ALVEAR, UNA ESTATUA JUNTO AL TANGO




Impactante. La estatua del francés Bourdelle es una de las más bellas de la Ciudad
Por Eduardo Parise

El propio autor, el artista francés Emile Antoine Bourdelle, lo considera su obra maestra entre los grandes monumentos que realizó. Y en la Ciudad lo ubicaron en un lugar de privilegio. Sin embargo, muchas de las miles de personas que cada día le pasan por delante, nunca lo vieron. Está sobre una plataforma que ocupa unos 20 metros cuadrados, en un pedestal de granito de más de 13 metros de alto y la figura ecuestre tiene cinco metros más. Y, como para no pasar desapercibido, en la base del pedestal cuatro grandes estatuas de bronce (cada una de tres metros, representan “La Libertad“, “La Victoria”, “La Elocuencia” y “La Fuerza”) le dan un marco especial.
Es el monumento al general Carlos María de Alvear, un polémico militar argentino, famoso caudillo en las luchas por la Independencia y en la guerra con el imperio brasileño, quien, además, presidió la Asamblea del Año XIII y fue Director Supremo de las Provincias Unidas. Lo inauguraron el 16 de octubre de 1926 y desde entonces domina la barranca de la plaza que está a metros de la calle Posadas y la Avenida Del Libertador, en pleno Recoleta y frente a lo que suele denominarse Plaza Francia, que en verdad se llama Plaza Intendente Alvear.
La historia dice que, en 1910 (después de aprobado el presupuesto por el Congreso), el monumento le había sido encargada por una comisión especial al escultor estadounidense Andrew O’Connors, por entonces radicado en París. Pero después cambiaron de idea y finalmente se lo pidieron a Bourdelle, quien lo terminó en mayo de 1923. La entrega a la Argentina se hizo en el Salón de las Tullerías de París, en una ceremonia que presidió el ministro de Bellas Artes de Francia.
Emile Antoine Bourdelle (el apellido de su padre era Bordelles, pero se lo cambiaron por un error al anotarlo) había nacido el 10 de octubre de 1861 y a los trece años, tras la escuela primaria, empezó a hacer grabados en madera en el taller de ebanistería de su papá. Después, estudió en Bellas Artes de la ciudad de Toulouse, hasta llegar a París, donde fue alumno de otro grande: Auguste Rodin. A Bourdelle se lo considera uno de los más destacados artistas de la Belle Epoque. Murió en octubre de 1929. En Buenos Aires, además del monumento a Alvear, también hay otras obras de gran calidad que surgieron de su talento creativo: La Muerte del Ultimo Centauro y Heracles Arquero.
Para el trabajo de Alvear, el artista francés estudió muchos documentos y se empapó de los rasgos de personalidad que identificaban al militar. Por eso lo colocó sobre un caballo brioso, el cuerpo bien erguido, levantando su mano derecha y con una capa tremolante sobre sus espaldas. Lo curioso es que no lleva sombrero. “Es que lo perdió en una batalla”, dijo Bourdelle cuando le preguntaron por algo tan poco común en los bronces que evocan a militares.
Además de este espectacular monumento, la zona de Recoleta tiene muchos lugares valiosos tanto en lo arquitectónico como en lo cultural. Y uno de ellos es un edificio que está a un costado de la estatua de Alvear. Es el Palais de Glace. Inaugurado en 1910, en la actualidad es un centro cultural y sala de exposiciones. En sus orígenes albergó una pista de patinaje sobre hielo y luego se convirtió en centro de baile con la actuación de famosas orquestas de tango. Pero esa es otra historia.


Fuente: clarin.com

EL MONTE HECHO A MANO



Arte / Identidad
El monte hecho a mano

Monte completa la trilogía de libros que registra la aventura única de Belén Carballo y Ricardo Paz, empeñados durante tres décadas en recuperar las maravillas cotidianas de un pueblo.


Los colores vibrantes se destacan en los roperos y alacenas.

