DÍAS DE ESTUDIANTE:
CUANDO EL JOVEN JULIO FLORENCIO QUERÍA SER MAESTRO

Anécdotas y recuerdos de un poeta, actor y periodista que en los años 30 ya se destacaba en la escuela donde se formó como docente y profesor en letras.
Cortázar, de guardapolvo, en el frente de la Escuela Normal. Foto: LA NACIÓN

Por Gustavo Gabriel Otero


La conmemoración de los 100 años del nacimiento de Cortázar -y el recuerdo de su fallecimiento ocurrido hace treinta- permite a los lectores descubrir (o redescubrir) al gran autor argentino. Con total merecimiento, se han escrito innumerables textos sobre su figura y su obra literaria. Y aunque quizá no sean tantos los momentos desconocidos de su vida, poco se sabe de la etapa de formación docente en la Escuela Normal de Profesores de Buenos Aires y su trayectoria escolar, más allá de sus calificaciones.
Julio Florencio Cortázar ingresa en la Escuela Normal Mariano Acosta en 1928, egresa en 1932 como maestro y tres años más tarde obtiene el título de profesor normal en letras. Su participación estudiantil es casi un misterio, pero se pueden seguir sus rastros en Addenda, que publicaba esa institución entre 1932 y 1935.
La revista se centraba en temas educativos y culturales, y firmaban sus artículos alumnos, docentes y ex alumnos. Incluía, además, la sección "La escuela en broma", con humoradas sobre la actividad escolar y previsibles burlas con los sobrenombres dados a los docentes. Se intuye allí la pluma de Cortázar.
El número 2, de agosto de 1932, reproduce el siguiente comentario de LA NACIÓN: "Ha aparecido el primer número de esta revista, que además de ser órgano del Centro de Estudiantes de la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta expresa en las palabras iniciales de su portada el propósito de que los alumnos del establecimiento citado tengan oportunidad de iniciarse en los trabajos de redacción, pues tratará preferentemente aquellas cuestiones que interesen a los estudiantes y a la marcha de los estudios".
En 1934, "J. Florencio Cortázar" asume la subdirección de Addenda. En la página 27 de la edición de julio de ese año, se lee el poema "Bruma". Es difícil afirmarlo, pero posiblemente sea la primera obra firmada publicada por el joven escritor. Ya se pueden hallar algunos preludios de su literatura posterior, que será reconocida a nivel mundial. La mención de escritores, poetas, músicos y pintores franceses habla de la impronta de la formación cultural de esa época. Por otra parte, el poema muestra a una figura que anhela algo lejano y distinto de su realidad actual, característica que luego será recurrente en sus personajes.
Las dos últimas ediciones, de 1935, cuentan a Cortázar como director de la revista en la que colaboraron, entre otros, Abel Santa Cruz y Eduardo Jonquières.
A partir de sus colaboraciones y cargos en la publicación se desprende también su participación activa en el Centro de Estudiantes. Y en el programa del Gran Festival Artístico y Danzante, organizado en 1932 por los alumnos de la escuela, se revela el Cortázar actor. En el Gran Salón Teatro de Sarmiento 2419 la "troupe estudiantil normalista", en una función "teatral y baile al estilo Broadway con cotillón y batalla de globos", festeja el martes 20 de septiembre de 1932 el Día del Estudiante, con un programa dividido en tres partes. En el primer acto y en el último, Cortázar representa a la reina Isabel de Castilla. En la segunda parte, aparece en tres de los seis números. Es Testaforte en "¡Qué examen!", Severo en "Las delicias de la vida conyugal", y El Jonson en "El gran desfile". Si se tiene en cuenta el profundo placer que despierta el jazz en él desde su adolescencia, el nombre de este último no debería sorprender, ya que podría tratarse de un homenaje a Al Jolson, cantante y actor, protagonista de El cantante de jazz, la primera película sonora de la historia del cine (1927).
Décadas después, ya consagrado escritor, ambientó uno de sus cuentos, La escuela de noche, en su escuela secundaria y terciaria. Sus neblinosos recuerdos sirven para retratar la década del 30.

Bruma

Fragmento del poema de 1934
Buscar lo remoto con férvidas ansias / Y en limbos extraños hundir obstinado el deseo.
Que el ritmo, lo Impar de Verlaine nos conduzca / Y acordes oscuros de queda armonía / Marquen nuestros pasos sobre el gris sendero.
Debussy ... maestro quiero sinfonías / Que esbocen con notas pinturas de nieve y acero:
Baudelaire ... te pido me des una pluma / Que en noche de insomnio / Hayas estrujado contra tu cerebro.
Manet, por los bordes de tus concepciones / Vagaré anhelante de encontrar lo Bello / Que me niegan todos / Los que no han sentido como tú el llamado / Del aire, del ritmo, del amor y el cielo.
J. Florencio Cortázar
  • El autor es rector del Instituto de Enseñanza Superior Mariano Acosta, continuador de los profesorados donde estudió y egresó Cortázar

Fuente: lanacion.com

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