ROBAN CINCO OBRAS DE FRANCIS BACON EN MADRID

El pintor, que falleció en la clínica Ruber en 1992, había dejado pinturas y una suma de dinero a José Capelo
    Bacon en el Museo del Prado en 1990 - Archivo JANETTA PARLADÉ
Uno de los robos de arte más espectaculares habidos en España, un golpe de guante blanco, obra de profesionales, se produjo en el centro de Madrid el pasado mes de junio y se ha sabido ahora. Ocurrió en una casa señorial, cerca del Senado. Los cacos se llevaron en cuestión de minutos, y tras inutilizar la alarma, cinco obras del pintor irlandés Francis Bacon (Dublín, 1909- Madrid, 1992), uno de los más cotizados del mundo, según publicaba ayer el diario «El País» y confirmaron a ABC fuentes de la Policía Nacional. Al parecer, el dueño de la casa, que había abandonado su domicilio brevemente, se percató de lo ocurrido nada más regresar y puso una denuncia inmediatamente.
Los ladrones no dejaron huellas ni existen otras pistas por el momento, así que las pesquisas realizadas no han dado fruto alguno y un velo de silencio rodea la investigación. Nadie, ni los vecinos ni el portero, vieron nada extraño aquella noche de junio y de las cámaras que existen en el entorno no se ha podido extraer pista alguna. Las fuentes confirmaron al citado diario que la Policía cree que las obras robadas en casa de J. C. B., junto a otros objetos de valor, no han salido de España.

Cinco cuadros

Se trata de cinco cuadros, algunos de pequeño formato, que su dueño, amigo íntimo del pintor, había recibido en herencia. Las iniciales de este varón de 59 años, dueño de una pequeña pero valiosa colección de obras de Bacon -y protagonista de algunos de sus más afamados retratos, como veremos- corresponden con José Capelo Blanco, el amigo y último amante del artista, a quien solía venir a visitar en sus últimos años de vida.
De hecho, Bacon falleció el 28 de abril de 1992, en la clínica Ruber de Madrid. Como ya publicó ABC, los médicos le habían recomendado que no realizara aquel viaje, con 82 años y un cuadro de asma grave. Además de un clima templado y la gran atracción que en aquellos años ejercieron los maestros del Prado, museo que visitaba cada vez que venía, aquél fue sobre todo un viaje sentimental. Llevaba unos años enamorado de un joven financiero español al que conoció en una fiesta en honor del coreógrafo Frederick Ashton.



      Tríptico 1991, obra de Bacon para la que posó José Capelo y que está en el MoMA- MoMA

Precisamente este español, José Capelo, es el protagonista de una de las obras más importantes de Bacon, el Tríptico 1991 que cuelga en el MoMA de Nueva York, además de figurar en otras obras como «Retrato de José Capelo». Cuando se conocieron, Capelo tenía 35 años y el pintor 78.
Durante cuatro años, Capelo y Bacon (1909-1992) mantuvieron un noviazgo que les llevó a viajar por todo el mundo. El español profundizó en su pasión por el arte y la obra del pintor. Y Bacon quedó fascinado por el modo de vida de nuestro país e intentó aprender español.
Gracias a las cintas grabadas por uno de sus amigos y fieles colaboradores, se supo hace ahora dos años que en el que sería su último viaje con su amado, ya en Madrid, el pintor decidió hacer un espléndido regalo a su joven amante: tres millones de euros (dos millones de dólares entonces, equivalentes a cuatro millones de dólares hoy). La misma cantidad que regaló, además, a la hermana de este. Por lo que se ha sabido tras este espectacular robo, el pintor también le dejó en herencia algunos cuadros.

Cotización
La obra de Bacon está tan cotizada que estas obras podrían superar con creces cualquier otro regalo. Como se recordará, «Tres estudios de Lucien Freud» se convirtió en la más cara en la historia de las subastas, en el momento en que fue adquirida en noviembre de 2013 por 142,4 millones de dólares (casi 128 millones de euros). Su nueva dueña sería la exmujer de un magnate de los casinos de EE.UU.


                          Bacon junto al Prado en los años cincuenta- ABC

Michael Peppiatt, amigo y biógrafo de Bacon (autor de «Francis Bacon. Anatomía de un enigma», ed. Gedisa), definió a Capelo como alguien «muy apuesto, bien educado, socialmente sofisticado y con una buena posición económica. Hablaba varios idiomas y le interesaba la pintura. Fue para Bacon un regalo inesperado, una fuente fresca de energía», según declaró a ABC. Capelo ha mantenido siempre un celoso silencio sobre su relación con el pintor, que ahora se ve roto momentáneamente por el robo de los cuadros en su domicilio.

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