Por Carolina Muzi | Para LA NACION

En el patio lateral de una casa chorizo reciclada, apoyadas en solitario o reunidas en series, se suceden las muestras que encarnan con austeridad la fuerza de una variante de naturaleza autóctona. Son cortezas enormes de chañar, entreveradas ramas de huiñaj, nudos tenaces de algarrobo convertidos en tapas de mesas, en posamonturas o en cuencos simples; potente testimonio de la conjunción entre el monte y la cultura que en él hizo nido.
Guiado por Ricardo Paz, el recorrido por la galería-taller ¿museo? de Arte Étnico Argentino (uno de los primeros espacios de diseño que tuvo Palermo Viejo al despuntar los años 90) se puebla de referencias, de nombres de hacedores y de maderas, del vasto conocimiento que Paz tiene del monte, expresado aquí en dos de las vertientes iniciales de la cultura material de ese territorio: los textiles y el mobiliario. Porque es ahí, primero en los tejidos para la protección y luego en los soportes básicos de las actividades, donde se puede rastrear el origen del hábitat vernáculo, su santo y seña.
"El monte rodeaba las ciudades como un mar de árboles; esta geografía ocupaba la mayor parte del norte argentino cuando llegaron los españoles. Y fue allí donde comenzó la patria y nacieron los primeros criollos: Santiago del Estero, Córdoba, Salta, La Rioja, Jujuy, Catamarca y Tucumán. El indio aportó su hermandad con el árbol y el español, la técnica; y de aquella unión nacieron estos primeros muebles", señala Belén Carballo en la introducción a su último (y reciente) libro: Monte, muebles de la tierra argentina.
Carballo es la otra pata de esta operación de rescate de algún modo antropológico del monte santiagueño, que había iniciado Paz antes de conocerla, cuando cambió su perfil de anticuario europeísta por la indagación en las raíces propias. En 1989, el encantamiento por los objetos esenciales de la cultura montaraz los guió en un viaje fundante que, a través de los años, los llevaría a profundizar en los habitantes y en el paisaje como hacedores del entorno y, por ende, de una identidad material argentina de alcances geográficos y culturales.
A partir de la divulgación local e internacional de estas producciones, generaron, entre otras cosas, conocimiento, un nicho de trabajo con su respectiva oferta y demanda, y la recuperación de viejas técnicas y saberes en vías de extinción, que a partir de la poscrisis se replicó en otras iniciativas de rescate de artesanías nativas por las provincias. Mientras, veían de qué manera la soja transgénica y otras desmesuras arrasaban con el monte y lo que guarda. Por eso, la defensa en la que se plantaron terminó por extenderse al paisaje mismo. Y el ciclo de esa búsqueda hoy se cierra (o mejor, se abre) con la iniciativa Los silencios, una pequeña reserva de vida sustentable, un desarrollo-antídoto contra el desmonte y demás depredaciones. Y también con una publicación que, a modo de balance y legado, cataloga buena parte de aquello con lo que comenzaron trabajando: el mobiliario criollo.
En este libro, fin de una serie de tres cuidados volúmenes, la pareja reunió la experiencia de casi tres décadas en el monte santiagueño. Entre el primero, Un arte escondido, objetos del monte argentino, y este último, pasaron 15 años. En el medio publicaron Teleras, memoria del monte quichua (2006), un riguroso relevamiento de técnicas, materiales, colores y motivos de los textiles autóctonos.
"Teleras... reflejaba el trabajo de las mujeres. Monte, muebles de la tierra argentina, en cambio, está focalizado en el patrimonio de los varones carpinteros: son ellos los que trabajan la madera; y fue a través de ellos, charlando en los aleros, como fui accediendo a los saberes. Todo eso hoy está en peligro. diría que casi ya fue. Los jóvenes que diseñan están en el ciberespacio, atentos a las expresiones 'de autor' y la producción industrial que promueve cada vez más consumo y más mercado; de los orígenes anónimos, populares, y de sus técnicas en armonía con la naturaleza, nada. No se atiende ni se busca conocer esta tradición, este legado. Siendo patrimonio de la cultura material popular, es una pena que sólo sea apreciado por élites que descubren su belleza. Es material que debería verse en las facultades de diseño", señala Paz, preocupado por el naufragio digital de los más jóvenes. "En dos generaciones, con cuidado, esto se podría recuperar. Yo quiero jugar ese partido", confiesa.
"Queríamos, justamente, cerrar este corpus de conocimiento, el relevamiento de una forma de hacer, las lecciones de un saber que sigue vivo", añade Belén. Las cuestiones de diseño que aporta el libro, con la comunicación de un amplio repertorio de sillas, mesas, asientos, cunas, camas y catres, roperos y alacenas, va desde las proporciones y la ergonomía hasta el uso racional de la madera y la presencia del color. Así, más allá de su valor de registro de la cultura material, permite recorrer las tipologías básicas del mueble criollo y ofrece fichas técnicas junto a los porqués de sus formas, medidas y funciones múltiples.
Dos textos de Norberto Chaves y de Gui Bonsiepe extienden sendas miradas sobre el fenómeno del mobiliario popular y las fotografías de Andrés Barragán los muestran con elegancia a través de 259 páginas diseñadas por Rubén Fontana.
Un esmerado esfuerzo para que este patrimonio no quede sólo en el "aroma de un pasado en común, memoria incierta y ensoñación".

