CON LA FUERTE IMPRONTA DE LOS FENICIOS,
SEÑORES DEL MAR MEDITERRÁNEO



El mapa de Fenicia, con sus ciudades-estado independientes y hasta a veces rivales, marcadas con puntos colorados. Biblos, Sidón y Tiro, las principales.

Las rutas comerciales de los fenicios.
Sarcófago fenicio del siglo V a.C., de Palermo, Sicilia. Foto G. dall'Orto

Cabeza escultórica de hombre procedente de Cartago, Museo del Louvre.

Moneda fenicia.


La historia de esta pequeña cabra fenicia de hierro.

Fotografiada primero a contraluz y sin flash y después con.

Mi padre, que era médico ginecólogo-cirujano y obstetra, tenía una paciente que, tanto ella como su marido, eran arqueólogos. Eran extranjeros. No recuerdo bien de qué nacionalidad, pero me suena que eran europeos del Este. Ella, un día se enfermó seriamente y mi padre logró sacarla adelante y salvarle la vida. Años después, esta señora y su marido se volvían desde la Argentina a vivir a su país. Antes de partir, el matrimonio se presentó en el consultorio de mi padre a despedirse de él. Una vez que los tres quedaron a solas, la señora tomó la palabra, y con visible emoción, le dijo a mi padre que, en agradecimiento por haberle salvado la vida, quería que tuviese dos recuerdos de ella y su marido y le pidió que les aceptara lo que le iba a entregar, que eran sus tesoros más preciados, lo mejor que tenían y que significaba mucho para ellos, que tenía un gran valor afectivo. Fue entonces que sacó esta maravillosa cabrita fenicia de hierro que puede ser de alrededor de los 2.500 años antes de Cristo y un antiguo grabado inglés con la imagen del Puente de Llangollen, construido en el año 1345 sobre el Río Dee, en el noreste de Gales. La señora le contó a mi padre la historia de la cabrita. La habían encontrado excavando con su marido en yacimientos arqueológicos fenicios de Palestina. A modo de dije o amuleto, la cabrita colgaba del cuello del cadáver de una niña que calculaban que tenía unos 8 años de edad al momento de morir. El tiempo ha dejado su huella sobre el hierro, y tiene partes con diferentes coloridos y calidades: unas más rugosas y oxidadas y otras, más tersas y que podrían parecer más de cerámica o de madera estucada, que de hierro. Sobre el lomo, la cabra tiene una especie de oreja con un agujero por el que pasaba un collar de algo similar a un alambre o hilo metálico mediante el cual colgaba del cuello de la niña enterrada. Aparentemente se trata de la representación de una cabra macho, por el aspecto general y por el caracter que le imprimió quien lo hizo, por los caracteres distintivos que se le han remarcado: la cornamenta muy desarrollada, característica que sólo se da en los machos, por el gran tamaño de la cabeza, necesaria para sostener la gran cornamenta y por una pequeña protuberancia de forma triangular que aparece en la panza del animal (véase la primera de las 5 fotos, donde la cabra está fotografiada a contraluz y sin flash). Tanto me gusta esta pequeña figura, que muchas veces he pensado hacerla reproducir en oro o en plata. He hecho la prueba de colgar la figurita de un hilo o tanza y descubrí que, por ser su cabeza mucho más pesada que el cuerpo, la pequeña cabra se clava de trompa al hacerla pender. Su diseño, se podría decir que es sorprendentemente moderno. Al ver a esta pequeña obra de arte, no puedo evitar asociarla con las plásticas y atractivas cabras de metal que hizo ese creador multifacético e infinito que se llamó Pablo Picasso al ejercer como escultor. Y también me evoca a ciertas cosas de Dalí. La cabra es muy chica, ya que sus medidas son: altura máxima, de la parte superior de la cornamenta a la base: 3,5 cm – largo máximo, de hocico a cola: 3,8 cm – ancho en la cornamenta en su parte más ancha: 1,4 cm. Un tiempo antes de morir, mi padre, que sabía de mi fascinación con esta minúscula figura de hierro y con sus misterios, me la regaló. Esta pequeña maravilla ocupa un lugar de privilegio entre mis objetos preferidos, los que más quiero y de cuya presencia cercana y compañía disfruto. Me conmueve tenerla en mis manos y pensar que fue hecha hace unos 4.500 años. Y me pregunto cómo y por quién habrá sido hecha, con qué método y qué herramientas, también si habrá sido sólo un adorno colgando del cuello de la niña cuando ella todavía vivía o si no habrá sido un amuleto al que se le atribuían poderes especiales, mágicos o curativos... Como me pregunto de qué habrá muerto esa niña y si el collar con la cabra de hierro se lo habrán colgado quienes la enterraron, qué significado tendría la figura del macho cabrío dentro de las creencias de esa gente y un sinfín de etcéteras y dudas más ante los cuales carezco absolutamente de respuestas. Es que, en realidad, esta misteriosa, inquietante cabrita milenaria de hierro me abre muchos más interrogantes que los que me contesta o cierra. Son aquellos que muy seguido me llevan a coincidir con Sócrates en que sólo sé que no sé nada.

......................................................................................P. L. B.

El puente de Llangollen, construido en el año 1345 sobre el Río Dee, en el noreste de Gales, visto desde un andén de la estación de Llangollen.

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