigaciones, se expone desde hoy en el museo holandés Kröller Müller.
Según indicó esta citada pinacoteca en un comunicado, el cuadro, titulado "Naturaleza muerta floral con amapolas y rosas", estaba atribuido a un artista anónimo y aunque se sospechaba que pudiera tratarse de un Van Gogh, sus grandes dimensiones (1 metro por 80 centímetros) habían hecho dudar de esa autoría.
La pinacoteca, situada en la ciudad de Arnhem (este de Holanda), confirmó que se trata de un Van Gogh tras aplicar una avanzada técnica, basada en rayos X, que descubrió bajo el motivo floral otra pintura con los torsos de dos luchadores.
Van Gogh dejó constancia en una de sus cartas a su hermano Theo que había pintado esos luchadores en torno a 1886, durante un curso en la academia de arte en Amberes.
A finales de enero de 1886, Van Gogh escribió a su hermano que había pintado "una cosa muy grande con dos torsos desnudos, dos luchadores" y que le había quedado bien.
El descubrimiento de la pintura subyacente explica las grandes dimensiones del cuadro, que eran una medida "estándar" para los estudios de figuras de la escuela de Amberes, según la pinacoteca que compró el cuadro en 1974.
El hecho de que Van Gogh pintara las flores sobre los luchadores también podría explicar que esta naturaleza muerta sea mucho más frondosa que otras del mismo autor, lo que también había llevado a pensar que no se trataba de una pintura de su mano.
Los investigadores piensan que el artista pintó las flores de la base del cuadro por el simple motivo que tenía que tapar la parte baja de uno de los torsos del cuadro subyacente.
El nuevo Van Gogh podrá contemplarse en la colección del Kröller Müller, que cuenta en su colección con famosas obras del pintor, como "Los Comedores de Patatas", junto con otras dos naturalezas muertas: "Rosas y Peonias" y "Flores en vasija Azul".

Fuente: infobae.com

BANCO DE PREMIOS




Martín Carrizo, Mariano Giraud y Mariana Sissia ganaron la tercera edición del Premio Itaú Cultural; sus obras y otras 23 seleccionadas entre más de 1700 se exhiben en pleno centro porteño.



