LA TOMA DEL PALACIO FERREYRA

Vista de los Nocturnos de Ricardo Cinalli
Vista de los Nocturnos de Ricardo Cinalli
Por Daniel Gigena / La Nación

La apertura de dos muestras en el actual Museo de Bellas Artes Evita-Palacio Ferreyra -una de ellas un audaz site-specific a cargo de un artista argentino que reside en el extranjero; la otra, un bis de la vasta colección de fotografía de José Luis Lorenzo- promete un verano con afluencia de asistentes a uno de los centros culturales del país. Inaugurado en 1916, el Palacio Ferreyra es una de las maravillas arquitectónicas de la provincia. Su actual director, el arquitecto Tomás Bondone, reivindica "el esplendor decimonónico francés" adaptado a la Argentina y expresado en términos técnicos y decorativos. El inmueble fue expropiado hace seis años por el gobierno de la provincia de Córdoba, que debió pagar una suma millonaria a la familia. Juan Schiaretti rebautizó el edificio, que sin embargo mantiene en el uso los dos nombres.
Aún sensibilizada por los saqueos que tuvieron lugar durante la huelga policial de diciembre, la sociedad cordobesa se toma un respiro para celebrar antiguos rituales con nuevas vestiduras. Nocturnos , el site-specific con el que Ricardo Cinalli (Santa Fe, 1948) intervino el palaciego hall del Evita, sorprende por la magnificencia de la escala elegida y por el gesto intrépido del enfoque. En un encuentro hace más de un año Bondone le propuso a Cinalli realizar una muestra en el museo. Al visitar el Evita, el artista -que vive en Londres y expone regularmente en el norte de Italia- comenzó a idear una muestra que transformara y realzara el espacio expositivo. Cuenta Patricia Rizzo, la curadora de la serie, que uno de los objetivos primeros fue "esconder" los gobelinos dieciochescos, de la firma Capranesi, con telas del mismo tamaño. Las cuatro pinturas de Cinalli, en ese pétreo gris plateado que ya es parte de su copyright , también presentan escenas mitológicas, pero de una mitología en la que conviven temporalidades, estilos artísticos (del rococó al kitsch autoconsciente) y técnicas y materiales diversos.
Los cuatro compases de Nocturnos crean una ópera erótica de amor entre dos centauros, amor que, como tantos, va complicándose. En un crescendo dramático, la pasión y el sexo explícito -en formas y escenas-, la sombra de un triángulo amoroso, la admiración por la belleza (una de las pinturas reproduce en dos dimensiones el Fauno de Barberini, adorado por los centauros como si fuera el becerro de oro), lluvias de diamantes en noches de luna llena y agujeros negros que abren paso a un universo lunar, poshumano -aquí la obra se emparienta con la de Eduardo Stupía y la de Matías Ercole-, puntúan, en escorzos de factura diestra, un relato falsamente mítico, acaso autobiográfico. Para colgar las obras, Cinalli & Cía. debieron contratar a un alpinista. En las alturas transcurre la fábula de amor líquido adaptada lujosamente al marco del palacio cordobés. Completan la muestra ocho admirables dibujos de detalles de las obras mayores: una jarra de agua, tres pescados, un cráter seco, la cabeza de un durmiente (retrato del fotógrafo Juan Cabrera, amigo de Cinalli), velados con un tul adornado con aplicaciones de strass: los diamantes que regala la visión deslumbrada de Cinalli.

Fotos de colección

Desde 2010, el Museo Evita instrumentó un programa de exhibiciones temporales dedicado al coleccionismo. En diferentes formatos o relatos de las artes visuales, las nueve muestras anteriores abordaron temáticas -el paisaje, por ejemplo-, técnicas y perspectivas, como la de la impronta del siglo XIX en la pintura provincial. Factor dinámico de la cultura cordobesa, el coleccionista José Luis Lorenzo (que comenzó la actividad de manera intuitiva hace más de veinte años, cuando recibió de regalo una obra de Fernando Allievi, hoy su asesor en plástica) a partir de 2005 comenzó a comprar fotografías de artistas argentinos. Gradualmente, su participación en clínicas de coleccionismo y sus visitas a ferias internacionales lo involucraron en una tarea apasionante y, a la vez, creativa. "Mantengo con mi colección una relación sentimental", dice Lorenzo durante la primera visita guiada por las más de sesenta fotos. A la manera de homenaje a su ciudad, la serie abre con una foto anónima de la catedral de Córdoba.
Esta décima muestra del programa de coleccionistas lo encuentra en plena madurez. De Adriana Bustos a Hugo Aveta, de Ananké Asseff a Germán Ruiz -todos ellos cordobeses-, de Nan Goldin a Hiroshi Sugimoto, seguramente el non plus ultra de la fotografía actual; de una pieza única de August Sander a las obras sobre botánica de Karl Blossfeldt, la colección de este arquitecto y desarrollador inmobiliario tiende líneas temáticas y formales bien definidas. Los efectos devastadores de las políticas autoritarias, las visiones urbanas, donde la arquitectura juega un rol protagónico; los retratos de artistas, de seres anónimos y de animales; la experimentación más osada (con Joan Fontcuberta a la cabeza) empalman, no sin contrastes, con stills life, parodias de clichés fotográficos hechos por Nicola Costantino, que "remixa" a Richard Avedon y a Edward Steichen, y piezas de lo que Gabriel Valansi -asesor del coleccionista en fotografía desde 2008- denomina "nuevos clásicos": Marcos López, RES, Gian Paolo Minelli. Colección José Luis Lorenzo II demuestra la amplitud de una familia de imágenes en crecimiento constante y la superación de los límites estéticos a través del medio técnico que los impone.
Aunque en 2014 Lorenzo doblará la apuesta en su labor como mecenas y "desarrollador artístico" al abrir en el centro de su ciudad un centro de exposición permanente de sus colecciones -espacio que funcionará también como sede de conferencias y residencia de artistas-, la muestra en el Evita es una oportunidad imperdible para locales y visitantes interesados en el arte de la luz. Hay tiempo hasta el comienzo del fin del verano.

Ficha: Nocturnos, hasta el 2 de marzo. Colección José Luis Lorenzo, hasta el 30 de marzo

Fuente: ADN Cultura La Nación

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