SEOANE MÚLTIPLE



Arte / Muestras

El Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero rinde homenaje a un artista de dos mundos, habilidades varias y una única convicción.

Figura, 1962, óleo sobre tela. / GENTILEZA MUNTREF

Por Elba Pérez Para LA NACION


El campus de Caseros inició la temporada con una muestra ejemplar que reúne, pero no puede agotar, la ingente actividad de Luis Seoane. Para hacerla posible se concertó el saber de Laura Buccellato -curadora y directora del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires- con aportes de colecciones públicas y privadas, así como de la fundación coruñesa que lleva el nombre del artista, sostenida por sus familiares. Ciento treinta grabados, óleos y una programación inteligente y participativa proyectan su obra de muralista, escritor, ceramista, publicista y militante cultural antifascista. En estos frentes combatió con denuedo, contra viento y marea. Introdujo entre nosotros las vanguardias europeas, hizo propia la tradición argentina (criolla, decía él con precisión) y vivificó con acento propio esa erudición plural que supo compendiar con la sencillez aparente del pensamiento complejo llegado a feliz término. "Buena como el pan", así calificó Julio Payró la obra plástica de Luis Seoane. Y, como el pan, es necesaria la íntegra ética del hombre y del artista polifacético, cuya luminosa estela alumbra en Buenos Aires y en La Coruña. En la ciudad junto al Río de la Plata nació en fecha augural (1910) y murió en 1979 en su entrañable Galicia, al socaire de la Torre de Hércules, erigida por los romanos, único faro que guía las zozobras de los marineros que afrontan la Costa da Morte. Estos pormenores no son baldíos. Saberes ancestrales, míticos, cultos, eruditos y populares, propuestas audaces de su tiempo, a todas las instancias atendió con vitalidad y sutileza de difícil equilibrio. Seoane fue rara avis . La muestra hace ancla en la obra gráfica. Es un acierto, porque los recursos del lenguaje xilográfico, tan remotos como adecuados al espíritu contemporáneo, inspirador de la imprenta, y de uso popular y proselitista, inspiraron su obra de ilustrador y editor. Y es inocultable su incidencia en los murales del Teatro Municipal General San Martín ( El circo criollo ), Sociedad Hebraica Argentina y otros realizados en edificios privados. Con dibujo de línea cerrada, figuraciones sintéticas y articuladas en áreas de color -a menudo desplazadas- le permitían poner en juego la dinámica sin perder la bidimensionalidad del muro. Las figuras protagonistas actúan como en el estarcido, dando contundencia a la forma destacada sobre el fondo. En correlato, el color es de tintas puras, planas, sin claroscuros ni alusiones de volumen. Seoane era ducho en vivificar superficies sin alterar la unanimidad del tono. Es la alianza entre la sabiduría del artista, conocedor y protagonista de las vanguardias del siglo XX, que abrevaba en el arte medieval y en la gracia espontánea de los olleros gallegos. Cabe recordar que, en Sargadelos, España, y en la localidad bonaerense de Magdalena, creó la industria cerámica junto al laboratorio experimental de formas. Fue su avatar de la utopía de la Bauhaus, abortada por el nazismo. Abogado de la República Española, Seoane conoció bien el azote dictatorial. En su galleguidad y convicciones democráticas hizo ariete para la totalidad de su múltiple acción.



En cada faceta volcaba entusiasmo, afán y ahínco notables. En las dos riberas del mar que no distanciaba sus patrias fundó un nexo, ese puente que afinca al gaucho Martín Fierro en las rías de La Coruña. Y en los muros de Buenos Aires emplazó a los percebeiros, heroicos marineros del Cantábrico. Fue su modo de celebrar la naturaleza y la condición del hombre laborioso. Generoso hasta la prodigalidad, encontró en Maruxa la compañera ideal y en sus sobrinos los continuadores de la noble estirpe. Argentino en España, gallego entre nosotros, tuvo réplica inapelable a la impertinencia de un burócrata. Un aduanero porteño puso en duda la nacionalidad argentina consignada en los documentos. "¡Pero si habla como un gallego!", dijo, pasmado, el empleado. Seoane replicó: "Hablo con el acento del general San Martín". En Buenos Aires lideró a los exiliados españoles que tanto dieron a nuestro medio industrial y cultural. Y en España socorrió a los exiliados argentinos ahuyentados por las inclemencias políticas. "Parece el eterno retorno de la injusticia", solía ironizar. Y exhortaba a combatir con las armas del conocimiento, del arte y de la acción infatigable. Fue, a su modo, otra Torre de Hércules, ese vigía que socorre a los marinos. La muestra del Muntref honra la hombría y el talento creador de Luis Seoane López. La programación prevista acorta distancias y contribuye a sostener la antorcha que portó. En España lo recuerdan la fundación y el museo que llevan su nombre, calles, plazas y bibliotecas. Es hora de que en la Argentina se le haga justicia.

Ficha.

Seoane, grabados, pinturas, publicaciones en el Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Valentín Gómez 4838, Caseros), hasta el 30 de abril. De lunes a sábados, de 11 a 20

ADN SEOANE (Buenos Aires, 1910 - La Coruña, 1979)

Se formó en España. Abogado laboralista en la República Española, hizo estudios de Bellas Artes, cerámica, arte mural, textil y editorial. En 1936 regresó a la Argentina, donde intervino en forma activa en el medio cultural. Más tarde alternó sus días en las dos tierras, a las que dio lo mejor de sí.

Fuente: lanacion.com


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