EL SABLE CORVO DE SAN MARTÍN,
A PUNTO DE INICIAR SU ÚLTIMO VIAJE

Un tesoro patrio.

El General lo compró en Londres y se lo cedió a Rosas. Fue robado dos veces.
El sábado volverá al Museo Histórico.

Custodiado. El sable corvo, durante la tradicional conmemoración de la batalla de San Lorenzo. CARLOS CARRION
Custodiado. El sable corvo, durante la tradicional conmemoración de la batalla de San Lorenzo. CARLOS CARRION
Mariano Gavira

De una pequeña tienda en Londres a las manos del General San Martín. Del Museo Histórico Nacional al Regimiento de Granaderos a Caballo, y en el medio dos robos, restituciones y reclamos. El sable corvo fue manoseado tantas veces como las batallas en las que participó. Ahora la Presidenta Cristina Fernández ordenó trasladarlo de nuevo al Museo Histórico Nacional en los festejos del 25 de mayo.
Para llevar a cabo el traslado del sable desde Palermo hasta Parque Lezama, el Gobierno planea un desfile patrio, que -esperan- convoque a una multitud. Se realizará el sábado 23 al mediodía en la víspera de un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo. La Presidenta recibirá el sable en el museo, en una sala que fue acondicionada para proteger el arma utilizada por el general. Se prevé que el acto sea transmitido en directo por cadena nacional.
Pero ese no será el primer "viaje" que tenga este tesoro patrio. Ni tampoco será la primera vez que el sable sea utilizado de manera política. José de San Martín lo compró en Inglaterra en 1812, en una pequeña tienda de Londres: era una espada ágil sin arabescos, oros ni adornos especiales en su empuñadura, él lo creía ideal dada la versatilidad que permitía a la caballería. Con ese sable combatió por toda América del Sur atesorándolo como un símbolo de sus convicciones.
Luego, el propio San Martín legó en su testamento que el sable corvo sea entregado a Juan Manuel de Rosas, por considerar que defendía la soberanía del territorio: "San Martín es el primero que le da un uso político al sable: al legárselo a Rosas, apoya sus acciones y su forma de gobierno. No había manera de que no supiera que en Buenos Aires en esa época había ‘rosistas' y ‘antirosistas'", cuenta el historiador Daniel Balmaceda.
Después de la muerte de Rosas, el sable queda en manos de Manuelita -hija de Juan Manuel- que vivía en Inglaterra y que recibe una carta del director del Museo Histórico Nacional pidiéndole si por favor le puede donar la espada. Ella acepta y el arma llega al puerto de Buenos Aires, donde es recibida con todos los honores y es acompañada por los granaderos hasta el museo, tal como se hará el sábado.
Parecía que allí descansaría para siempre. Pero en 1963, el sable fue robado por integrantes de la Juventud Peronista (JP) con la intención de llevárselo a Juan Domingo Perón, que estaba exiliado en España. Sin embargo, el tesoro patrio permaneció en una quinta cerca de Maipú, camino a Mar del Plata. A los meses fue devuelto y colocado de nuevo en el Museo Histórico.
La historía se repitió en 1965. El sable fue robado otra vez, con lo mismos implicados (JP) y con el mismo objetivo de llevárselo a Perón. "Durante un año estuvo en manos de la Juventud Peronista, hasta que fue encontrado y llevado nuevamente al museo. La recuperación se hizo con todo el despligue militar y acompañado por una multitud. Pero en 1967, el presidente de facto, Juan Carlos Onganía, decidió enviar el sable hacia el Regimiento de Granderos a Caballo, en Palermo", agrega Balmaceda.
Mediante un decreto que fue publicado ayer en el Boletín Oficial, la presidenta ordenó la restitución al Museo Histórico. Cristina cree que revertir esa decisión de Onganía es un símbolo tan fuerte como el de Néstor Kirchner, cuando descolgó el cuadro de Jorge Videla. El traslado será con un desfile patriótico y televisado en vivo. Como para agregar un nuevo capítulo a las idas y vueltas del sable corvo del General San Martín y su uso político.


Fuente: clarin.com

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