GOY Y DALÍ,
DOS GENIOS ESPAÑOLES ENCAPRICHADOS EN BUENOS AIRES

Se exhiben 80 grabados de Salvador Dalí en los que interviene, con un prisma surrealista, la obra del gran Goya.
Surrealista y respetuoso. Dalí intervino, pero nunca modificó las figuras y el relato de su antecesor. DIEGO WALDMANN
Por Bárbara Álvarez Plá

Son dos de los artistas más importantes de los últimos cuatro siglos. Los dos son españoles y los dos están –a su manera– en Buenos Aires. “Poder tener reunidos a dos artistas tan grandes es uno de los aspectos más interesantes de esta muestra”, explica Patricia Nobilia, curadora de Goya y Dalí: capricho surrealista,la exposición que desde ayer se puede visitar en el Museo de Arte Español Enrique Larreta La muestra está compuesta los 80 grabados que Salvador Dalí (1904-1989) realizó entre los años 1973 y 1977, a modo de interpretación de la serie Caprichos, que Francisco de Goya (1746-1828) había realizado en 1799, expresión de su horror ante la sinrazón humana.Dalí, integrante del movimiento surrealista, que consideraba a Goya uno de sus precursores, adquirió las planchas originales –desde un principio– con la intención de intervenirlas. Lo hizo en clave surrealista, despojándolas de todo espíritu crítico y haciéndolas eco de sus obsesiones más personales. “Dalí intervino las planchas originales con punta seca para luego hacer sobre ellas un procedimiento de stencil, que es lo que les da color”, explica la curadora.
Cabe señalar que Dalí intervino la obra de Goya, pero respetando el original, es decir, que no transforma la imagen goyesca, lo que hace es imprimirle la proyección de su propio subconsciente. Y lo hace mediante lo que denominó como “método paranoico crítico”, y que consistía en “registrar a partir de una imagen, fenómenos delirantes nacidos a partir del dictado del subconsciente y de los sueños”, explica Patricia Nobilia.
“Lo más interesante es la cantidad de referencias y autoreferencias que hay en estas obras, que nos permiten saber más sobre la personalidad del artista y sobre sus gustos e intereses”, agrega la curadora mientras se acerca a un grabado cuyo epígrafe reza “pensando que era mozuela”, que remite a una frase del poema “La casada infiel”, de Federico García Lorca. En una vitrina situada en el centro de la sala podemos ver el libro con el poema y una foto de Lorca y Dalí, que fueron grandes amigos. También el grabado titulado Cenicitas, que el pintor le dedicó al poeta y que este respondió con su “ Oda a Salvador Dalí ” Cada una de las salas corresponde a un núcleo temático. En la dedicada al “método paranoico-crítico”, vemos figuras ambiguas nacidas de la asociación espontánea, como esa en la que la mañanita de Goya se convierte al pasar por el prisma del surrealismo en una cabeza de pez (que solo observamos al alejarnos de la obra). En la de citas y referencias, observamos esas referencias a poetas, artistas y científicos; en la de la iconografía aparecen las imágenes dalinianas por excelencia, como relojes derretidos, calaveras, paisajes oníricos, muletas. Otra sala está dedicada a los juegos de palabras, que el artista español dominaba a la perfección y usaba a cada oportunidad, y tratándose de Dalí, no podía faltar la sala dedicada al erotismo, que de colocada estratégicamente en el que fuera el cuarto de baño de Enrique Larreta. “Es una obra poco conocida de Dalí, que permite además ver el más allá del artista por las constantes citas y autoreferencias”, explica la curadora.
No hace falta conocer los Caprichos originales, ésta es una buena ocasión. Además de tres originales de Goya, hay fotografías debajo de cada uno de los grabados de Dalí y un texto en el que el equipo de investigación del museo explica la intervención del genio surrealista.
Proyecciones y un monitor interactivo al servicio de los visitantes completan la muestra.
Si para Goya, “El sueño de la razón produce monstruos” (así llamó a uno de sus grabados) con el surrealismo el sueño de la razón produce la expresión de la personalidad del artista, y eso es lo que vemos en esta muestra: la irreverente personalidad de Salvador Dalí a través de una interesante parte de su producción que quizás no sea la más conocida, pero que tal vez fue un intento de lanzar un mensaje: ¿Qué quiso decir Dalí con estas obras? ¿Es posible que quisiera señalar que, dos siglos después de Goya, el mundo seguía siendo un terrible disparate caprichoso?

Fuente: clarin.com

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