EL ARTE COMO EROTISMO


Bodegón. Zapallo y botella.
Por M. S. Dansey
¿Viste cuando destapás un tacho de acrílico y se te hace agua la boca? pregunta la curadora Laura Spivak, como si estuviera hablando de un tacho de dulce de leche. Pero no, para el caso, es pintura: Pintura Ad Hoc , la muestra en el Fondo Nacional de las Artes que reúne obra de Eduardo Costa (1940), Andrés Sobrino (1967), Victoria Musotto (1985), curada por Jimena Ferrario y la misma Spivak.
El comentario tiene sentido: Son tres artistas disímiles, de generaciones diferentes, que responden a tradiciones distintas. Quizás el único rasgo que los emparenta es la carga erótica de su labor. Ni siquiera se podría decir que son “pintores”. Costa, por ejemplo presenta esculturas, un bodegón compuesto por un zapallo y una botella, y otra, un cubo blanco, el colmo de la abstracción. Las figuras, eso sí, están hechas por capas de pintura: capas, sobre capas, desde su centro genitivo: la primera pincelada seca, pero sin ningún otro soporte material. Pintura, entonces, pero escultura al fin.
Lo de Sobrino es la abstracción geométrica en su mínima expresión: tres líneas, una cruz, un poliedro. La acción viene con los colores puros que por momentos revelan la furia sintética de una paleta industrial. Del otro lado, la juventud de Musotto chorrea desenfrenadamente sobre bastidor negro de dos por diez metros, una mezcla tutti-frutti que trae a la mente la estética del drugstore.
La interrelación entre los tres es rica y da lugar a las ideas, pero pareciera que no se trata de palabras, rótulos o interpretaciones. El juego es dejarse llevar por el placer estético del gesto y el color.


Fuente: clarin.com

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