EL NUEVO MUSEO DE BELLAS ARTES

Con la reapertura de la Sala de Exposiciones Temporarias, avanza en su nuevo guión y en su plan de modernizarse y alcanzar estándares internacionales. Detalles del proyecto que renueva un emblema de la cultura argentina.
No parece el mismo museo éste donde la gente conversa frente a una pared vidriada que tiene la apariencia de una enorme foto mural de la Facultad de Derecho. No es una fotografía, claro. Es la facultad misma ahí enfrente, sobre Figueroa Alcorta. En el mediodía de uno de los primeros días de diciembre, el sol que entra por ese gigantesco ventanal es un invitado más en este nuevo espacio del museo donde transcurre la reunión de prensa, con doble presentación: la muestra La tradición del arte. Italia en la Colección del MNBA, 1860-1945 y la Sala de Exposiciones Temporarias, el primer piso del habitualmente llamado “el pabellón”, una construcción de 1960, ahora completamente rediseñada y renovada. Son 1.000 metros cuadrados de espacio de exhibición que permitirán ir mostrando de la mejor manera el patrimonio del museo –como en este caso– que desde hace décadas está en su mayor parte fuera de circulación, en los depósitos, y otras exposiciones temporarias nacionales o internacionales que, se sabe, son las que hoy, en todo el mundo, le dan vida a un museo y acercan a la gente.
La nueva sala luce como la de cualquier museo de primer nivel en el mundo, con nueva iluminación, piso de parquet, techos de mayor altura, largas paredes blancas que –al menos en esta muestra– hicieron innecesario instalar paneles. Pero quizá la mayor sorpresa para los habitués del museo sea el espacio contiguo, apenas separado de la sala, éste lleno de luz, visualmente conectado con el parque y el entorno del museo, donde a corto plazo funcionará la librería. Por increíble que parezca, este espacio era hasta hace meses un depósito. Se desperdiciaba esta vista, este vínculo del museo con una de las zonas más bellas de Buenos Aires, para guardar cosas que no se utilizaban.
La reapertura de la Sala de Exposiciones Temporarias es parte de un plan integral de reforma edilicia que tuvo su primer momento clave hace cinco meses, en julio pasado, con la reinauguración de las 24 salas de la planta baja con nuevo guión y nuevo diseño museográfico, y que continuará con otro hito en mayo o junio de 2012, con las salas del primer piso del edificio principal, en este momento en plena reforma.
El guión del museo quedará entonces totalmente reformulado. Lo explica Guillermo Alonso, su director ejecutivo: “El guión anterior era problemático. En la planta baja uno recorría desde la Virgen con Niño del siglo XII, que siempre fue el punto de partida, hasta el tajo de Lucio Fontana. Y el recorrido seguía en el primer piso, empezando por Manuellita Rosas, de Prilidiano Pueyrredón y terminando con Kuitca. Y en esa planta también estaba el arte precolombino con piezas del siglo V antes de Cristo. Hoy, en la planta baja está el arte básicametne europeo, desde el siglo XII, y termina en el arte argentino del siglo XIX. Y en el primer piso se va a exhibir todo el siglo XX del museo, nacional e internacional”.
Los cambios ya ejecutados y los que están en proceso responden a diferentes necesidades: no sólo de guión, sino también de mayor espacio expositivo y de imprescindible actualización técnica, después de treinta años de no realizarse ningún trabajo de restauración significativo en el edificio construido por Bustillo en los años 30 ni en el anexo diseñado por Ianello en 1960.
La insuficiente capacidad de exhibición es el déficit que más preocupa a la Asociación de Amigos del Museo que preside Julio César Crivelli. “Normalmente, los museos del mundo –dice Crivelli– tienen una capacidad de exhibición del orden del 20 o 22 por ciento del patrimonio. Ese es el estándar internacional. Cuando uno entra en un museo, lo que está viendo es el 20 por ciento de lo que ese museo tiene. El nuestro está muy por debajo, en un orden del 7 o el 8 por ciento. Y además está muy venido a menos, porque hacía muchos años que no tenía obras de mantenimiento y restauración”.
La Asociación de Amigos se impuso entonces dos grandes líneas de trabajo: una para la ampliación y otra para la restauración. “En esas dos áreas –dice Crivelli– se ha hecho un trabajo muy importante financiado por la Asociación con fondos propios y fondos aportados por American Express: la restauración de las 24 salas de planta baja, y el pabellón de exhibiciones temporarias que se acaba de inaugurar”.
Crivelli considera que una de las tareas más importantes de la Asociación es convencer a las empresas argentinas de que su aporte financiero para tener un Museo Nacional de Bellas Artes en condiciones es fundamental. “Si hay que nombrar diez emblemas de la cultura argentina, el museo sin duda está en la lista. De modo que para nosotros es muy importante que el sector privado se haga cargo de las necesidades del museo”.
La dirección del museo ha conseguido del Gobierno nacional un aporte de unos 2 millones de dólares para reformular el primero y el segundo piso del edificio principal. En una recorrida por el primer piso, que está en plena reconstrucción y que tiene finalización prevista en mayo del año próximo, Alonso se entusiasma explicando el proyecto. “Acá estaban –dice mientras caminamos por la obra– la Colección Bemberg, la sala de arte precolombino, el ex auditorio, las pinturas de Cándido López, el arte argetnino del siglo XIX... Y después, la gran sala que se inauguró en el 80, que es donde estaba alojado el arte argentino del siglo XX. Se construyó como un open space, que era lo que se hacía en los museos en los años 70 y 80. Pero después, en 2004, se le asignó como destino contener la colección permanente de arte argentino. Cuando se tomó esa decisión de cambiarle el destino a una sala que funciona muy bien abierta para muestra temporaria, no se le pensó un proyecto arquitectónico. Entonces fue muy difícil resolver museográficamente esa situación”. Por eso, el proyecto de reforma, que incluye toda la superficie del primer piso e incorpora tecnología, equipos de aire, control de humedad, etc., prevé hacer salas. La idea es unificar el criterio del museo con un gran hall de distribución y que el visitante vaya entrando y saliendo de cada sala. “El concepto –explica Alonso– es que uno entre en la sala, recorra un tema, lo vea claramente, lo entienda sin dificultad... Todo lo que estamos haciendo es para facilitar lo que yo ceo que es una actividad intelectualmente muy compleja, que es visitar un gran museo. Hoy en la planta baja y en el pabellón donde está la muestra de arte italiano hay exhibidas casi mil obras de arte. La actividad de apreciarlas es tan compleja, que uno no tiene que tener, además, el problema de saber por dónde camina, por dónde llega , por dónde va... Toda la arquitectura tiene que llevar al espectador y facilitarle el recorrido. Esa es un poco la búsqueda”.
En el segundo piso, donde hoy hay una pequeña sala de fotografía y dos terrazas, se proyecta una gran sala para mostrar la colección de arte precolombino del museo, que es muy importante y ha sido poco exhibida. También en esa planta, sobre Libertador, con unos 1.300 metros cuadrados de superficie, se prevé en principio hacer la confitería-restaurante del museo.
Pero eso es el futuro. Ahora, Alonso piensa en el nuevo espacio que antes ocupaba un depósito. “Ese espacio será un punto de descanso en el recorrido y probablemente, librería. Todos los museos tienen un lugar donde uno se sienta, mira el mapa, reflexiona, piensa en lo que vio y vuelve para seguir con su recorrido. Yo aspiro a que ése se convierta en un lugar de encuentro en el museo”.

Fuente: Revista Ñ Clarín

No hay comentarios:

Publicar un comentario