LA BASÍLICA COMO LIBRO DE HISTORIA

Es Nuestra Señora de la Merced. De las Invasiones Inglesas a la Batalla de Tucumán.

Figuras. En la fachada, la imagen de Belgrano le ofrenda a la virgen el bastón de mando del Ejército del Norte. La obra es de Buschiazzo. / EMILIANA MIGUELEZ

Por Eduardo Parise



Su ubicación es casi contradictoria. Se trata de una de las iglesias católicas más antiguas de Buenos Aires. Es decir: un lugar donde prima la fe y la mística por encima de lo material. Y sin embargo está en el corazón de la city, donde bancos y entidades financieras reinan con sus números y sus valiosas monedas. Claro que en 1580, cuando don Juan de Garay le asignó esos terrenos a la orden de los dominicos, allí no había tesoros sino mucho horizonte. Nueve años después, con la llegada de los mercedarios, el lugar cambió de manos y empezó otro rumbo histórico que hoy, 422 años después de ese desembarco, sigue como referencia religiosa de la Ciudad.
La Basílica de Nuestra Señora de la Merced está en Reconquista 207. El proyecto se realizó en 1721, una parte se habilitó en 1733 y se inauguró en 1779. Aquella obra fue pensada y dirigida por los arquitectos italianos Andrea Bianchi (o Blanqui, como se lo conoció aquí) y Giovanni Battista Primoli, dos jesuitas que diseñaron muchos de los templos porteños. Pero su gran remodelación, incluyendo su monumental fachada, tiene como año clave a 1894. La tarea estuvo a cargo de Juan Antonio Buschiazzo, un arquitecto nacido en 1846 en Italia, pero que llegó a la Argentina cuando tenía 4 años. Era hijo de un maestro mayor albañil. Y en 1878 fue la segunda persona en recibir el título de arquitecto en estas tierras. El primero fue Ernesto Bunge. El trabajo de remodelación de la Basílica de la Merced llevó seis años y se inauguró en abril de 1900, cuando empezaba a rodar el siglo XX.
Más allá de los valiosos elementos interiores, la Basílica tiene un referente curioso incluido en la remodelación propuesta por Buschiazzo: un frontis con un grupo escultórico que alude a un hecho histórico y clave en la lucha por la liberación del imperio español. En ese trabajo se ve a Manuel Belgrano ofrendando a la Virgen de la Merced el bastón de mando del ejército del Norte (que él comandaba) y dos banderas capturadas a los realistas.
Eso tiene una explicación. El 24 de septiembre de 1812 (acaban de cumplirse 200 años) las fuerzas patriotas derrotaron a los españoles que los superaban ampliamente en número y armamentos. Fue en la Batalla de Tucumán y allí se decidió la suerte de las Provincias Unidas del Río de la Plata que pugnaban por afianzar su revolución. Esa mañana, antes del combate, Belgrano había estado rezando en aquella provincia ante el altar de la virgen. Era el día de su veneración. Y puso a su ejército bajo aquella protección. El resultado del combate convirtió el triunfo en milagro y desde entonces Nuestra Señora de la Merced es patrona y generala de nuestro ejército.
Hoy la Basílica que está en Buenos Aires es Monumento Histórico Nacional. Y entre 2001 y 2007 se hizo una última restauración para conservarla como corresponde. Es que el lugar es una referencia para muchos hechos importantes de la Ciudad. Por ejemplo, durante las invasiones inglesas, fue el lugar desde donde Santiago de Liniers dirigió el asalto a la Plaza Mayor para reconquistar Buenos Aires. En ese atrio, dicen, pronunció una emotiva arenga a sus tropas, atrincheradas allí. También los estudiosos recuerdan que en ese templo, el 12 de septiembre de 1812 (ya también se cumplió el bicentenario) el sacerdote y educador Luis José de Chorroarín bendijo el matrimonio de un joven teniente coronel de Caballería (tenía 34 años) y una adolescente de 15 años. Eran José de San Martín y María de los Remedios Escalada. Los testigos fueron Carlos de Alvear y su esposa María del Carmen Quintanilla. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com

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