PROTEGEN 70 MANZANAS
QUE RODEAN EL CASCO HISTÓRICO

Es en partes de San Telmo, Monserrat y Constitución en las que hasta ahora se podían hacer torres y alterar el paisaje tradicional de esos barrios. La ley busca un desarrollo inmobiliario coherente.

Desubicada. La torre de 27 pisos Quartier San Telmo desafía el perfil bajo de Garay y Piedras. Con la nueva ley el paisaje urbano del barrio está más cuidado. / FOTOS DE GUILLERMO RODRIGUEZ ADAMI
Por Romina Smith

La zona fundacional de Buenos Aires, su corazón, conserva algunas de las primeras construcciones de la Ciudad y tiene un nombre que la define: Casco Histórico. Ese nombre alumbra las primeras peripecias de los porteños. Y también anida bellísimos edificios o casonas, como las que datan de 1830 y que cuentan con leyes que las protegen . Ahora, la Legislatura porteña acaba de aprobar una ley para que el área patrimonial abarque nuevas partes de San Telmo, Monserrat y Constitución. Con una idea doble: por un lado, preservar la zona histórica, y por otro, generar y potenciar oportunidades de desarrollo que sirvan para mantener vivas esas manzanas y para evitar que el tiempo la deje sólo como un patrimonio estático, o una ciudad museo.
Para lograr esta ampliación, la Legislatura aprobó una ley que permite incluir algunas manzanas que habían quedado por fuera de los límites del área de protección histórica que es conocida como APH 1 y que abarcaba hasta antes de la ley el eje San Telmo-Avenida de Mayo. El polígono que se agregó es el que está comprendido por las calles Hipólito Yrigoyen, Bernardo de Irigoyen, Finocchietto, Perú, la avenida Caseros, la calle Bolívar, las avenidas Juan de Garay y Paseo Colón y las calles Cochabamba y Perú, y se denomina área de “amortiguación” porque obliga a “adecuar” los cambios según la estética de cada manzana . Hasta hace poco, esa zona estaba catalogada de una manera que permitía alturas y tejidos que desnaturalizaban el perfil y la historia de los barrios que la contienen. Pero la nueva ley sumó 70 manzanas a las protegidas por limitaciones de altura y 300 nuevos edificios catalogados que no se podrán tocar sin permisos. Entre otras cosas, si se construye se deberá mantener el estilo y sólo se podrán levantar alturas que coincidan con las que hay en cada cuadra. La intención base de este cambio es que todo el área forme parte de una misma unidad histórica, cultural y urbanística.
En algunos casos, la falta de ley que regule las alturas ya fue causa de polémicas y reclamos de los vecinos. Por ejemplo, la Torre Raghsa, en Belgrano 931, y la Torre Alto Grande Alsina, en Alsina 730, sacudieron a Monserrat cuando fueron levantadas con 28 pisos cada una. Pero el caso más recordado y crítico fue, sin embargo, el de la Torre Quartier San Telmo, en Garay y Piedras. En 2010, más de 3.000 vecinos avalaron con sus firmas un amparo para pedir que frenaran su construcción y también la Defensoría del Pueblo apoyó ese reclamo sosteniendo que un edificio tan alto (27 pisos) iba a tener un mal impacto sobre el barrio. Pero como no tenía protección urbanística (la manzana donde se levantó estaba fuera del polígono protegido por pocos metros), el Ejecutivo porteño, en ese momento, respondió que las torres cumplían con la normativa en vigencia y dio luz verde a la enorme torre que hoy puede verse sobresaliendo en el paisaje barrial.
Desde ahora, el Quartier será una mala anécdota para esas 3.000 personas que intentaron frenarlo. En las manzanas abarcadas por la nueva ley ya no se podrá construir edificios tan altos y eso, para ellos, es un paso positivo y esperado. “Lo que buscamos es ordenar con coherencia toda la zona, evitando la fuerte fractura producida por la zonificación anterior y salvaguardando el patrimonio histórico”, explicó a Clarín el ex legislador Patricio Di Stefano, autor del proyecto y hoy funcionario del Ministerio de Ambiente y Espacio Público. “La zona cumple un rol estratégico, es parte del patrimonio colectivo de los ciudadanos de Buenos Aires, y por sus características urbanas no sólo tiene un alto valor propio sino que posee un fuerte potencial residencial y turístico”, detalló. Según explicó, San Telmo estuvo protegido durante mucho tiempo, pero en la década del 90 “cortaron la zona” y sólo quedó resguardada la parte desde Perú hasta el Bajo. “Todo el resto había quedado sin protección y se podía hacer cualquier cosa. Esta ley llega después de una pelea de tres años y medio que finalmente tuvo apoyo de otros partidos y logró la aprobación. La mayor parte de la nueva zona está en San Telmo, pero también está Monserrat y una parte de Constitución. Zonas que el turismo ya había sido adoptado como ‘casco histórico’”, contó el funcionario.
La nueva ley también es importante porque apunta a fomentar políticas de protección patrimonial que acompañen la revitalización de la zona, que sean inclusivas y generen acciones más allá de la simple preservación de edificios: como ejemplo de esto, hoy se puede ver la transformación de la edificación donde antes funcionaba una planta de la empresa Cruz Malta y hoy hay un edificio ecológico del banco HSBC. “Esas políticas sirven para evitar el efecto ‘museo’ que afecta las finanzas públicas y congela las oportunidades de desarrollo. Es necesario un buen enfoque que incluya preservación y desarrollo , que contemple el crecimiento como una forma también de asegurar fuentes de ingreso para sus habitantes”, concluyó Di Stefano.