ADN Carballo-Paz

Belén Carballo, licenciada en Psicología con especialización en organizaciones sin fines de lucro, es gestora de proyectos de desarrollo social y cultural en el monte santiagueño como la Asociación Adobe; dirige Arte Étnico Argentino y su editorial.

Ricardo Paz es anticuario, especialista en arte étnico argentino; desde los años 80 recorre la Argentina documentando y rescatando piezas de diversas culturas y comunidades nativas, con especial foco en el monte quichua santiagueño y en su identidad criolla. Hoy se concentra en la reserva Los silencios, en las serranía de Sumampa, Santiago del Estero.

Fuente: ADN Cultura La Nación

LOS TAPICES DE LA COLEGIATA DE PASTRANA (GUADALAJARA)
CONTINÚAN SU GIRA AMERICANA
POR MEADOWS MUSEUM DE DALLAS (TEXAS)





Los Tapices de la Colegiata de Pastrana se presentarán este sábado, 4 de febrero, en el Meadows Museum de Dallas (Texas) en la exposición de los cuatro tapices restaurados por la Fundación Carlos de Amberes en 2007, bajo el título 'La invención de la gloria: El rey Alfonso V y los Tapices de Pastrana', tras permanecer hasta el pasado 8 de enero en Washington.

GUADALAJARA, 2
La exposición podrá ser visitada hasta el próximo 13 de marzo para posteriormente viajar a San Diego e Indianápolis en una gira que finalizará a primeros del año 2013.
Por su parte, el Ayuntamiento de Pastrana (Guadalajara) y la Comisión Provincial de Patrimonio han aprobado la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) de la Colegiata de Pastrana que, actualmente, se encuentra pendiente de resolución por parte de la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Comunidades.

LOS TAPICES

Estos cuatro tapices de Pastrana relatan las batallas del Rey Alfonso V de Portugal por la conquista de las ciudades marroquíes de Arzila y Tanger.
Tras la restauración llevada a cabo en Malinas (Bélgica), en los talleres de restauración de Witt Bélgica, ya se han podido contemplar en Gante, en el Museo del Cinquantenarie de Bruselas, en el Palacio del Infantado de Guadalajara, y en el Museo de Arte Antiguo de Lisboa.
Además, también han estado expuestos en el Museo de Santa Cruz de Toledo, desde donde partió a Estados Unidos para formar parte del programa cultural de la Embajada de España en Estados Unidos, 'Spain Arts & Culture', con el objetivo de promocionar la imagen contemporánea de España.

Fuente: Europa Press

LA FUNDACIÓN DEL PATRIMONIO HISTÓRICO
RESTAURARÁ LA FACHADA OCCIDENTAL
DE LA CATEDRAL DE ÁVILA






ÁVILA, 1 (EUROPA PRESS)