Por Daniel Gigena / LA NACION

Si bien resulta irónico que la obra ganadora del premio adquisición de una institución financiera que no otorga créditos a la vivienda haya sido Pared de 30, columnas, loza, un inteligente híbrido entre la arquitectura en pequeña escala y la escultura que exhibe las diferentes etapas de una construcción modesta, lo cierto es que el Premio Itaú Cultural, que otorga 25.000, 20.000 y 15.000 pesos a los tres primeros premios, cumple con su objetivo de estimular la producción artística nacional. La convocatoria está dirigida a artistas entre los 18 y los 40 años, y para esta edición contó con un jurado compuesto, entre otros, por la historiadora del arte María José Herrera, la artista Graciela Hasper y la crítica y curadora Ana María Battistozzi. En las ediciones anteriores, los ganadores fueron Gabriel Chaile y Luciana Lamothe.
Este año, el cordobés Martín Carrizo (Río Tercero, 1983) presentó el símil de una vivienda popular en construcción, que aglutina un interés tanto por materiales poco habituales en la práctica artística, como el cemento y la madera basta, como por el oficio de albañil, que incluso en una ciudad agitada por el boom inmobiliario pasa inadvertido. Carrizo conoce los materiales y las herramientas por contacto directo, ya que ha trabajado en la construcción de viviendas familiares en su ciudad y en una carpintería. Al mismo tiempo, su obra, suerte de maqueta hecha en apariencia a las apuradas y que integra una serie, interpela los bienintencionados discursos sociales sobre la creación de viviendas para las clases populares (aún sin una concreción a gran escala).
Jaguar, de Mariano Giraud (Buenos Aires, 1977), obtuvo el segundo premio. Su escultura de plástico plegado, construida a partir de medios digitales, representa la figura blanca y facetada de un jaguar, que condensa aspectos simbólicos, tecnológicos e incluso ecológicos, ya que la especie -otrora una divinidad para algunos pueblos indoamericanos- se halla en peligro de extinción. El tercer premio fue para Mariana Sissia (Ramallo, 1980). Day is Done, dibujo en grafito, actúa como una "versión libre sobre papel" de la melancólica canción de Nick Drake. Al operar por la iteración de una especie de estribillo visual similar a un fractal, el dibujo de Sissia construye una montaña invertida que se hunde en el cielo.
De las más de 1700 obras presentadas, fueron elegidas 26 obras de 27 artistas. El guión curatorial de la muestra, a cargo de Ayelén Vázquez, está diseñado en función de las disciplinas (hay tres obras en video, seis fotografías, abstracciones geométricas, un tapiz y un objeto-chiste de Cristian Segura construido con una ballesta y lápices). Entre los finalistas, hay nombres conocidos: Malena Pizani, Esteban Pastorino -ambos con fotografías que profundizan caminos ya transitados- y Leonardo Gracés, que rescata en el título de su video un útil concepto del antropólogo Edward Hall: Proxemia. Las obras de Isabel Peña, Verónica Di Toro y Javier Carricajo sobresalen, por técnica y libido, entre las pinturas seleccionadas; lo mismo ocurre con la fotografía de Damián Linossi, también de Córdoba, punta del iceberg de su proyecto Indeterminados. Retratos de personas sin existencia, que crea seres a partir de fotos e imágenes de Internet. Hay una fotografía de la protagonista del film La niña santa, María Alché; un acrílico rebosante de figuras inconexas y sui generis de Agustín Sirai y un bordado a mano sobre voile de Bárbara Renati que, por el momento, es la obra preferida del público. Para votar, se debe ingresar a www.premioitau.com.ar y allí optar por la obra favorita, que se renueva cada quince días.

Fuente: ADN Cultura La Nación

SHERMAN EN EL MOMA



Arte / Museos
 
Imperdible retrospectiva de la camaleónica fotógrafa estadounidense, ícono posmoderno, que apela al juego de roles para derribar estereotipos femeninos y cuestionar mandatos de la moda.


