"ÉSTA ES UNA MUESTRA
QUE SE PERCIBE CON TODO EL CUERPO"



El artista, uno de los argentinos más reconocidos a nivel mundial, habla de las instalaciones y estructuras de la exhibición que inaugura en el Centro Cultural Recoleta el miércoles que viene.
Montando. Pablo Siquier, en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta.
Por Mercedes Pérez Bergliaffa

El pintor Pablo Siquier es uno de los artistas argentinos más reconocidos en el mundo. Construyendo su carrera paso a paso, Siquier tuvo su muestra consagratoria en 2005, cuando expuso en el mismísimo Museo de Arte Reina Sofía de Madrid. Para ese entonces, sus obras ya se habían mostrado en innumerables galerías y museos alrededor del mundo, y se vendían muy bien. Siquier ya era famoso.
Todo esto se lo debe, en parte, a su marca registrada: esos intrincados dibujos de laberintos abstractos, repletos de líneas que se cruzan, entremezclan, rotan y cortan. Algunas obras de este tipo son las que se podrán ver a partir del miércoles próximo en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, cuando el artista inaugure “Murales e instalaciones”, una muestra que tiene una particularidad: tendrá más instalaciones que pinturas, cosa rara en las exposiciones de Siquier. La muestra será una experiencia espacial.
En la previa de la inauguración, con cuarenta grados de térmica y todo su equipo de artistas asistentes trabajando a pleno, Siquier recibió a Clarín en su estudio, un exquisito departamento antiguo, escondido cerca de plaza Miserere. Telgopor, maderas, papeles y envoltorios volaban por todas las salas del taller, en pleno traslado de las obras a la Cronopios.
¿Qué se verá en su muestra de la sala Cronopios, Siquier? Mi trabajo siempre fue desarrollado en dos líneas, una más mental, con cuadros y dibujos, y otra más sensorial. Esta muestra abarca un recorrido por esa segunda línea, con ambientaciones, instalaciones y murales.
O sea que las obras se despliegan más en el espacio, no se “leen” como si fueran un libro.
Si, es otra escala. Es una situación visual-espacial que se percibe con todo el cuerpo.
¿Es verdad que decidió exhibir solamente cinco obras? ¿Por qué? Pensé, junto con Elio Kapszuk – el curador – que una muestra de cuadros mía no era muy interesante: ya se hicieron un montón y se vieron un montón de cuadros míos por todos lados. Una exposición que muestra diferentes momentos de mi producción extra-pictórica, es algo distinto.
Si son sólo cinco obras, deben de ser muy especiales. ¿Cómo son? Son dos murales, uno ubicado en la pared del fondo y otro en la de la entrada. Este en carbonilla, y el del fondo, en vinilo. Mientras que en las salas de la derecha e izquierda, al fondo de la Cronopios, habrá una instalación en telgopor, y otra instalación hecha de maderitas pintadas, que ya había realizado en el año 87 (sólo que entonces nadie le dio bola). En el medio de la sala va a estar lo que podríamos considerar “nuevo”: una gran estructura de hierro de 13 metros x 4 x 3 de alto y tres toneladas, que es como una construcción basada en mis dibujos en carbonilla. Para hacerla contratamos a una metalúrgica. Es la primera que hago, en metal. Y se puede pasar por dentro de la estructura.
Usted ya maneja al mundo del arte de taquito. ¿Qué podría decir de estos cuarenta, cincuenta años circulando a través de él? Le debo todo al arte. Allí conocí gente maravillosa, desde artistas y alumnos, hasta a mi propia mujer. El arte es mi hogar.
Nunca tuvo problemas … Tuve miles, aunque no tan grandes, quizás. Pero si estás hablando de dinero, siempre aparecen problemas. Aunque también, algunos problemas que ver con que los artistas creen que son todos Jorge Macchi – un artista argentino exitoso-. Todos creen que tienen que vender como él; y la verdad es que sobran, los artistas. Por ahí tendrían que tener un poco más de sentido común y no pelearse tanto con los demás, en especial con los que te tienen que comprar. 

Fuente: clarin.com

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