La Fundación del Patrimonio Histórico (FPH) restaurará la fachada occidental de la catedral de Ávila mediante un convenio de colaboración con el cabildo catedralicio para abordar la intervención que supondrá una inversión cercana a los 300.000 euros.
Según han informado fuentes de la FPH en un comunicado recogido por Europa Press, la Fundación del Patrimonio aportará el 50 por ciento del presupuesto y el Cabildo de la catedral de Ávila el otro 50.
La restauración de la fachada occidental de la catedral, han recalcado, es "de gran importancia" dado su estado actual de conservación, además de ser la entrada para las visitas turísticas al museo, claustro, altar mayor y coro y las previstas a las torres y cubiertas.
En este momento, se redacta el proyecto para lo que la Fundación del Patrimonio plantea varios estudios previos cuyos datos contribuirán a redactar el proyecto más ajustado a las necesidades del inmueble con un levantamiento planimétrico para obtener la representación gráfica de su estado actual, un estudio petrológico y catas murales.
La portada de arenisca, flanqueada por dos contrafuertes de granito, tiene "problemas graves" de disgregación de la piedra. La mayor parte del agua que cae en la terraza del nivel superior se filtra hacia los rellenos de la portada y aflora por la sillería. Al pasar, el agua disuelve las sales que, transportadas hacia fuera, cristalizan, lo que sumado al hielo y el viento causa disgregaciones, descamaciones, fragmentaciones y roturas que pueden llegar a caer a la calle.
Las palomas también contribuyen al desgaste y aportan materia orgánica y suciedad, que favorece el ataque de microorganismos y daña la piedra, igual que los líquenes y raíces de vegetación entre los sillares.
La Fundación del Patrimonio plantea también investigar las capas de enlucido del atrio y la cara interna de la fachada, original de Juan Guas, para comprender la evolución histórica de esta parte de la catedral y favorecer una contemplación mejor del interior de la fachada, del siglo XV.
En su trayectoria, la Fundación ha desarrollado más de 700 actividades de restauración, de investigación, de formación, de difusión y edición de publicaciones. Entre ellas, son más de 200 las dedicadas específicamente a la restauración y puesta en valor del Patrimonio. Por otro lado, el carácter social de la Fundación y su faceta de entidad generadora de riqueza y de empleo se ponen de manifiesto en la creación de 504 puestos de trabajo a jornada completa entre 2008 y 2011 gracias a la actividad de la Fundación.


Fuente: Europa Press

DESCUBREN UNA COPIA DE LA GIOCONDA
QUE PINTÓ UN DISCÍPULO DE DA VINCI






Descubren una copia de La Gioconda que pintó un discípulo de Da Vinci




Expertos del Museo del Prado aseguran que la obra fue realizada al tiempo que Da Vinci creaba la original. Estiman que el hallazgo cambiará el rumbo de las teorías artísticas sobre el retrato de la mujer
Conservadores y expertos del arte protagonizaron uno de los descubrimientos más importantes de los últimos tiempos en la historia del arte: una réplica de La Gioconda de Leonardo da Vinci, de acuerdo con lo publicado por el diario español El País.
La autoría de la obra se disputa entre dos de sus pupilos favoritos: Andrea Salai (quien fue amante del maestro) y Francesco Melzi.
Según datos recogidos por la publicación The Art Newspaper, los expertos del museo estudiaron durante varios meses la obra. Además debieron limpiarla y quitarle un oscuro barniz que la cubría.


Lo impresionante de este hallazgo es que el discípulo de Da Vinci habría pintado la réplica al unísono del maestro toscano en su estudio de Florencia.
Se espera que los diversos estudios que se realizan sobre la copia lleven a resultados que hasta modifiquen las teorías y las interpretaciones sobre el retrato de Lisa Gherardini, la esposa de un comerciante florentino llamado Francesco del Giocondo.

Fuente: infobae.com

¿USTED SE ATREVE A EXPLICAR EL ARTE?


Opinión
Tribuna

Este debate, que cruza toda la historia de la cultura, se reactualiza con una vieja ópera de Phillip Glass que se considera ya obra maestra y que causa furor hoy en Estados Unidos, con escenas de la vida nada menos que de Albert Einstein.

 

