LOS MISTERIOS DE SIEMPRE

Los trabajos seleccionados por un concurso de arte y nuevas tecnologías revelan que, aunque cambien los medios, las preguntas siguen siendo las mismas.

Por Eduardo Villar


Desde su primera edición, hace 10 años, el Premio MAMBA-Fundación Telefónica - Arte y nuevas tecnologías ha establecido una plataforma de artistas argentinos con proyección internacional en el camino de crear arte vinculado con las nuevas tecnologías, una producción por ahora escasa en el país. Esa escasez hace que la muestra que reúne las obras seleccionadas para el concurso en el Espacio Fundación Telefónica sea especialmente interesante.
Hay un puñado de obras que despegan claramente del resto de las exhibidas. En primer lugar, porque son las que uno, como espectador, calificaría sin dudas como producto de la relación entre arte y nuevas tecnologías. No son simplemente videos o videoinstalaciones, soportes que hace ya tiempo no pueden considerarse novedosos. En segundo término, por su calidad desde el punto de vista estético y conceptual. Las que sobresalen más claramente son “Insight”, de Sebastián Díaz Morales y “THUMOS (Corazón-Impulso)”, de Jorge Caterbetti, respectivamente Gran Premio y Primer Premio en la categoría “Proyectos. Incentivo a la producción artística”.
“THUMOS...” es una especie de altar tecnológico en una sala en penumbras. En vez de las velas habituales, algunas luces LED blancas y rojas se encienden y apagan con un ritmo incomprensible. Sabremos después que ese ritmo coincide con el que se escucha en el ambiente: las pulsaciones de un corazón cuyo ritmo varía según sea el de un cuerpo en reposo o un cuerpo en actividad y que altera, según el caso, el ritmo con que se encienden las luces. En el centro del altar, donde podría haber una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, hay un antiguo marcapasos, de finales de la década del sesenta, que se encarga de enviar, a través de un sistema de microprocesadores, señales preprogramadas a un robot compuesto por 30 brazos metálicos, que tipean –en un teclado como de piano mecánico o de computadora– doce mensajes, como las tareas espirituales para el hogar que habitualmente recomiendan los sacerdotes de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús a sus fieles. El doce, se sabe, es un número con ciertas connotaciones en la religión católica: doce son los apóstoles, y doce son las promesas del Sagrado Corazón de Jesús. Las doce frases en latín que escribe el teclado mecánico se leen en una pantalla. Por ejemplo: “Memento, homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris” (recuerda, hombre, que polvo eres y en polvo te convertirás. Biblia. Génesis 3:19). “Ars longa, vita brevis” (la vida es corta, pero el arte es largo. Hipócrates). Y la que dejamos para el final: “Non festinet. Nullum magnum opus factum est post septem diebus” (No os apureis. Ninguna buena obra se hace en siete días. Jorge Caterbetti). Hay en el altar de Caterbetti mucho más que misticismo. Hay perplejidad en quien se para frente a él, como si en él estuvieran encerrados todos los misterios de la Creación. “THUMOS...”, con sus raros sonidos, movimientos robóticos y luces de colores que se encienden y se apagan de manera incomprensible, se puede ver no sólo como un altar sino también como un oráculo pagano. O como un jukebox o un flipper. O como una máquina tragamonedas de un casino. O como todo eso a la vez, una combinación monstruosa de religión, tecnología, arte y azar. Una máquina a la que ofrecerle devoción y a cambio pedirle cosas: vida, deseo, conocimiento, éxito, dinero, consultarle el futuro. Y hasta pedirle consejos para producir una obra artística. Una máquina que decide azarosamente todo, incluidas la vida y la muerte. Y que nos lo recuerda.
THUMOS (CORAZON-IMPULSO) , 2011-12, de Jorge Caterbetti. Instalación.
THUMOS (CORAZON-IMPULSO) , 2011-12, de Jorge Caterbetti. Instalación.

También tiene su misterio “Insight”, la obra de Sebastián Díaz Morales: su video de altísima definición grabado con cámara Phantom muestra la imagen prácticamente fija de un equipo de producción, siete personas, detrás de una cámara, como filmando al espectador, en una composición que recuerda a un grupo de personas en una pintura flamenca o de Velázquez. La cámara se acerca muy despacio en un zoom y en cierto momento se rompe la superficie y descubrimos que lo que se veía era una imagen en un espejo que acaba de estallar espectacularmente en mil pedazos y mil detalles. En ausencia del espejo, la misma imagen aparece entonces invertida. El video, que dura 10 minutos y tiene una plasticidad que se disfruta a fondo, pone al espectador en el papel de detective para decodificar qué ocurre, como juegan en la obra la ficción, la realidad y su representación, en un juego de ida y vuelta de la mirada que recuerda a “Las Meninas” de Velázquez.
“Paisaje con vacas (no hay nada más puro que la sombra de una vaca)”, de Marcello Mercado, es una obra que se vincula con la ciencia y lo tecnológico más en su contenido que en su soporte. Se trata de una videoinstalación interactiva –tres grandes pantallas de video– donde se plantean temas como el paisaje y la identidad argentina a partir de la decodificación del genoma de la vaca.
Además de las de Díaz Morales, Caterbetti y Mercado, se exhiben los trabajos de Christian Wloch, Macello Mercado, Gabriela Golder, Laurence Bender, Yamil Burguener, Ananké Asseff, Nicolás Bacal, Claudia Flores Colominas, Javier Plano, Marcelo Galindo, Cristian Segura, Camilo Guinot y Cintia Clara Romero, con Laura Bucelatto como curadora invitada.
El esfuerzo que realizó Fundación Telefónica en este concurso y esta exposición –en concepto de premios y producción de nuevas obras superó los $ 140.000, a lo que se suma la producción de la exposición y la edición del catálogo– es poco frecuente en la Argentina y se advierte en los resultados.
Ya que el concurso incluye una categoría de “Obras realizadas”, algunos de los trabajos presentados y seleccionados ya habían sido expuestos en otras muestras. Ananké Asseff, por ejemplo, incluyó su videoperformance “Constelaciones” en la muestra “El miedo al viento”, que realizó entre setiembre y noviembre de 2011 en el entonces muy activo espacio de exhibición de la Torre YPF, en Puerto Madero. El video sin título de Camilo Guinot seleccionado para esta muestra se exhibió en el Espacio Itaú Cultural.
Un caso similar es el video “Colección Mercedes Santamarina”, de Cristian Segura, que pudo verse en el Palais de Glace, en el Salón Nacional de Artes Plásticas, donde logró una mención. El video se pregunta qué mira y qué comenta el público de un museo cuando está frente a un cuadro. Lo revela mediante una cámara escondida sobre un paisaje del pintor Jean Baptiste Camille Corot, perteneciente a la Colección Mercedes Santamarina, del Museo de Bellas Artes de Tandil. Imposible no reírse frente a los espectadores de la pintura, un espejo de uno mismo mirando el video.

FICHA
Premio MAMBA Fundación Telefónica. Arte y nuevas tecnologías

Lugar: Espacio Fundación Telefónica, Arenales 1540.
Fecha: hasta el 15 de setiembre.
Horario: lun a sáb, 14 a 20:30.
Entrada: gratis.


Fuente: Revista Ñ Clarín


No hay comentarios:

Publicar un comentario