Hay varias conclusiones sobre la retrospectiva de Cindy Sherman que se exhibe en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) hasta el 11 de junio. En muchos puntos de esta muestra densa, a menudo excitante, nos encontramos con una artista personalísima en todo sentido, que en los últimos 35 años ha vuelto en forma consistente y provocadora la fotografía contra sí misma. Aparece aquí como un ángel vengador cada vez más vehemente, que libra una especie de guerra con la cámara, usándola para exponer lo que podría llamarse tanto la tiranía como la vida interior de las imágenes, especialmente las de mujeres, que nos bombardean y modelan a cada momento.
Con la ayuda de un conjunto siempre cambiante de vestuarios, pelucas, técnicas de maquillaje, accesorios, utilería y a veces máscaras y prótesis corporales, Sherman impulsa un agresivo juego de roles y actúa como directora de escena, destruyendo en muchos casos un léxico de estereotipos mayormente femeninos.
Su carrera comenzó a fines de la década de 1970 con la pequeña colección en blanco y negro Tomas fijas de películas sin título, escenas calladamente reverberantes de films inexistentes. Inspirando líneas narrativas casi reflexivas en los espectadores, sus protagonistas femeninas se identifican como amas de casa, amantes despechadas, gatitas sexuales y turistas. De allí avanzó hacia adelante y hacia afuera, al color y a formatos mayores, a un conjunto de convenciones que marea: moda, historia del arte, páginas centrales de revistas, pornografía, retratos, cuentos de hadas y películas de terror.
Al desplegarse en series discretas, como capítulos, su trabajo ha demostrado ser tan formalmente ambicioso e inventivo como psíquicamente inquisidor. Sus fotografías están sesgadas de tal modo que se les ven las costuras y se hace evidente su naturaleza ficticia y construida; siempre sabemos cuál es el truco, alertados de su naturaleza real-fingida. La despreocupación tosca y visible con la que han sido ensambladas para la cámara ha expandido los límites de la fotografía estudiada, incorporando aspectos de la pintura, la escultura, el cine, las instalaciones, las representaciones, el collage y el montaje.
A menudo se alaba a Sherman por ser una actriz hábil y camaleónica, y lo es: actriz siempre al borde de estar en un rol pero nunca del todo. También es una consumada manipuladora del espacio, la escala y el color. Es famosa por su trabajo solitario en el estudio. Parte del poder de sus imágenes es su condición de estar "a solas en casa".
Esta muestra tiene sentido de la oportunidad. En un momento en que muchas obras de arte dependen, para lograr su efecto, de largas explicaciones ofrecidas por curadores, dealers o charlatanes, Sherman ha desarrollado un arte decididamente visual que permite -más bien obliga- al espectador a rumiar en libertad.
Sherman, que nació en Nueva Jersey en 1954 y creció en Long Island, es una de las artistas más importantes de su tiempo; su obra sigue siendo "la piedra angular indiscutida de la fotografía posmoderna". Pero también es única en su género: una artista innatamente precoz, innovadora, prolífica, influyente, que ha disfrutado del reconocimiento general -y éxito en el mercado- desde que apareció, a comienzos de la década de 1980, y que nunca se durmió en los laureles sino que ha persistido, década tras década, con obras interesantes y sorprendentes.
La retrospectiva de Sherman en el MoMA es sin duda una ocasión histórica, aunque al mismo tiempo sea una oportunidad perdida. Se monta sobre las faldas de los logros de Sherman, sin llegar a hacerles justicia. Es atrapante para el público en general, pero una visión más arriesgada y rigurosa de lo que ha producido Sherman podría haber impactado a todos y también inspirado a los artistas. Básicamente, el MoMA vaciló. Las obras de Sherman fácilmente podrían haber ocupado todo el sexto piso, como la reciente retrospectiva de De Kooning, en vez de sólo dos tercios. O se le debió haber dado espacio adicional en otra parte del museo, como a la reciente retrospectiva de las obras de Martin Kippenberger, Gabriel Orozco y Martin Puryear, y a la muestra de Richard Serra de 2007. Al no contar con ese espacio mayor, se debió haber hecho mejor uso del espacio disponible.
Es fácil advertir el desafío que la calidad, la cantidad y variedad del arte de Sherman representó para las hábiles organizadoras de la muestra, Eva Respini, curadora asociada, y Lucy Gallun, asistente curatorial del departamento de fotografía.
La muestra consiste en una combinación de cinco salas dedicadas a series individuales, que comienza con las Tomas fijas de películas sin título y concluye con sus recientes retratos sociales oscuros y monumentales de matronas muy maquilladas, calladamente desesperadas, de cierta edad, y seis nebulosas salas temáticas que mezclan distintas series. La combinación apaga la ira presente en su obra, oscurece la claridad de su evolución y diluye o esquiva sus series menos populares o menos difundidas por la crítica.
Yo habría usado muchos más ejemplos de las fotografías de moda, que pese a ser trabajo comercial, se cuentan entre los esfuerzos más agresivos, sardónicamente opulentos. Aquí, casi 30 años de proyectos están representados por apenas 11 imágenes, y la muestra se detiene demasiado en sus retratos históricos, populares pero desiguales, en los que reunió aproximaciones ruidosamente falsas de viejas obras maestras de Rafael, Rembrandt, Caravaggio e Ingres.