Entre preservarlo todo o demolerlo, la polémica de siempre

Con la ley también se discute cómo hace un barrio para ser actual y cuidar su patrimonio al mismo tiempo.
Clásico. Empedrado del Pasaje San Lorenzo y sus casas que atraen al turismo, en el corazón del Casco Histórico.

El impacto de la protección de 70 manzanas en la zona Sur de la Ciudad encendió una nueva polémica entre vecinos y especialistas. Por un lado, algunos promueven la conservación total. Pero por otro, están los que quieren recuperar y si es posible, demoler para crear más viviendas. En el medio, los que están a favor de reconvertir: reciclar, hacer revivir una cáscara que tuvo otros destinos.
“Hoy detectamos muchas nuevas obras. El barrio se está renovando, y es necesario que haya una ley que controle. Pero también que haya un Estado que controle a los que violan la ley. Falta vigilancia en las demoliciones, en la protección de edificios, sobre las empresas que construyen sin tener en cuenta si colapsan o no las redes de agua potable, por ejemplo”, se quejó Mario Estrada, vecino de la zona de Monserrat que quedará afectada a nuevas reglas cuando la ley quede reglamentada, en los próximos días. La mayoría de los vecinos coincide en ese reclamo: piden más control sobre lo que se tira abajo, y sobre lo que se construye. “Y también en la limpieza. Hay más ratas que nunca”, sumó Sonia Elías, también de Monserrat. Ella vive en México al 700, otra de las cuadras incluidas.
Pero Mariana Suárez, de San Telmo, está a favor de preservar todo: “Este barrio es así, por eso vienen los turistas, para ver los empedrados, las casas tal cual están. Hay que tener cuidado de que una lavada de cara no lo cambie. Muchos de los que vivimos acá somos comerciantes y trabajamos con turistas”, razonó.
Para el sector inmobiliario el cambio se va a notar más adelante. Sin embargo, pese a que todo es reciente, las inmobiliarias apuestan a un crecimiento equilibrado. “En San Telmo ya no se pueden hacer construcciones altas. Para el barrio va a ser beneficioso. Siempre que se puedan sumar proyectos que le den vitalidad”, dijeron desde Hilda Lew, especialista en ese barrio.
“En vez de crecer, el Casco Histórico tiene que acotarse a unas pocas manzanas. Y el resto de la Ciudad se tiene que ir aggiornando con gracia y buen gusto, acorde al entorno. Pero por mantener edificios que no valen nada se pierde la posibilidad de hacer cosas hermosas. San Telmo hoy es peligroso, falta infraestructura e inversión. ¿Quién va a invertir ahora? Está claro que acá se hacen cosas a la ligera, como esta ley que generaliza”, cerró Luis Ramos, de L. J. Ramos Brokers Inmobiliarios.

Para que no haya contrastes

Por Luis Grossman

La ley que votó la Legislatura establece una zona de amortiguación que permite que no haya contrastes como ya ocurrió con la torre Quartier, en San Telmo. Siempre surge la discusión o la antinomia sobre si todo debe ser negro o blanco, y eso es peligroso. Nosotros no votamos por demolición o por una simple ley de mantenimiento: creemos que deben mantenerse los edificios que lo ameritan. Y como eso tiene una escala de valores, se crean zonas de amortiguación. Después están las zonas protegidas. Y entre una zona protegida y una zona libre hay un espacio de amortiguación para que no haya cambios rotundos. Eso es lo que se buscó ahora en San Telmo, Monserrat y Constitución. Por otra parte, no propiciamos que haya una zona paralizada, porque la ciudad es un organismo vivo, que debe producir su crecimiento y su vitalidad. Por eso el año pasado premiamos casos de edificios protegidos en los que se logró transfundir esa vitalidad. Tenemos por suerte una cantidad de ejemplos como el MAMBA, que era la fábrica de tabaco de Nobleza Piccardo, y hoy es un hermoso museo. Ese es un operativo que hay que impulsar. Porque permite también un criterio económico: en vez de demoler y construir de cero se aprovecha una construcción vigorosa para darle nueva vida a un edificio.

Fuente: clarin.com

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