EL MUSEO GUIMET DE PARÍS EXPLORA EL UNIVERSO
DEL TÉ DESDE SU ORIGEN MILENARIO


Imagen facilitada por el Museo Guimet de París de un bol "chawan" creado en Japón en el siglo XVII y restaurado con laca de oro Kiritsugi. Es una de las más de 250 piezas de valor excepcional reunidas por el Museo Guimet de las Artes Orientales en la exposición "El té en Guimet. Historias de una bebida milenaria", que fue presentada hoy a la prensa en París, donde podrá verse hasta el próximo 7 de enero. EFE

París - El Museo Guimet de París explora el té, desde el legendario origen chino de esta bebida hoy universal hasta su expansión por todo el continente asiático y su llegada a Oriente Medio, Europa y América, con una exposición que podrá verse hasta el próximo enero.
Del universo milenario de "la bebida más popular después del agua", el comisario de la exposición, el sinólogo Jean-Paul Desroches, eligió 257 piezas de cerámica particularmente valiosas y una quincena de pinturas que representan el 50 por ciento de obras de este tipo conocidas, según dijo a Efe.
Son todas ellas verdaderos tesoros, "pues en el mundo hay muy pocas representaciones sobre el té", subrayó este conservador del Patrimonio que reside una parte del año en Pekín, donde codirige La Maison des Arts Yishu 8, institución privada que desde el pasado marzo impulsa el diálogo entre las culturas francesa y china.
Para su exposición eligió sólo 15 pinturas, en su mayoría procedentes del Museo Nacional de Taipei, porque "no era cuestión de poner muchas, sino muy intensas", subrayó.
Con los mismos criterios seleccionó el conjunto de piezas, utensilios y porcelanas relacionados con la preparación del té y sus grandes etapas históricas, todos ellos "fundamentales y de gran rareza", que podrán verse en el Museo Guimet de las Artes Asiáticas hasta el próximo 7 de enero.
La escenografía que los acompaña se quiso "silenciosa", sin exotismos. De ahí que las piezas se presenten sobre vitrinas horizontales, como una mesa en torno a la que se invitase al espectador, destacó.
La muestra comienza con dos obras contemporáneas: un cortometraje sobre el espíritu del té y un monumental cubo de té comprimido que el artista Ai Weiwei (Pekín, 1957) tituló "Ton of Tea" (2005) (Tonelada de Té), testimonio de la importancia del té en el mundo actual, destacó el comisario.
La película es obra del realizador franco-vietnamita Tran Ahn Hung, autor del filme "Odeur de la papaye verte" (El olor de la papaya verde) y está protagonizada por uno de los más grandes maestros de té hoy en actividad y la única mujer, Tseng Yu-hui.
La muestra ilustra luego con sus correspondientes cerámicas, recipientes y teteras las tres grandes etapas que atravesó el té en su periplo por el tiempo y el espacio, desde que bajo la dinastía Tang, entre los años 618 y 907, surgiese la "edad del té hervido", tal y como lo consumían monjes budistas e ilustrados confucionistas.
Esta primera etapa, en la que las hojas de té ya no solo se consideraron por sus virtudes medicinales, sino también creadoras de un "brebaje casi divino", corresponde a un modo de preparación hoy en vías de extinción, salvo en Mongolia y el Tíbet, donde se bebe mezclado con mantequilla y especias.
"El té nació en el contexto religioso del budismo" y servía en su origen a dos tipos de "despertar:, mantenerse despierto en el sentido literal y también para "suscitar en los monjes su inteligencia y su intuición", explicó el comisario.
Tenía un papel fundamentalmente "constructor", debía ser lo contrario del alcohol y aportar serenidad, calma y reposo, para liberar de las pasiones, permitir vivir el instante presente y meditar "sobre la vanidad de las cosas", añadió.
La dinastía Song, entre los años 960 y 1279 marcó la "edad del té batido", hoy ampliamente utilizado en Japón, además de ser el centro de la ceremonia del té o "chanoyu".
La exposición sitúa a partir de 1368 y hasta 1644 la "edad del té en infusión", la más extendida hoy, inicialmente utilizada por los letrados chinos y que bajo la dinastía Qing, entre 1644 y 1911 produjo una vajilla de gran refinamiento, en busca de una gama muy amplia de aromas.
La muestra revela cómo a partir del siglo XVII, el esplendor de la dinastía Qing convirtió el té y la porcelana que le acompañaba en el centro de un comercio de difusión internacional, desde la corte de Rusia a Persia, pasando por Mongolia, sur de Europa o Estados Unidos.

Fuente: EFE

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