¿Usted se atreve a explicar el arte?
Por Alberto Rojo, músico y físico. Investigador y profesor de la Oakland University.
La música es repetición. El tono musical es la repetición de vibraciones y el ritmo es la reiteración de pulsos a una razón cientos de veces más lenta que el tono.
El género que lleva la repetición a un extremo para algunos irritante y aburrido y para otros hipnótico y fascinante es el minimalismo. Y dentro de ese género, el músico más celebrado es Phillip Glass, que llegó a su estilo en los tiempo que tomaba clases de composición en París con Nadia Boulanger (profesora también de Astor Piazzolla). En esos tiempos, Glass trabajó transcribiendo la música de Ravi Shankar a notación occidental y de esa experiencia surge una imagen que gravitó sobre su música: mientras en Occidente dividimos el tiempo total cortándolo como si fueran rodajas de pan, en la música de la India uno toma pequeñas unidades, o pulsos, y los va encadenando hasta llegar a la extensión de la obra . Uno escucha la música de Glass y esa fórmula resulta evidente: fragmentos sonoros que van brotando de un organismo que se define a medida que crece, en lugar de ser partes que tributan a un todo orgánico, como en la composición tradicional. Quizá por eso Glass funcione tan bien en bandas sonoras - El Ilusionista, Pasaje a la India, Los sueños de Casandra, El Truman Show -, donde uno no le pide a la música que le cuente una historia sino que acompañe y complemente la secuencia.
La obra de Glass, donde la idea minimalista de repetición, y de una trama que no es trama, aparece en su máxima expresión, es Einstein en la playa (Einstein on the beach), la ópera experimental en cuatro actos que estrenó en 1976, y que compuso junto a Robert Wilson, con coreografía de Lucinda Childs.
Desde entonces, la ópera fue puesta sólo un puñado de veces pero tiene una justificada reputación de obra maestra.
La semana pasada tuve el gusto de disfrutar de una serie de eventos en los que participaron Glass, Wilson y Childs, y que culminó con tres funciones de Einstein a sala cubierta. La puesta fue en el Power Center de Ann Arbor, y es la primera vez que se muestra en EE.UU. fuera de Nueva York.
Fui a la tercera función con mi amigo Michael Gould, profesor de percusión de la Universidad de Michigan, y entré preparado a una maratón musical. La ópera dura cinco horas, sin intervalo. En una de las charlas previas, Wilson aclaró que uno puede salir cuando quiera de la sala, tomarse una cerveza y volver, y que en realidad no se perdería nada. Pero, salvo por una fugaz escapada al baño, no pude levantarme de la butaca. A Michael no le pasó lo mismo. “Voy a salir un rato”, me dijo en un momento, “estoy exhausto de contar ritmos”.
La música de Glass es una pesadilla para los músicos de orquesta , que están acostumbrados a contar compases, pero siempre dentro de una música basada en cambios y desarrollo. Mi atención en cambio estaba en los motivos musicales, que ya tienen el sello Glass de hoy, y sobre todo en la aparición de iconografías einstenianas.
Si bien la obra es una yuxtaposición de imágenes sin un hilo, aparecen imágenes de Einstein y alusiones a su ciencia.
Al principio, junto a una foto de infancia, aparecen trenes a vapor, seguramente en alusión al libro de 1920, donde el gran Albert explica la simultaneidad con rayos de luz que van de una punta a la otra de un tren. Mientras Einstein se sienta con su violín en el costado izquierdo del escenario y toca un increíble motivo que parece un algoritmo de notas que dura más media hora , aparecen suspendidos un reloj y una brújula (el espacio-tiempo, me digo). Luego un eclipse, y dos puntos de luz a cada lado del círculo negro, en alusión a la primera comprobación de la teoría de la gravitación en 1919: la gravedad curva a la luz y un planeta puede ser una lente. Al final aparecen ascensores y la explosión de la bomba nuclear. Pero en el medio hay otras imágenes, alusiones a la justicia criminal, al amor verdadero y a los supermercados con aire acondicionado.
Lo cierto es que la ópera no tiene significado, y ahí está la calve de su éxito.
Si la obra tuviera sentido no habría tenido el éxito que tuvo.
Aquí no hay nada que entender.
Si bien hay que evitar la noción de entender una obra de arte en general, es inevitable establecer una correspondencia entre lo que uno está viendo y escuchando con objetos y experiencias anteriores.
¿Pero qué pasa cuando aparece algo nuevo que no se vincula, o que se vincula poco con lo anterior? La pintura abstracta, por ejemplo, no representa nada. Una pintura figurativa puede representar un árbol, pero el árbol mismo no representa nada. Y así como el arte abstracto no reproduce lo visible sino que hace visible, la música minimalista nos invita a ver -como en las olas del mar- variaciones en lo repetitivo, a que la mente misma cree la variación, como en famoso enunciado de la literatura, que mencionó Glass en una charla previa: no es lo mismo decir “las hojas caerán en otoño” que decir “las hojas caerán en otoño”. Las palabras son las mismas, pero entre una frase y la otra el universo cambió y por ende cambió el significado.


