ABRE EL MACBA, UN MUSEO DE ARTE CONTEMPORÁNEO PARA BUENOS AIRES

Es del financista Aldo Rubino, poseedor de una colección de 120 obras con eje en la geometría y la abstracción.


“FISICROMÍA N° 321-B”. Es un tríptico hecho con perfiles de plástico, cartón, acrílico y madera. Mide 60,5 x 364 cm. Del famoso artista venezolano Carlos Cruz Diez. Colección MACBA.

Por Ana María Battistozzi Especial para Clarín

El edificio de la fachada vidriada que durante el último año y medio creció a la velocidad del rayo en un baldío de la calle San Juan junto al MAMBA, hoy tiene siete pisos. Cuatro de ellos –mil quinientos metros cuadrados– serán dedicados a exhibiciones de arte contemporáneo a partir de hoy, cuando el nuevo Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (MACBA) abra sus puertas.
Sofisticados sistemas de iluminación, control de temperatura y humedad y dispositivos museológicos de última generación son algunas de las previsiones de infraestructura contempladas por el proyecto que concibió el Estudio Vila para mostrar allí la colección particular que armó Aldo Rubino durante los últimos veinte años. Varias plantas de corte neto, paredes blancas de cemento y piso de madera, vinculadas por unas rampas, le dan al edificio un perfil afín al contenido que alojará.
Por tercera vez en once años un coleccionista privado argentino toma la decisión de abrir un museo para dar a conocer su patrimonio. ¿Cambio de mentalidad? ¿Giro de época? Primero fue Eduardo Costantini, luego Amalia Lacroze de Fortabat y ahora Rubino. A diferencia de Fortabat, cuya fortuna se fundó en la industria del cemento, Costantini y Rubino la hicieron en el mundo de las finanzas.
¿Quién es Rubino? Un porteño de cincuenta y un años que se crió en el Abasto y a pesar de vivir en Miami, dice amar el barrio de San Telmo donde instaló su museo. Trabajó en Techint, fue gerente financiero de Química Hoechst y desde hace seis años es director de inversiones de Wells Fargo.
La primera obra que compró en los años 80 fue una pintura de Eduardo Medici. Luego se interesó por la abstracción geométrica, que terminó por definir el perfil de su colección. Fue asesorado por críticos, curadores y especialistas de Sotheby´s y Christie´s. Integrada por obra de Polesello, Le Parc, Francisco Sobrino, Ary Brizzy, Raúl Lozza, Martha Botto, Iommi, Kosice, Alejandro Puente, Arden Quin, Aizenberg, Kuitca, Siquier, Inés Sigety, entre muchos artistas argentinos inscriptos en esa tendencia, la colección incluye una obra de Víctor Vasarely, que es una de las favoritas de Rubino, y otra de Carlos Cruz Diez. 

Súper contemporáneo. El frente del museo, dominado por el vidrio. El MACBA ya está listo y abre hoy. /lucia merle.
Cuenta también con destacados artistas brasileños posconcretos, como Lothar Charoux, João José Costa da Silva y el contemporáneo Marcos Coelho Benjamim. Uno de sus mayores orgullos es el conjunto de artistas californianos representantes de la geometría abstracta de bordes netos o hard edge. Entre ellos, Lorser Feitelson, Frederick Hammersley y Karl Benjamin, y también las obras del grupo alemán Zero. 
Como cabía esperar, el MACBA abre con un despliegue de su propia colección. El ordenamiento curatorial en esta ocasión estuvo a cargo de Joe Houston, curador de la colección Hallmark de Kansas, Estados Unidos. En esta primera selección, que llamó sugestivamente Global Exchange (Intercambio Global), buscó poner el acento en el carácter internacional de la colección con una selección de cincuenta obras –de un total de 120– agrupadas en cuatro temas. Algunas obras trabajan sobre la estructura formal geométrica, otras sobre el color, otras sobre la forma y otras ilustran lo que se llamó nuevos trayectos. Ante la ausencia de Houston, quien explica los detalles es María José Herrera, la nueva directora artística que se incorporó al equipo profesional del museo, integrado también por la curadora Constanza Cerullo.
Herrera es la curadora de la muestra de arte cinético que exhibe actualmente el Museo Nacional de Bellas Artes, pasó casi treinta años en esa institución y ha sido convocada ahora al MACBA para la instrumentación de aspectos técnicos en todo sentido: artístico, criterios de conservación, de exhibición, investigación y educación.
“La colección es de arte geométrico, una especialización que tiene mucho que ver con la tradición argentina y por otro lado ha colaborado con importantes aportes a la abstracción geométrica en el mundo. En este contexto es natural que haya un museo dedicado a la abstracción geométrica en Buenos Aires”, justifica Herrera.
El programa para 2013 ya está delineado. Habrá tres exposiciones, dos de producción propia: una dedicada a Manuel Espinosa y otra a María Martorell, dos artistas a los que, según Herrera, se les debe una buena exhibición. Se pondrá énfasis en sus etapas internacionales. La otra vendrá de Italia y será sobre la experiencia milanesa de Arte Programmata, de los años 60, algo que por estar vinculado al cinetismo Herrera conoce bien.

Una tracción para la economía

Cualquier ciudad suma un plus con un nuevo museo: recuperan los agujeros negros del fin de la era industrial.
“Avall”. Oleo sobre tela del húngaro Víctor Vasarely. Colección MACBA.

Por Ana María Battistozzi

Nunca como en los últimos veinte años se vio proliferar museos. Públicos o privados, sus edificios casi siempre deslumbrantes, se han convertido en las nuevas catedrales del mundo posmoderno.
Hacia ellos peregrina la gente cumpliendo un ritual que marca la agenda del turismo y el ocio.
Los museos se han convertido en un factor de tracción de la economía, recuperando los agujeros negros que dejó el fin de la era industrial.
El ejemplo paradigmático es el Guggenheim Bilbao pero los hay a montones. Cualquier ciudad se apunta un plus con la apertura de un museo. Pero no todo es rosa en este horizonte de época.
Hace mucho que Buenos Aires zarandea la idea de un “polo cultural del sur” pero uno de sus campos magnéticos, que se sitúa justamente donde ahora se instala el nuevo MACBA, pegado al MAMBA, por distintas razones no acaba de despegar.
El CCEBA, que habría de transformar el conflictivo ex Padelai, empieza a ser un proyecto frustrado entre las ocupaciones y la crisis española que plantea otras prioridades.
En tanto el MAMBA, más allá de contar con un edificio recién remodelado, padece problemas crónicos de presupuesto que le impiden la visibilidad que se merece.
Este es un asunto clave en este auge de los museos. ¡Si lo sabrán ahora en España e Italia, donde el espectacular MAXXI de Roma diseñado por la iraní Zaha Hadid e inaugurado con pompa como el museo del siglo XXI, está a punto de cerrar! Se necesitan fondos para hacerlos funcionar.
Rubino asegura que ha hecho las previsiones para que el MACBA se sostenga a largo plazo a través de la fundación que lleva su nombre. Su escala acotada permite suponer que así será.

Fuente: clarin.com

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