Una artista precoz

Finalmente, esta retrospectiva le quita importancia a la asombrosa precocidad artística de Sherman; incluye muy pocas de sus primeras obras y las distribuye entre otras en las primeras y últimas salas. Su inclinación por el juego de roles tomó impulso al ver obras conceptuales basadas en fotos de artistas femeninas como Hannah Wilke, Eleanor Atnin y Adrian Piper a mediados de los años setenta, mientras asistía a clases en el Buffalo State College.
Su atracción inusualmente intensa por los disfraces y las máscaras comenzó en su infancia: estaba en su sangre. El catálogo incluye una fotografía de Sherman y una amiga, alrededor de los 11 años, vestidas y maquilladas como ancianas, en la que su postura encorvada ya da señal de su habilidad para meterse en la piel de otras personas.
Las obras más recientes son murales de inmensas imágenes que se salen del marco fotográfico y retratan a la artista sin maquillaje, vestida con ropa que a menudo le queda mal. Aquí Sherman juega sin inmutarse con su propio envejecimiento -como lo hace de modo más oblicuo en sus retratos sociales- pero también evoca a la niñita a la que le gustaba actuar, aunque lo hace sentir como si fuera un territorio nuevo.
Si bien esta exposición no rinde tributo a la dimensión colosal de la artista, sigue siendo un verdadero regalo, que nos recuerda, en un momento en que necesitamos precisamente que se nos recuerde, lo que se requiere para ser una gran artista. Aunque ninguna de sus imágenes puede considerarse exactamente un autorretrato, la muestra del MoMA es sobre todo un retrato inspirador de la artista que trabaja incesantemente, buscando nunca repetirse, siempre intentando ir más profundo y más allá en una u otra dirección. Su ser -sin remordimientos, generosa, imaginativa y sabia- está presente en toda la muestra.

adn SHERMAN
Nueva Jersey, 1954

Hábil actriz, es una de las más importantes artistas de su tiempo. Definió la fotografía posmoderna, como manipuladora de la identidad y del espacio. Su obra es una larga metáfora sobre el lugar de la mujer y la mirada de la moda.

Fuente: ADN Cultura La Nación

LEONARDO PINTA CADA DÍA MEJOR




Cinco siglos despúes, Leonardo da Vinci sigue siendo noticias. Sobre el hallazgo de un "nuevo" obra del pintor.

“LA BATALLA DE MARCIANO”. Obra de Giorgio Vasari tras la que estaría el supuesto fresco de Da Vinci
“LA BATALLA DE MARCIANO”. Obra de Giorgio Vasari tras la que estaría el supuesto fresco de Da Vinci

Por Ezequiel Martínez

Ser una cantera de noticias aun con el paso de los siglos, es una de las formas más nítidas que asume la inmortalidad. Esta semana el mundo del arte se alborotó ante la posibilidad de que la más célebre obra perdida de Leonardo da Vinci, La batalla de Anghiari, pueda estar oculta detrás de otra batalla pintada por Giorgio Vasari en uno de los muros del Palazzo Vecchio de Florencia. El hallazgo informa que se ha descubierto un espacio vacío entre la obra de Vasari, La batalla de Marciano, y el muro posterior. Una sonda con microcámara detectó trazas de pigmentos que Leonardo usaba casi con exclusividad, además de otros indicios que permanecieron ocultos entre los pasadizos de los tiempos.
Los últimos meses han sido generosos con las pinceladas resucitadas o emparentadas con el creador de La Gioconda. Sin ir más lejos, a la Mona Lisa le apareció una gemela en los pasillos del Museo del Prado –pintada por un discípulo de Da Vinci al mismo tiempo que éste creaba la original– que se convirtió en la estrella de esta temporada antes de viajar al Louvre, donde a partir del 29 de marzo se reunirá con su hermana superiora por primera vez en 500 años.
Pero de todos los “nuevos” Da Vinci aparecidos recientemente, la historia de un retrato de Cristo, Salvator Mundi, quizá sea el que más enigmas encierra. National Gallery de Londres tuvo el honor de exhibirlo por primera vez a los ojos del público durante la exitosa muestra “Leonardo Da Vinci: Pintor en la Corte de Milán” que cerró sus puertas el 5 de febrero. Después de una prolija restauración un grupo de expertos dictaminó en julio del año pasado que este retrato atribuido desde siempre a un discípulo del maestro florentino, Giovanni Boltraffio, y que en 1958 había sido vendido en una subasta por unos módicos 100 dólares, sería en realidad un auténtico Leonardo. Así se presentó en Londres, luego de haber atravesado los siglos en manos de reyes, duques y coleccionistas privados.
Por fortuna, las posibilidades de que Dan Brown lea estas líneas son absolutamente remotas. Menos mal, a ver si todavía se le ocurre escribir una saga.

