RISAS ARGENTINAS CON ACENTO INGLÉS



FRANK BROWN, 1858-1943

El célebre payaso Frank Brown nació en Brighton, Inglaterra, el 6 de septiembre de 1858. Más conocido como el payaso inglés, este hijo y nieto de payasos que tantas risas provocó entre el público argentino se radicó en Buenos Aires en 1884. Tal vez su sello característico haya sido lanzar golosinas de una canasta a los chicos que estaban en la tribuna al final de los espectáculos, mientras ellos gritaban “A mí, a mí Fran Bran”, llamándolo en un claro y tierno intento de idioma inglés. Las pruebas más conocidas de este acróbata y empresario circense fueron “El lucero del alba” y el “Salto de las bayonetas”, aunque cumplieron su ciclo en 1893, cuando sufrió un accidente que lo llevó a dejar la acrobacia y a especializarse en ser payaso.
Eran pruebas arriesgadas; en la primera iba sobre dos caballos que corrían, mientras él llevaba encima a cinco chiquitos de la compañía. Y el “Salto de las bayonetas”, que lo hacía sin previo ensayo debido a su alto riesgo, consistía en saltar sobre treinta soldados que tenían su bayoneta y cuando él estaba girando en el aire, los soldados disparaban.
Trabajó en el circo de los hermanos Carlo y también con el más famoso payaso criollo, el uruguayo José Podestá, conocido como Pepino el 88. Su vinculación con la familia Podestá fue mucho más allá de lo exclusivamente laboral, ya que se casó con la reconocida ecuyère Rosita de La Plata que había estado casada con Antonio Podestá, uno de Risas argentinas con acento inglés los nueve Hermanos Podestá.


El Teatro Coliseo de Buenos Aires, donde actuó Frank Brown
Brown se dio el gusto de proponerse como candidato durante la campaña electoral de legisladores de 1884 en Buenos Aires a través de un espectáculo en clave de sátira. Este payaso mítico dejó sus recuerdos en muchísimos espectadores que reían hasta las lágrimas con sus presentaciones. En su honor tiene una calle de una cuadra con su nombre en la zona del Bajo Flores, a metros de la Autopista 25 de Mayo. El clown británico modificó su vestuario, originalmente muy colorido, y lo reemplazó por un traje blanco con volados. Los tonos colorado, negro y blanco no desparecieron del todo, sólo cambiaron de lugar y alegraban su imagen desde la pintura de su cara. En 1910 levantó la carpa de su circo para celebrar el Centenario de la Revolución de Mayo en la calle Florida, pero el circo fue
quemado intencionalmente por un grupo de fanáticos que estaban en contra de la presencia de un extranjero en estos festejos nacionales. El mismo Rubén Darío lo elogia en su autobiografía, en la que manifiesta que este clown ha divertido a tres generaciones de argentinos.
También el poeta Raúl González Tuñón le dedicó una de sus obras titulada “A los veteranos del circo”, en la que cuenta que ha probado los chocolatines de Brown y que lo ha visto en los trapecios y trampolines. Murió en Buenos Aires el 9 de abril de 1943 y está enterrado en el sector británico del Cementerio de la Chacarita.

Fuente: Revista Ñ /Clarín

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