EL SUEÑO DE CLAUDE CAHUN




¿Cuánto ha cambiado para la mujer en un siglo de prácticas artísticas?
Seguramente mucho, pero no lo suficiente.


Por Lena Szankay

Caminando por la rambla de Barcelona me topé con la muestra de Claude Cahun en el Virreina de la Imagen. Había conocido su obra en un seminario sobre vanguardias y me había quedado fascinada con sus autorretratos fotográficos donde prevalece un juego de roles y desdoblamientos en figuras femeninas-masculinas. Explorando la metamorfosis, estas imágenes son un precedente de lo que otras artistas mujeres trabajaron. La identidad y el cuestionamiento del rol impuesto de la mujer como Cindy Sherman, o la búsqueda del origen y la violencia como Ana Mendieta.
Claude se presenta con la cabeza rapada como una skin head de este nuevo siglo o una activista lesbiana alemana de los años 80 o como una clochard andrógina. Una intensa sinceridad no exenta de dramatismo. Claude Cahun, de familia burguesa, es el pseudónimo que eligió Lucy Schwob, quien conociera durante su adolescencia a su compañera de vida, Suzanne Malherbe.
Ya durante el seminario me había preguntado la razón por la cual su obra había sido tardíamente reivindicada mientras que sus compañeros masculinos del surrealismo como Max Ernst y Andre Breton pertenecen al manual de la historia del arte. Durante su vida, no realizó ninguna muestra individual. Fue redescubierta en París hace aproximadamente 15 años, 30 años después de su muerte. ¿Cuánto ha cambiado para la mujer en un siglo de prácticas artísticas? Seguramente mucho, pero no lo suficiente. El grupo “The Guerrilla Girls” tematiza desde 1985 la escasa presencia de artistas mujeres en los museos, las colecciones, y grandes exposiciones. Los datos objetivos del escueto porcentaje en Europa y América siguen dando escalofríos.
 A la pregunta hecha a Claude en 1930: ¿Los momentos más felices de su vida?, contesta: “El sueño. Imaginar que soy otra. Interpretar mi papel preferido”. Apelo a que las mujeres no cumplan su deseo de formar parte del universo artístico solamente a través de los sueños. 

Fuente:Revista Ñ Clarín

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