Fuente: Revista Ñ Clarín

EL TRANVÍA, AQUEL FENÓMENO SOCIAL



Nació en 1863, tirado por caballos. Y en 1897 se hizo eléctrico. LLegó a transportar más de 600 millones de personas al año.

 
Al sur. El servicio que iba a Lanús, operó hasta el 19 de febrero de 1963.
Por Eduardo Parise 

En los últimos meses, el tema de quién se encarga de subtes, colectivos y trenes se convirtió en algo que parece el cuento del gran bonete. Es que el transporte de pasajeros en la Gran Ciudad siempre fue clave para movilizar a millones de personas. Y dentro de esa historia hubo un elemento que, durante un siglo, resultó vital: el tranvía.
La palabra se origina en la expresión inglesa tramway, cuya traducción literal sería algo así como “camino de rieles planos”, aquello que los porteños convirtieron en “tranguai”.
En Buenos Aires todo empezó en 1863, como algo complementario del ferrocarril, aunque siete años más tarde ya integraba el paisaje urbano. Eran tirados por esos caballos grandotes y potentes conocidos como percherones. Por entonces, las redes creadas por los hermanos Méndez (Agustín, Teófilo y Nicanor), los hermanos Lacroze (Julio y Federico) y Mariano Billinghurst, resultaron de gran importancia. Pero tal vez el más famoso de esos servicios haya sido el del “tranguaicito” en la zona de Belgrano.
El crecimiento del servicio en la Ciudad iba a llegar hacia el fin del siglo XIX con algo revolucionario: la electricidad. El primer recorrido experimental se hizo en abril de 1897, por la avenida Chavango (actual Las Heras) entre Scalabrini Ortíz (entonces Canning) y la Plaza de los Portones (ahora Plaza Italia). Fue por impulso de un ingeniero estadounidense llamado Charles Bright, creador de la empresa “Tranvía Eléctrico de Buenos Ayres”, la primera que hubo aquí.
Desde ese momento, el tema sería un fenómeno social, tanto que en el primer cuarto del siglo XX la red de los tranvías porteños ya era la mayor de América latina y una de las principales del mundo: tenía casi 900 kilómetros de vías, más de 3.000 vehículos y empleaba a 13.000 personas que trabajaban en los cien recorridos y en los múltiples talleres donde hasta se fabricaban coches con diseño propio. Pero lo más impactante era la cantidad de pasajeros que transportaban cada año: según la Asociación Amigos del Tranvía (que está en Caballito y mantiene un servicio de tranvías históricos que aún recorren el barrio) superaba los 600 millones de personas. Eso era así por los múltiples viajes que hacía cada una cada día. El costo del boleto (10 centavos, o 5 en horarios “obreros”) lo había hecho tan popular que a Buenos Aires se la conocía en el mundo como “la ciudad de los tranvías”.
Por supuesto que no todo fueron rosas. También hubo espinas, como la tragedia del 12 de julio de 1930 cuando uno cayó al Riachuelo en un puente levantado para que pasara una chata. La niebla de la madrugada jugó contra la vida y de 60 personas sólo sobrevivieron cuatro.
El final de aquellos trenes de un solo coche, que andaban a 30 kilómetros por hora, llegó en los 60. El último servicio circuló el 26 de diciembre de 1962, aunque algunas líneas (en especial en Lanús) lo hicieron hasta el 19 de febrero de 1963.
Entonces esos “tranguais”, que hasta tuvieron buzones portátiles para transportar correspondencia desde barrios alejados, quedaron en el pasado. Con ellos se fueron las vías de noble acero. Algunas se fundieron para nuevas obras; otras quedaron bajo el asfalto y, cada tanto, afloran junto a algún bache. También desapareció un bar que estaba en Corrientes y Medrano, donde paraban los conductores y guardas del Lacroze. Como usaban uniforme verde (el color que identificaba a la compañía) se lo conoció como “El café de los Loros”. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com

