LOS RESTOS DE LA PINTURA

Búsqueda. Silvia Gurfein vuelve a formularse en su muestra las preguntas primeras sobre la pintura

Por Ana Maria Battistozzi

 

Hace menos de veinte años que se dedica a pintar. Pocos, si se quiere, para la profundidad de la tarea crítica que emprendió en los últimos tres. Sobre todo si se tiene en cuenta que parte de ese tiempo Silvia Gurfein lo ocupó en su propia formación no académica. Antes había incursionado en el teatro, la música y la filosofía, lo cual, uno infiere, le sirvió a la hora de armar su particular modo de entender la pintura como práctica, como experiencia sensible y como forma de pensamiento, capaz de conectar el principio leonardesco de la pittura e’cosa mentale con Derrida. Y acaso, como este último ante el interlocutor que llega y le anuncia: “Me interesa el idioma en pintura”, interrogarse por la naturaleza de ese interés. ¿La expresión? ¿Lo que tiene que ver con el idioma? ¿Con el trazo, o acaso con la singularidad, la especificidad irreductible del arte pictórico?
En 2011 Silvia Gurfein ganó el Premio Klemm y, en consecuencia, la posibilidad de exhibir su obra en uno de los espacios de la Fundación. La artista descartó la idea de mostrar su obra en perspectiva histórica y en cambio concibió un formato para poner en escena una búsqueda. Y con ella un repertorio de problemas que hoy se plantea todo artista que pinta. Sobre todo, a la hora de pensar una práctica con semejante carga histórica, como la pintura. Que ha sido tildada de anacrónica y sentenciada a muerte varias veces pero que aún es capaz de renovar su capacidad de seducción tanto en el plano sensible como en el conceptual.
LA CEGUERA TACTIL DEL CEREBRO FRENTE AL CRANEO, 2013. Óleo sobre tela, 61 x 44 cm.
LA CEGUERA TÁCTIL DEL CEREBRO FRENTE AL CRÁNEO, 2013. Óleo sobre tela, 61 x 44 cm.

La obra premiada en 2011, que curiosmente se llamaba Origen y fin, es de algún modo el punto de partida de esta exhibición aunque para la artista tiene más que ver con un proceso de crisis.
“Durante el transcurso de una praxis siempre uno atraviesa crisis”, dice en la conversación que disparó su extraña muestra que dispersa textos enmarcados, lienzos crudos sobre una tabla horizontal, pigmentos, telas manchadas con color como sudarios y también telas formalmente pintadas y tensadas sobre bastidor al modo convencional. “Había llegado a un punto en que ya no podía seguir con lo que estaba haciendo. El cuerpo no me lo permitía, pienso que tal vez el título de la obra premiada, Origen y Fin, estaba aludiendo a un ciclo cerrado; a una especie de despedida. Tal vez era algo de orden anímico que anticipaba un cambio”, reflexiona.
Ni el cuerpo ni la mente le permitían seguir con lo que estaba haciendo. No quería repetirse pero al mismo tiempo tenía una gran incertidumbre sobre cómo continuar. “Sabía que tenía que seguir trabajando de algún modo y persisitir en una investigación hasta que al fin me encontré en el taller rescatando restos de pintura. Un gesto que tal vez tenga que ver con lo funerario. O lo arqueológico”, sugiere.
CENTINELA, 2013. Óleo sobre tela, 157 x 97 cm.
CENTINELA, 2013. Óleo sobre tela, 157 x 97 cm.

En su seguimiento histórico de la imagen en Occidente Regis Debray dice que la imagen y en especial el retrato –el sudario podría ser una forma arcaica de él– tienen su origen en la voluntad humana de trascender la muerte.
Así también el impulso exploratorio llevó a Gurfein a sacar conclusiones de un problema que había tenido con una pintura mal imprimada y había traspasado la tela dejando huellas en la pared. La relación de la superficie pictórica del plano, lo que acontece en él y el soporte de la pared que lo sostiene es algo que ha estado presente en gran parte de las reflexiones que postuló la pintura moderna, al menos desde el gesto de Fontana en adelante. No resulta extraño que la huella de una tela mal imprimada, que se deja atravesar por el pigmento haya resultado motivo de interés de la artista.
“Aquello volvió a mi mente –recuerda, y ese dato terminó por reorientar sus búsquedas hacia el reverso de la tela o lo que puede atravesarla en una huella–. No fue un proyecto consciente, me encontré con eso por azar. Y, curiosamente, aquello, que parecía un gesto funerario, fue lo que me volvió a entusiasmar de la pintura.
SUDARIO, 2012. Óleo sobre tela, 66 x 30 cm.
SUDARIO, 2012. Óleo sobre tela, 66 x 30 cm.

De pronto, me encontré celebrando ese hecho que me devolvía el deseo de investigar esa materia ancestral que es la pintura.” Todo induce a pensar que la noción de arqueología impulsa este capítulo reciente de la obra de la artista. ¿Pero qué sentido implica exactamente esa noción?
“El de excavar o escarbar –responde–. Desenterrar el pasado para buscar el origen de las cosas. Mi pregunta es cómo se hace hoy para pintar. Por eso me planteo una excavación de sentido doble: hacia adentro de la pintura y en su propia historia.” Paul Valery se preguntaba en los años treinta cómo devolver a las palabras un estado virginal. Así también, es posible hoy preguntarse qué hacer con un tipo de práctica como la pintura, que a través del tiempo ha sido codificada, recodificada y vuelta a codificar.
“Yo tenia un gran impulso –dice Gurfein– y sentía que podía transitar esos lugares altamente codificados. Me sentía libre al hacerlo y no reniego de ninguno de esos pasos que di pero en un momento se me reveló como la muerte.
CARTA A LOS VIDENTES PARA USO DE LOS CIEGOS, 2013. Óleo sobre liezo, 170 x 110 x 80 cm.
CARTA A LOS VIDENTES PARA USO DE LOS CIEGOS, 2013. Óleo sobre liezo, 170 x 110 x 80 cm.

Volver a preguntarme cómo hacer pintura y sentir que eso está vivo, en un punto fue remontarme a las cuevas de Lascaux. Para mí hay algo en esta muestra que es como ir antes de las cosas. Ir a la pintura antes de la pintura. Pasé dos años investigando y volví a formularme las preguntas primeras: ¿dónde se constituye la imagen, dónde se localiza? ¿En el soporte? ¿Está en el ojo, en la mente o en la cultura? Por otro lado hay algo muy concreto y material que es la pintura en sí misma que se desposita en una tela. Me pregunté también ¿por qué se pinta sobre tela? ¿Por qué se concibió para que ésta actúe como un espejo, para devolver la imagen y no se deje atravesar por el color?” Otro aspecto a destacar es el modo en que estas búsquedas eligen plasmarse en el formato de una exhibición. “Había muchos elementos a incluir —explica Gurfein–. Tenía que pensar qué del desecho podía considerarse obra. La pregunta que me hacía era ¿quiero mostrar el proceso o quiero mostrar obra? Quería mostrar algo que tenga entidad y que fuera independiente.

FICHA
Silvia Gurfein
Lo intratable

Lugar: Fundación Klemm, Marcelo T. de Alvear 626
Fecha: hasta fin de mes
Horario: Lunes a viernes, 11 a 20
Entrada: gratis


Fuente: Revista Ñ Clarín

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