DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO
1811 - EL BICENTENARIO DE UN GRANDE - 2011



El mayor elogio, a la hora del adiós

"Fue el cerebro más poderoso de América", dijo Pellegrini en el funeral de Sarmiento

"Fue el cerebro más poderoso que haya producido América", dijo, emocionado, el vicepresidente Carlos Pellegrini, designado por el gobierno de la Nación para recibir los restos de Domingo Faustino Sarmiento, que venían desde Paraguay, donde había muerto el 11 de septiembre de 1888.
Se cumplen 200 años del nacimiento de Sarmiento, pero ese elogio, dicho en la despedida final del gran maestro, resume su existencia singular.
Miles de alumnos, maestros, gente común, mujeres que habían alcanzado la educación básica gracias a él, lo lloraron en silencio ese lluvioso 21 de septiembre cuando el barco, con el cuerpo embalsamado del educador, periodista, diplomático y estadista, fondeó en el puerto de Buenos Aires.
Con ceremonia y pompa, los restos de Sarmiento, envueltos en las banderas de la Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay (tal su último deseo), fueron llevados en una cureña hasta el cementerio y en su tumba se grabaron las palabras por él elegidas: "Una América toda, asilo de los dioses todos, con lengua, tierra y ríos, libres para todos".
Es que había muerto uno de los visionarios más grandes que tuvo la Argentina, aquel que ayudó a que se conviertiera en un país moderno, el hombre que se puso al hombro la lucha en contra de la dictadura rosista y que cosechó tantos amigos como enemigos.
Se ha dicho de él infinidad de cosas, pero probablemente quien mejor lo definió fue Eduardo Wilde: "Sarmiento no fue disciplinado ni metódico en sus trabajos por el bien del Estado, pero sus actos determinaron corrientes impetuosas que produjeron innegables beneficios. No deja, como Alberdi, una doctrina sistematizada de organización política, ni como Vélez Sarsfield un monumento jurídico, ni como Avellaneda la base de la legislación sobre tierras, pero su actividad siempre fecunda engendra un conjunto más trascendental y más valioso, pues no hay institución, reforma ni accidente de la vida democrática que no tengan rasgos de genial talento y de su incansable energía".


Su obra

Sarmiento abarcó todo lo que su ojo indagador pudo ver. Así, saltaba del periodismo crítico a la idea y realización de alambrar los campos para aumentar las plantaciones de maíz y trigo, cuyas innumerables variedades de semillas se encargó de introducir en el país. Con esta tecnología, por primera vez la Argentina dejó de importar harina.
Fomentó la vitivinicultura y la industria del vidrio, según destaca el historiador Vicente Osvaldo Cutolo. Por él nació el precursor de lo que fue el Banco de la Nación, creó el Departamento de Agricultura y fomentó la subdivisión del suelo, el arraigo del colono y el fomento de la riqueza minera. Eso, claro, lo recordaba cuando trabajaba cerca de una mina en Copiapó, en sus años de exilio en Chile, y aprovechaba sus horas muertas para enseñar francés. También fomentó la industria del mimbre, que veía cada vez que visitaba el delta del Paraná, uno de sus lugares favoritos.
Sarmiento fue quien fundó el Colegio Militar en 1870 y reorganizó la Escuela Naval, elevando de esta manera el profesionalismo de las fuerzas; instaló formalmente la primera escuela Normal de la República en Paraná y sancionó la ley Bibliotecas Populares y creó 100 en poco tiempo. Ese fue Sarmiento. Un adelantado.

Fuente texto: lanacion.com

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