EL TEATRO COLÓN
HIZO SU PRIMERA FUNCIÓN ON LINE


 
 
 
En la Web. Así podía verse ayer el escenario del Teatro Colón.

Por Bárbara Álvarez Plá

Nunca antes el Teatro Colón había dado cabida a tanto público como en la tarde de ayer. De hecho, todo el mundo –literalmente– tuvo la oportunidad de asistir a la función de las 17 horas que, por primera vez, y anunciada como “Ciberlírica”, se emitió online, y de forma gratuita, desde la página web del Teatro. El anuncio, no podía ser de otra manera, corrió ayer a través de Twitter.
La pieza elegida para la inusual transmisión fue la misma que la semana pasada abriera la temporada lírica 2012 del Colón. Esta fue la última de las cuatro funciones del oratorio La Pasión según San Marcos , del compositor argentino Osvaldo Golijov, bajo la dirección de la venezolana María Guinand, que durante todo el espectáculo bailó y cantó dejándose llevar por este bizarro ejemplo de mezcla de ritmos y tradiciones.
Y es que La Pasión de Golijov es diferente: sin ser una ópera, se presenta como un drama musical. Una obra escénica vestida con ricas coreografías, y un coro, (el de la Schola Cantorum de Venezuela), y unos solistas que constantemente cambian de disposición y van alternando sus roles. Su creador, (y también director escénico), la definió como una obra coral.
Una obra en la que vemos a un Jesús mulato que hace su camino, sin corona de espinas y portando una cruz invisible.
Y aún hay más novedades, y es que la de Golijov es una Pasión en clave latinoamericana, con un viacrucis que va de Cuba a Brasil, a golpe de percusión, viento, cuerda; y capoeira, y violines; y salsa, y rumba y un toque de murga, de flamenco, y de tango. Y hasta la melodía de “Todavía cantamos”, de Victor Heredia, adaptada para la ocasión.
Dos orquestas en el escenario: la Orquesta La Pasión y la Orquesta Estable del Teatro Colón.
Parece necesario, en este punto, hacer un poco de historia, y recordar que el impactante estreno de La Pasión de Golijov tuvo lugar en Stuttgart, Alemania, en el año 2000, abriendo a su creador –que desde 1986 vive en los Estados Unidos– las puertas del estrellato.
La obra tuvo su origen en un encargo que el director de la Academia Bach le hizo a cuatro compositores con motivo de la conmemoración de los 250 años de la muerte del compositor alemán.
Después de su estreno, La Pasión...
se presentó en varios países hasta que el miércoles pasado llegó a la Argentina, y ayer, online, otra vez a todo el mundo.

Fuente: clarin.com

SUPERAMOS LAS 280.000 VISITAS
A NUESTRO BLOG
DESDE TODAS PARTES DEL MUNDO


Nuestro homenaje al Bicentenario de la Creación del glorioso
Regimiento de Granaderos a Caballo  "General San Martín"
1812 - 16 de marzo - 2012
Único en el Mundo que dio la libertad a tres países 
 
En el día de hoy, 18 de marzo de 2012, hemos superado las 280.000 visitas a nuestro blog desde todas partes del Mundo.
Saludamos con ese motivo a todos quienes nos visitan y les agradecemos que nos lean y consulten.
Su fidelidad nos estimula, obliga y compromete a seguir cada día tratando de superarnos, consiguiendo más y mejor material - textos e imágenes - y a cuidar de manera muy especial la parte visual de nuestro blog.

Pedro L. Baliña........................
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