Fuente: clarín.com

ESAS MISTERIOSAS TORRES
QUE GUARDA LA CIUDAD




Torre. La de La Boca tiene una leyenda sobre una bella pintora


Por Berto González Montaner
EDITOR JEFE ARQ 

Detrás de cada edificio suele haber una historia. Algunas pueden ser de lo más comunes; otras, apasionantes. Tanto que pueden disparar y echar a correr las más variadas y extrañas leyendas y mitos urbanos.
Sobre el Palacio Barolo se ha especulado mucho. Cuentan que esta obra maestra que se erigió en la Avenida de Mayo a principios del siglo pasado, mediante una excepción a los reglamentos que le permitió llegar a los casi 100 metros de altura, fue construida como un posible mausoleo para Dante Alighieri. Tal es así que dicen que está inspirado en su Divina Comedia. Creer o reventar. Vale la pena darse una vuelta por este primer rascacielos porteño diseñado por el arquitecto italiano Mario Palanti. La planta del edificio responde a la sección áurea y al número de oro. El alzado del edificio está compuesto por un basamento, un desarrollo y un remate en correlato con la estructura del poema: el Infierno, el Purgatorio y el Cielo. También los 22 metros que tiene coinciden con las 22 estrofas del poema. Y los 100 metros de largo del pasaje, que conecta una calle con otra, aluden a los 100 cantos de este clásico de la literatura.
Si uno entra al monumental espacio central, están en latín muchas estrofas de los versos. Y si miramos a la cúpula también podemos ver la figura del Dante y su amada Beatrice. Más allá de las huellas de la Divina Comedia que dejó Palanti en el Barolo, lo cierto es que su autor era un fascista convencido, con aspiraciones megalómanas. Y que su fantasía fue crear junto al Palacio Salvo, otro edificio con características similares que construyó en Montevideo, dos faros que iluminen y que marquen el portal de acceso del Río de la Plata.
Otra historia curiosa es la que le atribuyen al edificio Otto Wulf, en la esquina de Perú y la avenida Belgrano en el barrio de Monserrat. En el mismo enclave, donde hace poco anunciaron –no sin previa polémica– que instalarán una cafetería de la cadena Starbucks. Esta mole pétrea tiene en su piano nobile una serie de gigantes que parecieran sostener el cuerpo del edificio. Pero lo más curioso y significativo es su remate en dos cúpulas yuxtapuestas. La leyenda cuenta que su dueño fue don Nicolás Mihanovich, cónsul del Imperio Austrohúngaro, y que allí funcionó su delegación hasta 1918. En esta línea, las dos cúpulas representan al Kaiser Francisco José I, la más alta, coronada con un sol; y la otra, que tiene una corona y una luna que perdió, es la Emperatriz Isabel de Possenhofen, Reina de Baviera, Austria.
Sin embargo la arquitecta e historiadora Alejandra De Marco nunca se creyó el cuento. ¿Por qué entonces se llama Otto Wulf? De su investigación surgió que el nombre pertenecía al dueño real, un comerciante acaudalado de Hamburgo que se hizo millonario en la Argentina vendiendo durmientes de ferrocarril y, como hacían mucho los de su clase, lo reinvertían en ladrillos.
Otro condimento se le agrega a esta historia, ahora que está en debate qué se debe preservar y qué no. Para hacer este fantástico edificio, su arquitecto, el danés Morten F. Rönnow, se tuvo que cargar la famosa Casa de la Virreina Vieja, lugar donde vivió la esposa del Virrey del Pino. Fue una de las mejores casas que tenía la Ciudad de Buenos Aires y uno de los últimos ejemplos de arquitectura civil del siglo XVIII. Su gran novedad residía en que no tenía techo de tejas coloniales, sino que tenía azotea plana.
Más doméstica es la leyenda que circula sobre el Castillo de La Boca, en las intersecciones de la avenida Almirante Brown y las calles Wenceslao Villafañe y Benito Pérez Galdós. Los vecinos aseguran que el fantasma de la torre sigue paseándose por las habitaciones del edificio construido para María Luisa Auvert Aur- naud, una poderosa estanciera que lo habitó a principios del siglo pasado y luego lo dedicó a la renta. Resulta que Clementina, una bella pintora muy querida en el barrio, tenía su atelier en la curiosa torre proyectada por el arquitecto catalán Guillermo Alvarez; pero un día, misteriosamente, desapareció. Algunos dicen que se suicidó; otros, que fue empujada por unos duendes desde lo alto de la torre. Y quienes se inclinan por un final menos novelesco, aseguran que terminó sus días en un geriátrico. Lo cierto es que Enrique Cáceres, uno de sus actuales habitantes, asegura que suelen suceder cosas raras, hay cosas que desaparecen, otras sorpresivamente cambian de lugar. No obstante, afirma con una inquietante sonrisa, conviven lo más bien con los fantasmas y los duendes.

Fuente: clarin.com